Jeanne Kalogridis - En el tiempo de las Hogueras

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeanne Kalogridis - En el tiempo de las Hogueras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En el tiempo de las Hogueras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En el tiempo de las Hogueras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Carcasona, 1357. En los tiempos del papa Inocencio VI, en el sur de Francia, reina la peste y la Inquisición. La abadesa Marie Françoise va a ser juzgada bajo los cargos de herejía y brujería por haber realizado sanaciones mágicas y haber atentado contra el Papa. Para unos santa y para otros bruja.
El monje escriba Michel es el encargado de obtener su confesión antes de que sea condenada a la hoguera. Sin embargo, a medida que la abadesa avanza en su relato, Michel se va sumergiendo en un mundo mágico donde se enfrenta al bien y al mal, y en su corazón irá creciendo la imagen de una mujer santa, valiente y noble.

En el tiempo de las Hogueras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En el tiempo de las Hogueras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Pobre Charles -dijo Chrétien. No parecía sorprendido ni conmovido-. Deberíamos alegrarnos por él, hijo mío, en lugar de entristecernos. Ahora está con Dios. Y dedicó su vida a una gran causa.

– Pero es culpa mía -dijo Michel, y se cubrió los ojos con la mano para ocultar su vergüenza y las lágrimas-. Tenéis que escuchar mi confesión, eminencia, ahora mismo. -Se inclinó y dejó el vaso sobre la mesa. Luego, se arrodilló y persignó-. Perdonadme, padre, porque he pecado. Me enamoré de la abadesa y me dejé seducir hasta tal punto por su historia mágica y el culto a una diosa, que llegué a creérmelo, y perdí mi fe. Peor aún, esta misma noche he sido el transmisor de su magia. Impuse las manos al padre Charles porque me creía capaz de curarle. En cambio, ella me utilizó para matarle.

Chrétien había juntado las manos, apretando los dedos índice contra sus labios y creando una profunda arruga entre sus finas cejas grises, mientras escuchaba con toda atención, como siempre hacía cuando atendía asuntos de importancia. Una vez Michel hubo terminado de hablar e inclinado la cabeza, el cardenal dijo:

– Tú no mataste al padre Charles.

Michel levantó la cabeza para decir «Sé que ella estaba detrás de esa muerte, pero fui yo quien le impuso las manos, el que posibilitó su muerte». Pero antes de que pudiera verbalizar sus pensamientos, el cardenal Chrétien dijo, con el mismo tono normal y decidido:

– Fui yo.

Michel tragó saliva. Las palabras del cardenal eran una broma, por supuesto, aunque cruel, considerando que el pobre Charles acababa de morir.

Pero, a medida que pasaban los segundos, la expresión seria de Chrétien no se alteró, antes bien, su ceño se frunció más, y Michel se dijo: No, lo que quiere decir es que se siente responsable de la muerte del padre Charles porque no pudo impedirla. Tal vez cree que habríamos debido llegar a Carcasona al principio, para supervisar el procedimiento.

Pero el joven monje recordó de repente la imagen del enfermo y delirante padre Charles:

Es mi arrogancia… Te he llevado por todas partes como un caballo bien entrenado, te he exhibido como diciendo es mío, todo mío…

Chrétien querría verte muerto ya.

– Todo lo que la criminal Sybille te ha dicho es verdad -dijo el cardenal con calma-. Tu verdadero nombre es Luc de la Rose. Naciste en Tolosa, no en Aviñón. Y no has estado conmigo desde que naciste, sino desde hace un año.

– Pero es una pagana, una hereje, y su historia lo demuestra. Su magia no proviene de Dios sino del diablo, al igual que su Raza. No obstante, se considera santa, la representante de la Diosa.

Michel se sentía como un demente que se aferrara en vano a la locura. Todo cuanto había considerado los detalles fundamentales de su vida (sus años en el monasterio, su relación con el padre Charles y con el hombre que se hallaba ante él, cuyo vello grisáceo sobresalía por debajo del cuello de su camisón) eran simples sueños. Y lo que había considerado meros sueños eran la realidad de su vida.

Y la mayor verdad era su amor por Sybille, y el de ella por él, pero la había rechazado y negado.

Michel miró con repulsión al hombre que había querido como padre, y comprendió que Chrétien les consideraba a él y al padre Charles simples peones de un juego de poder. Miró a los ojos del cardenal y no vio afecto ni pena, solo astucia y fariseísmo. Toda confusión, toda duda, abandonaron a Michel y supo que todas las palabras de Sybille eran ciertas.

Pero aunque sus pensamientos erraban en libertad, sintió la presa inflexible de Chrétien sobre su voluntad, tan tangible como si el cardenal, semejante a un oso, le hubiera agarrado por el cuello con una gigantesca zarpa.

Aun así, replicó con odio apenas contenido:

– Entonces vos sois el diablo, cardenal. Y yo también, porque ella dijo que ambos somos de la Raza.

Un sentimiento entre la ira y la premura se apoderó de Chrétien. Estuvo a punto de levantarse de la silla.

– ¡Idiota! ¿No comprendes lo que somos? Somos una raza de monstruos impíos, la semilla de Lilith, la que no obedeció ni a Dios ni a Adán. Nuestros poderes sobrenaturales provienen de un demonio hembra. Pregúntate esto: ¿cómo podría una mujer ser tan santa como nuestro Señor? Dios prohibió que adoptáramos una magia tan vil, salvo para utilizarla en favor de su causa, para destruir monstruos como nosotros.

»¿Evoco demonios? ¿Hago magia? Sí. En nombre del Señor. Ni las llamas ni el infierno posterior son castigo suficiente para la maldad de los crímenes de los herejes.

– ¿Qué crímenes? -le interrumpió Michel-. ¿Ver el futuro? ¿Curar a los enfermos? ¿Resucitar a los muertos?

– Si se realizan sin la bendición de Dios, son crímenes. -El cardenal reflexionó-. Rehusarse a obedecer normas. Rebelarse contra el orden. Este es el pecado original. Solo nos redimimos al aferramos a las leyes, a las reglas de la Iglesia. He leído todas tus tablillas de cera, Michel. He Oído casi todas tus conversaciones con ella. ¡Escucha la experiencia que describe de la Diosa! Placeres desenfrenados y prohibidos. Éxtasis sin normas, sin límites. Los hombres somos seres pusilánimes. Y los de la Raza, peor. Hemos de aferramos a la Madre Iglesia, seguir sus preceptos, cantar su liturgia, confesar nuestros pecados, recibir la absolución… Toda esa cháchara de libre albedrío es un disparate. Los hombres no pueden confiar en la guía de sus corazones. Hay que controlar este albedrío, amoldarlo al de Dios… mediante la fuerza, si es necesario.

– No justifiquéis vuestros crímenes diciendo que serán útiles a la Iglesia -le interrumpió Michel, asqueado-. Sybille dice que devoráis las almas de los prisioneros ejecutados para así almacenar más poder mágico.

– ¿Y por qué no, si sirve a Dios? -tronó Chrétien-. En mis oraciones pido que sea un purgatorio para ellas, y así conseguir lentamente su redención.

Michel cerró los ojos, horrorizado por todos los que habían muerto a manos del cardenal, incluido el pobre Charles.

– Supongo que ahora me mataréis.

La vehemencia del cardenal se calmó. Una leve sonrisa irónica se insinuó en sus labios.

– En absoluto, Michel. Te ayudaré a cumplir tu sagrada misión de convertirte en mi sucesor, de ser el más poderoso inquisidor jamás conocido. En ti recae el honor de descubrir y destruir a la Raza, pues tus poderes mágicos son mucho mayores que los míos.

– Me llamo Luc -replicó con apasionamiento el joven-, y no responderé a otro nombre ni a otro destino. Solo deseo estar con Sybille y descubrir mi verdadero Camino. Ya no creo que lo Divino pueda encontrarse en plegarias sin sentido o en rituales prescritos.

– Ah. -Chrétien se reclinó en su silla, divertido-. Así que por fin has recobrado el sentido, ¿verdad, mi Luc de la Rose? Supongo que tu Sybille y tú nos abandonaréis ahora. En ese caso, querrás llevarte algo antes de partir.

Rebuscó debajo del camisón, se quitó un pequeño medallón de oro que colgaba de una fina cadena y lo dejó sobre la mesa, al lado de Luc. Aunque Luc no recordaba haberlo visto antes, sabía que estaba contemplando el Sello de Salomón que Jacob le había dado mucho tiempo atrás.

Extendió la mano pero se detuvo a un dedo de distancia del objeto, incapaz de avanzar más, como si los dedos hubieran tropezado con una piedra invisible. Lo intentó de nuevo con todas sus fuerzas, hasta que los músculos del antebrazo se crisparon espasmódicamente, y empezó a sudar, pero no se acercó ni un milímetro más.

– Adelante -dijo Chrétien con el júbilo de un niño-. Cógelo, Michel. Contiene tu destino.

Rió mientras Luc se esforzaba por tocar el Sello, hasta que su diversión se desvaneció.

– Ahora estás enfurecido y te sientes solidario con Sybille -dijo Chrétien al frustrado monje-, pero mañana todo cambiará. Porque arderá al amanecer. Y cuando muera, yo reclamaré sus poderes.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En el tiempo de las Hogueras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En el tiempo de las Hogueras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jeanne Kalogridis - The Borgia Bride
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - La Cautiva De Los Borgia
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - El secreto de Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il Signore dei Vampiri
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il patto con il Vampiro
Jeanne Kalogridis
Juan F. Rivero - Las hogueras azules
Juan F. Rivero
Jeanne Kalogridis - Painting Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Scarlet Contessa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Devil’s Queen
Jeanne Kalogridis
Отзывы о книге «En el tiempo de las Hogueras»

Обсуждение, отзывы о книге «En el tiempo de las Hogueras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x