Colleen McCullough - Favoritos De La Fortuna

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Argumento: Desde el año 83 al 69 antes de Cristo, los principales acontecimientos de la historia de la antigua Roma en un fascinante mosaico novelesco que respeta escrupulosamente la verdad de los hechos, aunque narrándolos con la amenidad de la mejor de las novelas. En el relato aparecen numerosos personajes, pero el que tiene mayor protagonismo es un Julio César adolescente que consigue desembarazarse de sus obligaciones sacerdotales para demostrar a todos su extraordinaria inteligencia y su valor, que harán de él en el futuro un héroe celebérrimo de la historia romana. Las costumbres de la época, las estrategias bélicas, las intrigas políticas, los usos amatorios, etc., adquieren también gran importancia en esta novela, que constituye la tercera parte del gran ciclo de Colleen McCullough.

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Las reuniones del Senado debían celebrarse en lugares debidamente consagrados, ya que no siempre tenían lugar en su sede, la Curia Hostilia. Las ceremonias y la sesión del día de Año Nuevo, por ejemplo, se celebraban en el templo de Júpiter Optimus Maximus, mientras que las sesiones para tratar de la guerra, se llevaban a cabo en el templo de Belona, fuera del pomerium. Estas sesiones sólo se celebraban desde el amanecer hasta el ocaso, y se suspendían en los días reservados a las reuniones de los comitia siempre que éstas se celebrasen.

Hasta que Sila lo reorganizó, como hizo con tantas cosas, existía en el Senado una estricta jerarquía entre los que tenían voz en las sesiones, siendo el príncipe del Senado y los consulares quienes tenían preferencia a tomarla antes que los elegidos para un cargo del que no hubieran tomado posesión; después de la reforma de Sila, éstos -cónsules y pretores electos- la tomaban antes que aquéllos. En cualquier caso, los patricios siempre precedían en el uso de la palabra a los plebeyos de similar condición, y no todos los senadores tenían voz en la cámara; los senatores pedarii, que se sentaban detrás de los que tomaban la palabra, sólo podían votar. No había limitaciones en cuanto al tiempo o contenido de la oratio (discurso) y de ahí la popularidad de la maniobra actualmente denominada obstruccionismo. Si el asunto no era importante o la respuesta totalmente unánime, el voto podía ser verbal o a mano alzada, pero se recurría al voto formal cuando existían discrepancias entre los senadores, que se levantaban para situarse a un lado u otro del estrado curul, según diesen el «sí» o el «no», y así efectuar el recuento. El Senado era un organismo asesor más que legislativo y promulgaba sus consulta o decretos a petición de las distintas asambleas. Si el asunto era grave, se requería un quorum para llegar a la votación, aunque no se sabe qué proporción determinaba tal quorum. ¿Quizás un cuarto? Desde luego, la mayoría de las sesiones no contaban con una nutrida asistencia, al no existir un reglamento que especificase la obligación de asistir a todas las sesiones.

Por tradición, el Senado tenía potestad suprema en ciertas cosas, pese a su carencia de poder legislativo; así era el caso en cuestiones fiscales porque controlaba el Erario (fiscus) y el tesoro; en asuntos exteriores y en cuestiones bélicas; en administración de las provincias y en el nombramiento de sus gobernadores.

senatus consultum de re publica defendenda. Era un decreto inapelable del Senado, así denominado porque Cicerón abrevió su definición a senatus consultum ultimum. Desde 121 a. JC. en que Cayo Graco recurrió a la violencia para impedir que se derogasen sus leyes, en los casos de excepción el Senado asumía prioridad sobre todos los organismos legislativos promulgando un senatus consultum de re publica defendenda que venía a ser una especie de ley marcial y como un mecanismo para evitar el nombramiento de un dictador.

servianas, murallas. Eran los muros Servii Tullii o Tulli. Los romanos creían que las murallas que rodeaban la ciudad republicana habían sido levantadas en tiempos del rey Servio Tulio, pero la evidencia invita a pensar que fueron construidas después del saqueo de Roma por los galos de Breno el 390 a. JC. Hasta tiempos de la dictadura de César estuvieron perfectamente conservadas.

servidores públicos (funcionarios). Cuanto más amplío mis investigaciones, más convencida estoy de que en Roma había servidores públicos. No obstante, el Senado y las asambleas, que eran los organismos gubernamentales, solían detestar a esta clase de servidores, y muchas de las transacciones públicas de Roma las realizaban empresas y/o individuos particulares del sector de los negocios; esta privatización perduraba en tiempos de la república y se regulaba por medio de los censores, pretores, ediles y cuestores. Las contratas se efectuaban sobre un precio estipulado por el servicio, pero a pesar de todo, había muchos servidores públicos: oficinistas, escribas, secretarios, contables, factotums, ayudantes religiosos, esclavos públicos, oficiales electorales, oficiales de los comicios, lictores… aparte de las legiones. La caballería puede decirse que era «de alquiler». La paga y las condiciones de trabajo no serían muy buenas, pero, aparte de los esclavos públicos, todos los servidores públicos eran probablemente ciudadanos romanos. Un gran contingente de los servidores del sector de la administración eran libertos griegos.

sestercios (sestertius). La moneda romana más corriente, y unidad contable, de ahí su proliferación en los textos de la época. Su nombre deriva de semi tertius o dos ases y medio. En plural eran sestertii, se representaban con la abreviatura HS y era una pequeña moneda de plata equivalente a un cuarto de denario.

sextilis. En origen era el sexto mes cuando el Año Nuevo romano comenzaba en marzo, y mantuvo ese mismo nombre después de que se decidiera cambiar el inicio del año al mes de enero. Nosotros lo denominamos agosto, como hicieron los romanos (augustus) a partir del reinado de Augusto.

Sibila, libros de. La Sibila era un oráculo que dictaba sus profecías en trance, como casi todas las pitonisas. Esta, de gran fama, vivía en Cumas, ciudad de la costa de Campania. El Estado romano poseía una serie de profecías escritas llamadas los libros de la Sibila, adquiridos, al parecer, por el rey Tarquinio Prisco y redactados en griego en hojas de palmera (posteriormente se pasaron a papel). Según la leyenda, cada vez que el rey se negaba a comprarlas, ardía un libro y aumentaba el precio; hasta que se resignó a adquirir el resto. Estos libros tan respetados los guardaba un colegio formado por diez sacerdotes menores, los decemviri sacris faciundis, hasta que Sila aumentó su número a quince y fueron los quindecimviri sacris faciundis, a quienes en momento de crisis el Senado del Pueblo de Roma consultaba para comprobar si había alguna profecía aplicable a la situación. Estos libros se perdieron en el incendio que destruyó el templo de Júpiter el seis de julio de 83 a. JC., ordenando Sila una búsqueda de sibilas por todo el orbe para recuperar los escritos.

socius, socii. Era un extranjero que tenía categoría de aliado de Roma.

Sol Indiges. Uno de los dioses más antiguo de Roma, al parecer (el Sol) esposo de Tellus (la Tierra). Poco se sabe de su culto, pero parece ser que estaba muy difundido y los juramentos hechos en su nombre eran por asuntos serios.

sponsio. En casos de litigio civil que no requería proceso ante un tribunal, es decir, los casos en los que entendía el pretor urbano, éste sólo les daba curso si se depositaba previamente una suma llamada sponsio. La suma solía ser la equivalencia a los daños y perjuicios o la cantidad en litigio en casos de deuda. También en las quiebras bancarias o en los impagados se denominaba a esa suma sponsio. Hasta la época de la dictadura de Sila, si el querellante o su abogado no podían reunir la suma, el pretor no daba curso a la querella; Sila solventó la dificultad, permitiendo que el pretor urbano o el pretor de extranjeros tuvieran potestad para eximir el depósito de dicha cantidad. Por cierto, que él lo puso en práctica por primera vez al tratar de reforzar la constitución antes de partir para la guerra contra Mitrídates; pero sus leyes fueron pronto derogadas y sólo se conservaron las que había inscrito en tablillas durante su dictadura.

stibium. Polvo negro a base de antimonio, soluble en agua, que se usaba para pintarse cejas y pestañas y perfilar los ojos.

stimulus, stimuli. Para los romanos, un stimulus era una estaca aguzada colocada en el fondo de los fosos o trincheras de las fortificaciones; su significado se extendía a cualquier instrumento aguzado para aguijonear a un animal, e, implícitamente, un stimulus era algo que producía agudo dolor mental o preocupación.

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