David Liss - La Conjura

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - La Conjura» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Conjura: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Conjura»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una vez más, el aclamado autor David Liss combina su conocimiento de la historia con la intriga, atractivas caracterizaciones y un cautivador sentido de la ironía, que le permite sumergir al lector en una vivida recreación del Londres de la época y componer un colorido tapiz de las intrigas políticas, los contrastes sociales y la picaresca reinante.
«Los lectores de El mercader de café, y los amantes de la novela histórica y de intriga disfrutarán con la fascinante ambientación, los irónicos diálogos y la picaresca de un héroe inolvidable.»
Benjamin Weaver, judío de extracción humilde, ex boxeador y cazarrecompensas, es acusado injustamente de haber cometido un asesinato, y que se convertirá en un improvisado detective con imaginativos recursos. Conforme avance en su investigación, comenzará a emerger el turbio mundo portuario, la corrupción política y la sed de poder.

La Conjura — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Conjura», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Lo que estáis es cerca de la muerte. Espero que no nos llevéis a nosotros también.

21

Al volver a casa, me bebí buena parte de una botella de oporto para tranquilizarme y revisé las cartas que había recibido ese día. Había empezado a recibir invitaciones para ir a excursiones, fiestas y reuniones. Las personas que leían el nombre de Matthew Evans en el periódico querían conocerme y, aunque en cierto modo no podía evitar sentirme halagado, las rechacé todas. Había conseguido lo que quería gracias a la reputación del señor Evans, y no debía llamar la atención más de lo necesario.

Mucho mayor interés tenía una nota de Griffin Melbury en la que me decía que me visitaría a las diez. ¡Menudo sentido de la oportunidad! Tenía la cabeza embotada por la bebida, y no sabía si estaría en condiciones de formular las preguntas que debía hacerle.

El carruaje de Melbury se detuvo ante el edificio exactamente cuando el reloj daba las diez. El hombre entró y me saludó con gesto cordial, pero no quiso tomar nada.

– ¿Habéis oído el recuento del día de hoy? -me preguntó-. Ciento noventa y nueve para Hertcomb y doscientos veinte para los nuestros. Les llevamos casi cien votos de ventaja, y las elecciones han empezado hace tan solo cinco días. Ya noto el sabor de la victoria, señor. Lo noto. Os lo aseguro, la gente de Westminster está cansada de corrupción, de esos whigs que venden el alma de la nación al mejor postor. Pero no hay que dormirse. Hay mucho que hacer, señor Evans, y, puesto que estáis tan deseoso de contribuir a la causa tory, he pensado que os gustaría uniros a mí en la campaña.

– Sería un honor -le dije, tratando de disimular mi confusión. No era lo inesperado de la oferta lo que me desconcertó, sino la familiaridad que Melbury mostraba. Yo había intentado caerle bien, y parece que lo había logrado. Había intentado convertirlo en mi aliado, y es lo que me ofrecía. Pero me sentía confuso. Melbury me desagradaba, pero no tanto como hubiera querido. Era un hombre rígido, como suelen serlo los representantes de las antiguas familias, pero no era duro, ni cruel ni insoportable, y aunque sus ideas políticas no coincidían con las mías, las defendía con apasionamiento.

Solo podía pensar que el destino había mostrado a Melbury su mejor rostro y que parecía predestinado a ganar en Westminster. Me halagaba pensar que cuando le revelara mi verdadera identidad y le dijera todo lo que sabía sobre la corrupción whig, haría cuanto estuviera en su mano por ayudarme. Que me resultara demasiado superior (o demasiado casado con Miriam) para mi gusto no tenía importancia. Así pues, los dos subimos a su carruaje, que empezó a traquetear ruidosamente en dirección a Lambeth.

Melbury tarareó unas cuantas veces, y luego carraspeó y resopló.

– Mirad, Evans. Os aprecio muchísimo, pues de lo contrario no os habría pedido que me acompañarais esta noche, pero hay una cosa que debo deciros.

– Por supuesto -repliqué yo, con no poca inquietud.

– Sé que con frecuencia las cosas son distintas en las colonias, y sé perfectamente que no pretendíais nada malo. Quiero que comprendáis que no me siento ofendido ni furioso. Solo es un consejo de amigo.

– Por favor, será un honor -le aseguré.

– Es solo que no es correcto bailar con la mujer de otro hombre.

Sentí que se me revolvían las tripas.

– Señor Melbury, no creeréis que yo…

– Por favor… -dijo con una falsa cordialidad-. No quiero explicaciones ni disculpas. Solo os lo digo para que no os encontréis algún día en una situación desagradable, con un caballero menos liberal quizá que yo. O, si me permitís la osadía, menos enamorado de su mujer que yo. ¿Os sorprendo? Bueno, no creo que sea ningún crimen que un hombre ame con locura a su esposa.

– Ni lo pensaría, señor -dije con rigidez.

– Imagino que una de las razones que os han traído a Londres es la de buscar una esposa apropiada.

– Tal vez.

– Os diré que el matrimonio es un estado muy adecuado para el hombre. Yo no tengo quejas al respecto, al contrario, me regocijo cada día. Pero no llegaréis muy lejos bailando con rameras whigs como Grace Dogmill o con las esposas de otros hombres. Quizá no he hecho bien al mencionaros este tema, no lo sé. Solo quiero ayudaros… aunque reconozco que me siento un tanto celoso cuando se trata de mi bella Mary -dijo con una risa.

– Os ruego me disculpéis… -empecé a decir.

– No, no, no tenéis por qué disculparos. No quiero que vuelva a hablarse del tema. Ya está olvidado. ¿Estamos de acuerdo?

El muy bellaco quería castigarme por bailar con Miriam cuando él me la había quitado a mí prácticamente de los brazos. Nada me hubiera gustado más que atravesarlo con mi daga… de no ser porque mi vida dependía de él.

– Estamos de acuerdo -le aseguré, dando gracias de que no pudiera verme la cara en la oscuridad del carruaje.

Durante unos minutos Melbury no habló y, si bien yo me alegré de no tener que charlar con él, el silencio empezaba a resultarme opresivo.

– ¿Puedo preguntar por qué he sido honrado con esta invitación? -pregunté al final.

– Manifestasteis el deseo de participar en esta competición -me recordó él.

– Lo hice, y de corazón, pero dudo que a todo hombre que exprese semejante deseo se le conceda el honor de una excursión con el señor Melbury.

– Bueno, desde luego que no, pero la mayoría de los hombres que quieren entrar en política no me han salvado de unos brutos whigs, así que no me siento tan cercano a ellos como a vos, Evans. ¿Tenéis algún compromiso de aquí a dos noches?

– Creo que no.

– Entonces yo puedo proporcionaros uno. Ofrezco una pequeña cena en la que, espero, podréis conocer a algunos hombres con vuestros mismos intereses. Os ruego que nos acompañéis.

Yo sabía que mi presencia sería un castigo para Miriam, pero si deseaba consolidar mi relación con Melbury, difícilmente podía excusarme cuando me hacía una oferta tan generosa. Debía mostrarme ante él como la persona más grata del mundo, y así, cuando casualmente mencionara que no había sido del todo sincero en un par de cosillas -mi nombre, mi religión, mis inclinaciones políticas, mi dinero-, no se lo tomaría tan mal. Así pues, dije que me sentía honrado y que acudiría puntualmente.

– Muy bien. Creo que os gustará la compañía. Habrá algunos tories realmente excelentes. Hombres de la Iglesia y sus partidarios. Representantes de viejas familias, que se resienten de la presencia de agiotistas y políticos corruptos. Os lo aseguro, estas personas tienen mucho que decir sobre los acontecimientos más recientes.

– Algunos de los cuales se me antojan sorprendentes -me aventuré a decir.

Me había dicho cientos de veces que no sacaría aquel tema, que era una necedad, una locura, pero allí, en la oscuridad del carruaje, cuando no podía verme el rostro, me reconforté en una falsa sensación de anonimato. Con la voz más tranquila y espontánea que pude fingir (que debió de sonar tan falsa como el plomo pintado de oro), dije:

– ¿Qué os parece que la chusma os relacione con el tal Weaver?

Melbury soltó una risotada. Sin vacilar. Nada parecía indicar que supiera quién era yo y que esperara una oportunidad para decirlo. Por el momento, podía confiar en que Miriam no había traicionado mi confianza.

– Weaver -repitió-. Es curioso a qué cosas se aferra la chusma. Por supuesto, los whigs tienen la culpa por haberse puesto en evidencia durante el juicio, y como es natural, los periódicos tories no pueden desaprovechar una oportunidad como esa cuando se la ponen delante.

– Entonces, ¿no sentís ninguna amistad ni afinidad con ese individuo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Conjura»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Conjura» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Conjura»

Обсуждение, отзывы о книге «La Conjura» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x