David Liss - La Conjura

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - La Conjura» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Conjura: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Conjura»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una vez más, el aclamado autor David Liss combina su conocimiento de la historia con la intriga, atractivas caracterizaciones y un cautivador sentido de la ironía, que le permite sumergir al lector en una vivida recreación del Londres de la época y componer un colorido tapiz de las intrigas políticas, los contrastes sociales y la picaresca reinante.
«Los lectores de El mercader de café, y los amantes de la novela histórica y de intriga disfrutarán con la fascinante ambientación, los irónicos diálogos y la picaresca de un héroe inolvidable.»
Benjamin Weaver, judío de extracción humilde, ex boxeador y cazarrecompensas, es acusado injustamente de haber cometido un asesinato, y que se convertirá en un improvisado detective con imaginativos recursos. Conforme avance en su investigación, comenzará a emerger el turbio mundo portuario, la corrupción política y la sed de poder.

La Conjura — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Conjura», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Tenéis idea de por qué el juez actuó conmigo como lo hizo?

– No tengo ideas. Ya no. Cuando el juez dejó libre a Walter, pensé que todo estaba bien en el mundo. Entonces teníamos dos pequeños, y mi marido estaba libre y limpio ante la ley, pero no duró. Ahora los dos niños están muertos y nuestro hijo recién nacido ya no tiene padre, porque han matado a Walter y a nadie le importa quién lo ha hecho.

– A mí me importa -le prometí.

– Solo porque queréis salvar el pellejo. No, no protestéis. No hay nada malo en eso. En vida, Walter no tenía nada que ver con vos. No hay razón para que os preocupéis por su muerte, aunque su muerte os ha traído muchos problemas.

Miré a sus ojos de color gris carbón.

– Walter Yate me salvó. De no haber demostrado tanto valor en sus últimos momentos de vida, quizá yo también estaría muerto. Para mí encontrar al hombre que lo mató es más importante que mi propia seguridad.

Ella asintió muy despacio, como si la noticia de que su marido me salvó la vida fuera algo que oía continuamente.

Por la expresión vacía de su rostro, deduje que podía seguir con mis preguntas.

– ¿Dijo alguna vez el señor Yate por qué creía que Dogmill había decidido acusarlo por el asunto del tabaco? Como decís, es algo que hacen todos los estibadores.

Ella rió.

– Era evidente, ¿no? Walter quería organizar a los hombres para que Dogmill no siguiera aprovechándose. Quería hacer las paces con Greenbill Billy y tratar de que subieran los salarios, pero Dogmill no pensaba aceptar algo así. Le dije que se preocupara por su familia y no por los estibadores, pero él dijo que tenía que cumplir con su deber, así que los puso antes que nosotros y acabó como yo sabía que acabaría. Hay cosas que están hechas para los grandes hombres, y los hombres pequeños no tendrían que meterse.

– ¿Cosas como las agrupaciones de trabajadores?

Ella asintió.

– ¿Se metió en más cosas hechas para los grandes hombres? Por ejemplo, ¿demostró alguna vez vuestro marido interés por la política?

– Una vez dijo que le hubiera gustado juntar dinero para pagar el impuesto que se paga para poder votar.

– Pero ¿estaba implicado de alguna forma en las elecciones que acaban de empezar?

Bajó la mirada, así que no pude verle la cara.

– Que yo sepa no.

Me tomé un momento para ordenar mis ideas.

– ¿Sabéis qué ha sido de su banda de estibadores desde su muerte? ¿Se han unido sus hombres a Greenbill o han buscado a otro líder?

La señora Yate levantó la vista una vez más e incluso bajo aquella tenue luz vi que la sangre le subía al rostro. Abrió la boca pero no fue capaz de hablar.

– Nunca se unirán a Greenbill -dijo un hombre contestando por ella-, ahora tienen un nuevo líder.

Casi me caí de la silla. En la oscuridad del umbral había una figura muy alta, de constitución fuerte, recortada por el sebo barato que ardía detrás. Solo tardé un momento en reconocerlo: era John Littleton, con un aire mucho más seguro que en la cocina de Ufford.

Me incorporé a medias e hice una reverencia.

Él asintió con la cabeza.

– Estad tranquilo -dijo desenfadadamente-, los chicos de Yate le plantarán cara a Greenbill Billy… y a Dogmill.

– ¿Y de quién son chicos ahora?

Él rió con seguridad.

– Bueno, ahora son los chicos de Littleton. Y hay una o dos cosillas que eran de Yate y que ahora también son de Littleton. Hacemos lo que podemos para honrarlo. -Me guiñó un ojo con evidente buen humor. Fuera lo que fuese que le había convertido en líder de la banda, lo había transformado.

Por un momento, los ojos de la señora Yate se cruzaron con los míos; suplicándome en silencio que comprendiera. Intenté que mi expresión mostrara compasión, aunque me temo que solo mostré indiferencia.

– Vete a la otra habitación, mujer -le dijo Littleton a la viuda-. El bebé se está moviendo y quiere a su madre.

Ella se levantó, se retiró y cerró la puerta suavemente tras ella.

– Me alegra veros tan sano -me dijo Littleton al tomar asiento. Detrás había unas jaulas de mimbre y, al fijarme bien en la oscuridad, vi que contenían ratas. Recordé que Littleton había mencionado que ganaba unas monedas cazando ratas. Supe entonces que utilizaba el viejo truco de soltar sus propias ratas para que le encargaran atraparlas, cosa que un ratero hábil podría hacer con un simple silbido. Estos hombres podían ganar un buen dinero atrapando las mismas ratas docenas de veces.

– Me gusta ver que prosperáis -dije secamente.

– Sí -contestó él-. Algunos me dirán que soy un insensible al ocupar el lugar de Yate entre los hombres, ocupar su casa con su bonita mujer… pero alguien tenía que hacerlo. No podía dejar que Greenbill Billy se saliera con la suya con los chicos. ¿Hubiera querido eso Yate? No lo creo. Y no podía dejar que algún cruel bastardo se quedara con Anne.

– Qué generoso -dije secamente.

– Sé perfectamente qué está pasando detrás de esos taimados ojos de judío, Weaver. Pensáis que a lo mejor ayudé a que se deshicieran de Yate para poder quedarme con su mujer y su sitio… que soy un aprovechado sin entrañas que haría lo que fuera para conseguir lo que no es suyo. Bueno, pues el señor estaba allí y sabe que no es verdad. Yo no tenía nada contra Yate, solo que su mujer me parecía guapa, y nunca se me había ocurrido ser el cabecilla de los chicos hasta que ellos me lo pidieron. Fue conmovedor. Nos sentamos en una taberna en los muelles y hablamos de lo que íbamos a hacer. Uno se levantó y dijo que nos juntáramos con Greenbill, pero le contestaron con un montón de golpes en la cara, os lo juro. Entonces se levantó otro y dijo que los dirigiera yo, que de todos los que estábamos allí solo John Littleton sabía de grupos de trabajadores. De verdad, Weaver, hasta se me saltaron las lágrimas.

– Suena conmovedor.

– Oh, podéis burlaros si queréis, pero fue conmovedor. ¿Creéis que fue fácil para mí? En otro tiempo casi me matan por estar a la cabeza de un grupo de trabajadores, y juré que no volvería a hacerlo. Lo único que quería era ganarme mis chelines para poder comerme mi cena y beber mi jarra de cerveza. Pero esto me sobrepasa. Esta vez dejaré que me maten a golpes si hace falta. Es lo que he decidido, así que no me vengáis con sospechas.

– No he dicho que sospechara nada.

– Bueno, pues yo lo haría -dijo con una sonrisa maliciosa-. Pensaría que soy un bastardo semental, que se lo ha querido quedar todo. Pero no tenéis por qué hacerlo, porque no tengo nada que ver con lo que le pasó al pobre Yate, el Señor lo tenga en su gloria.

– Por casualidad, no sabréis quién lo hizo, ¿verdad?

– Pues claro que lo sé. Fue Dennis Dogmill, ¿quién iba a ser si no? Y mientras, Greenbill Billy se ríe porque se piensa que su banda está en mejor forma para el siguiente trabajo, o eso se cree él. Pero dentro de poco esos dos van a acabar a tortas, os lo juro. Solo es cuestión de tiempo que Dogmill le dé matarile a Greenbill, lo mismo que a Yate.

– Es posible que Dennis Dogmill hiciera que mataran a Yate; pero seguro que no fue él mismo hasta los muelles a golpearle con una barra de hierro. ¿Quién lo hizo?

– Yo no lo descartaría tan rápido. Es muy posible que lo hiciera él solito, aunque no he oído nada.

– ¿Qué hay de ese tal Greenbill? ¿Es posible que haya querido probar suerte con Dogmill?

Littleton soltó una risa resoplona.

– No creo, amigo. Seguro que los dos querían ver muerto a Yate, pero dudo que se puedan poner de acuerdo para hacer una cosa tan fea. Claro que todo es posible. Y ahora que lo pienso, no ha enseñado esa penosa jeta suya desde hace un par de semanas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Conjura»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Conjura» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Conjura»

Обсуждение, отзывы о книге «La Conjura» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x