Jeanne Kalogridis - La Cautiva De Los Borgia

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeanne Kalogridis - La Cautiva De Los Borgia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Cautiva De Los Borgia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Cautiva De Los Borgia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La inocencia de la joven Sancha de Aragón, así como el honor de su linaje, se ponen a prueba cuando su matrimonio con Jofre Borgia, el hijo menor del papa Alejandro VI, la arrastra al círculo íntimo de la familia más poderosa de Europa, la más intrigante y la que mayores suspicacias despierta. Un irresistible relato de conspiraciones, intrigas, pasión, deslealtades y codicia desde el punto de vista de una noble española obligada a vivir en un mundo brillante y muy peligroso.

La Cautiva De Los Borgia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Cautiva De Los Borgia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El obedeció. Miró en silencio mientras yo vertía el polvo del frasco grande en el más pequeño. «Solo una pequeña cantidad», había dicho Lucrecia; nunca le pregunté cómo había adquirido esa experiencia. Vacié en el frasco casi una tercera parte, bastante para acabar con el ejército papal.

Los tapé, y le di a Jofre el más pequeño, lleno hasta la mitad con el polvo gris azulado. Se lo guardó en un bolsillo escondido en su túnica.

– ¿Por qué no me lo das todo? -Su voz tenía un rastro de herida petulancia.

– Porque si nos descubren -respondí con voz tranquila-, necesitaremos algo para nosotros.

Se puso pálido, pero se recuperó y asintió.

Guardé el frasco verde en mi bolsillo secreto en el corpiño.

– Mientras tanto, llevaré esto encima a todas horas, así que si nos capturan…

El asintió de nuevo, esta vez con firmeza, para indicar que no necesitaba acabar la frase.

Ambos nos volvimos hacia el balcón, donde nos esperaba la cena.

– Soy incapaz de comer -dijo Jofre.

– Yo también. Llamaré a los sirvientes para que retiren la mesa.

Jofre se volvió para marcharse; le sujeté la mano y le dije:

– Tengo poca fe en Dios. Pero rezaré por ti.

Sonrió sin ánimos al escucharme, y de pronto me sujetó para darme un beso. No era el beso de un marido casado hacía mucho tiempo, sino el de un joven a una mujer a la que amaba con pasión.

Me aparté, abrumada, todavía en sus brazos; en sus ojos, en su rostro, vi al joven tímido de nuestra noche de bodas.

– Lamento haberte decepcionado, Sancha -susurró-. No volverá a ocurrir.

Con estas palabras nos separamos. Mantuve mi promesa; recé por él durante toda esa noche de insomnio, con mi mano apoyada sobre el corazón.

El día siguiente -el de la comida de César- pasó con una atormentadora lentitud. Aquella noche no tuve noticias de Jofre; tampoco lo había esperado, porque la canterella necesitaba tiempo para actuar.

Pero a la segunda, cuando Jofre no apareció para darme su informe, comencé a preocuparme. A la tercera, ya temblaba. ¿Me había traicionado? ¿Lo habían descubierto y detenido?

Pasé las horas sentada en la antecámara, pensando si debía utilizar el frasco verde que apretaba en mi puño.

Poco antes del alba, el cansancio acabó venciéndome. Fui tambaleante hasta la cama y me dormí, inquieta.

Desperté en mi cama con la visión más increíble: en un primer momento, pensé que soñaba. A mi lado, doña Esmeralda yacía inmóvil; Rodrigo dormía tranquilo en su cuna.

Inclinadas sobre mí estaban Dorotea de la Crema y Caterina Sforza, ambas en camisón.

Parpadeé, pero ninguna de las apariciones desapareció.

– El Papa ha sido envenenado -susurró Dorotea-, César también.

Me senté con una sonrisa, reanimada por una sensación de júbilo.

– ¿Están muertos?

– No -dijo Caterina; su rostro pálido estaba radiante de alegría. Mi corazón casi se detuvo cuando pronunció el monosílabo; ella continuó-: Están muy graves, y temen nuevos ataques. Nuestros guardias se han marchado.

– ¿Giacomo se ha ido? -Me calmé. El rumor decía que la canterella a veces tardaba días en hacer su trabajo. Si los guardias se habían marchado, era señal de que no esperaban que Su Santidad sobreviviese.

– Se ha ido -respondió Dorotea, complacida.

Me apresuré a ir a mi armario y vestirme con un tabardo.

– Asistieron a una fiesta -explicó Dorotea, en tono alegre-. A la noche siguiente, Alejandro sufrió unas fiebres. Nadie le hizo mucho caso, después de todo son los días más calurosos del verano, y todos sufren de un mal u otro, pero entonces, ayer por la mañana, mostró todos los síntomas de la canterella. También César está enfermo. Mi guardia dijo que la mermelada estaba envenenada. Pero nadie más en la fiesta ha caído enfermo. Es posible que el veneno no haya actuado todavía.

– Venid a mirar -nos llamó Caterina, feliz como un niño, y sujetó mi mano. Nos llevó escaleras abajo hasta la logia. El edificio desierto, sin un carcelero a la vista. Miramos la plaza, y a lo largo de la calle, al Vaticano.

Las puertas estaban cerradas; soldados armados montaban guardia.

Caterina se inclinó tanto por encima de la balaustrada, que temí que fuese a caer; la sujeté por el brazo. Ella me apartó, impaciente.

– Déjame.

– ¿Qué haces? -pregunté.

Ella, con la más dulce y pura de las sonrisas que jamás había visto, me respondió:

– Escucho las campanas.

Al mediodía siguiente, mientras doña Esmeralda atendía a Rodrigo y yo empaquetaba mis cosas en el dormitorio -en un intento por tranquilizarme con ese acto de esperanza- Jofre apareció en la puerta. Sus hombros estaban inclinados por un peso invisible; su rostro descompuesto. No portaba buenas noticias; mis manos en la capa de terciopelo doblada, que me disponía a colocar en el baúl, se tensaron.

– Doña Esmeralda, necesito hablar con mi esposa a solas. -Sus palabras sonaron espesas como la de un borracho; pero no era el vino lo que afectaba a su voz, sino el miedo. Su boca estaba tan seca que la lengua se le pegaba en el paladar y los dientes.

Esmeralda asintió y sujetó la mano del pequeño Rodrigo. Al pasar a mi lado, me dirigió una mirada. Mi vieja dama de compañía no era una tonta; en su rostro redondo y arrugado había una expresión de absoluta comprensión. Sin duda había notado la angustia de Jofre y mi inquietud, y las relacionaba con los envenenamientos en el Vaticano.

En su astuta mirada no había reproche, sino aprobación.

Tan pronto como ella se hubo marchado con el niño, me acerqué a Jofre y pasé mis manos por sus hombros y a lo largo de sus brazos. Su túnica estaba húmeda, él temblaba. Sus ojos castaños estaban inyectados en sangre por la falta de sueño; en su bigote, brillaban las gotas de sudor.

– Habla, esposo.

El se acomodó los rizos.

– No han muerto. Me temo que están mejorando.

– ¿Qué ha pasado?

– Los nervios -contestó, sin mirarme por la vergüenza-. Derramé el polvo. Casi todo. Me llevé las copas de vino detrás de un árbol, pero no podía sujetarlas y al mismo tiempo sujetar el frasco… solo quedaba un poco.

– ¿Cuál es su estado actual? -Mi pregunta era urgente; no había tiempo para consolarlo.

– Padre es quien está peor. Algunas veces no sabe dónde está o quién está con él. Pero los vómitos y el flujo sanguinolento se han detenido, y esta mañana ha podido beber un poco de caldo. Durante la fiesta, bebió el vino puro; un vino de Trebbia, muy fuerte, pero César vertió un poco del suyo después de que se lo serví, y lo mezcló con agua. También está enfermo, demasiado débil para abandonar el lecho, pero no tanto como padre. Me suplicó que me sentase con él. Se recuperará, lo sé… finalmente me excusé, y le dije que necesitaba descansar. -Tendió una mano y se sujetó a mi brazo cuando le fallaron las rodillas; solté la capa de terciopelo, y lo llevé hasta la cama, donde se sentó.

Se cubrió el rostro con las manos.

– Te he fallado, Sancha. Ahora tendremos que tomar el veneno nosotros.

A la vista de su debilidad, podría haberme enfadado, pero en cambio sentí una calma antinatural. Una convicción irrazonable y misteriosa como la fe me dominó; sabía más allá de cualquier duda que Jofre me había ayudado a dar los primeros pasos para cumplir con mi destino. Ahora me tocaba a mí completarlo.

– No -afirmé-. No sufriremos ningún daño. Solo necesito un poco más de tu ayuda. Háblame de su situación. ¿Están custodiados?

Jofre sacudió la cabeza.

– Los únicos guardias que quedan ahora rodean el Vaticano. El resto ha huido, como la mayoría de los sirvientes… pero si se enteran de que padre y César mejoran podrían regresar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Cautiva De Los Borgia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Cautiva De Los Borgia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jeanne Stein - Cloud City
Jeanne Stein
Jeanne Stein - The Becoming
Jeanne Stein
Jeanne Kalogridis - The Borgia Bride
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - El secreto de Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il Signore dei Vampiri
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il patto con il Vampiro
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Painting Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Scarlet Contessa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Devil’s Queen
Jeanne Kalogridis
Отзывы о книге «La Cautiva De Los Borgia»

Обсуждение, отзывы о книге «La Cautiva De Los Borgia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x