Manuel Chaves Nogales - El maestro Juan Martínez que estaba allí

Здесь есть возможность читать онлайн «Manuel Chaves Nogales - El maestro Juan Martínez que estaba allí» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 2012, ISBN: 2012, Издательство: Libros del Asteroide, Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El maestro Juan Martínez que estaba allí: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El maestro Juan Martínez que estaba allí»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Después de triunfar en los cabarets de media Europa, el bailarín flamenco Juan Martínez y su compañera, Sole, fueron sorprendidos en Rusia por los acontecimientos revolucionarios de febrero de 1917. Sin poder salir del país, en San Petersburgo, Moscú y Kiev sufrieron los rigores provocados por la revolución de octubre y la sangrienta guerra civil que le siguió. El gran periodista sevillano Manuel Chaves Nogales conoció a Martínez en París y asombrado por las peripecias que éste le contó, decidió recogerlas en un libro.
conserva la intensidad, riqueza y humanidad que debía tener el relato que tanto fascinó a Chaves. Se trata, en realidad, de una novela que relata los avatares a los que se ven sometidos sus protagonistas y cómo se las ingeniaron para sobrevivir. Por sus páginas desfilan artistas de la farándula, pródigos duques rusos, espías alemanes, chequistas asesinos y especuladores de distinta calaña.
Compañero de generación de Camba, Ruano o Pla, Chaves perteneció a una brillante estirpe de periodistas que, en los años 30, viajaron por todo el mundo, ofreciendo algunas de las mejores páginas del periodismo español de todos los tiempos.

El maestro Juan Martínez que estaba allí — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El maestro Juan Martínez que estaba allí», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Kiev, en aquellos tiempos, era el paraíso de los burgueses. Todo el señorío de Moscú y Petrogrado se había refugiado allí en espera de tiempos mejores, y triunfaba y gastaba con ese aturdimiento y esa liberalidad del que no sabe lo que ha de pasar el día de mañana. El zar estaba prisionero, pero en Kiev, a pesar del Directorio revolucionario, los amos eran los zaristas. Los teatros y los cabarets estaban llenos de aristócratas, oficiales y burgueses triunfantes. Nosotros debutamos en el Château des Fleurs y tuvimos un gran éxito entre aquel público de contrarrevolucionarios. Todas las noches iba a vernos bailar un gran cantante ruso, oficial del ejército imperial, llamado Chakolski, al que acompañaba una dama aristocrática, su amante. Era una peña formada por aristócratas, militares y artistas famosos, entre los que estaba la gran cantante Maria Alejandrovna Lianskaya. Iban al cabaret sólo por verme bailar flamenco, y cuando yo terminaba mi número se marchaban. Parecían gente amable y generosa, pero enemigos acérrimos de la revolución. A Chakolski lo fusilaron los bolcheviques la primera vez que entraron en Kiev.

Yo bailaba un flamenco algo convencional, porque en la revolución de marzo había perdido las músicas y tuve que írselas tarareando a un compositor ruso para que las escribiera con la mayor semejanza posible. Era un flamenco pasado por Moscú. Gustaba mucho, sin embargo. En Kiev había trabajo siempre, y por todas partes se abrían cabarets, teatros y casas de juego. Los burgueses aquellos estaban muy asustados, pero se jugaban las pestañas y se divertían de lo lindo. Fue una temporada de lujo, alegría y derroche. Empezó a circular entonces el dinero de Kerenski, y ya al final apareció también el dinero ucraniano. Un rublo del zar valía dos kerenski, y un rublo kerenski, dos rublos ucranianos. La gente despreciaba el dinero nuevo y guardaba codiciosamente los rublos zaristas, a pesar de que habían bajado tanto que se empezaba a contarlos por cientos y miles. La calderilla había desaparecido, y la substituían unos sellos pequeñitos como los de Correos. Con todo aquel desbarajuste se perdió la noción del valor del dinero, y los burgueses que habían venido huyendo de Petrogrado y Moscú lo tiraban a manos llenas. A pesar de las alarmantísimas noticias que llegaban de la capital a fines de julio. En Petrogrado, según se decía, los revolucionarios habían ahorcado a once generales acusados de alta traición.

En el corazón de la Rusia Blanca

Hicimos una tournée por la Rusia Blanca. Fuimos, primero, a Gomel, una ciudad pequeña, pero muy rica y muy cuidada, en la que se vivía todavía con una holgura y un sosiego que le hacían a uno olvidarse de la guerra y de la revolución. En Gomel se vivía aún como debió vivirse en los buenos tiempos en todas las provincias rusas. Las gentes eran amables y buenas. Había un café con soberbios espejos y doradas cornucopias, en el que se daba cita la crema de la localidad. Se comía bien por poquísimo dinero, y había muchas confiterías en las que se vendían por diez copecks unos pasteles riquísimos que tenían fama en toda la comarca. Había muchos judíos ricos y algunas familias nobles, muy consideradas, cuyos hijos eran oficiales del ejército imperial. En el parque había un teatrito, al que acudía para vernos bailar un público atildadito y cariñoso. Tenía gran éxito entre aquellos elegantes de Gomel una artista rusa muy gorda, que se llamaba Anona y cantaba unas canciones sentimentales que se sabían de memoria todas las criadas.

En fin, una vida deliciosa de capital de provincia, que ignoraba todo lo que estaba pasando en Rusia, la guerra, la revolución, el hambre… ¡Quién hubiera podido quedarse entre aquellas gentes tan amables, que sabían hacer unos pasteles tan ricos!

Desde Gomel fuimos a Baronij, y cambió por completo la decoración. Baronij es una ciudad pequeña, de una sola calle, recorrida por los ripers , y unas callecitas transversales en cuesta que bajan hacia el río. La población estaba formada por campesinos, gente miserable, sobre la que destacaban diez o doce familias nobles propietarias de la tierra. Allí tenían ya una guerra viva. Los campesinos querían apoderarse de las tierras en vista de que había habido una revolución en Petrogrado, y los dueños se defendían a tiros. Teóricamente mandaba Kerenski, pero quienes campaban por sus respetos eran los campesinos más pobres, los más desharrapados, que aunque todavía no se llamaban bolcheviques eran bolcheviques auténticos. Las autoridades procuraban contenerlos. Se habían apoderado de varias fincas y hacían lo que les daba la gana. Menudeaban los asaltos y los atracos. Nosotros teníamos que ir de madrugada desde el parque Trek, donde trabajábamos, hasta nuestra casa, y pasábamos un miedo terrible. Yo entonces me hice con una bayoneta austríaca, que llevaba metida en el pantalón, por si acaso. Los últimos días nos acompañaba un policía.

La casa en que vivíamos era de una planta y tenía un patio grande, al que daban las ventanas de nuestras habitaciones. Hacía un calor terrible, pero no nos atrevíamos a tener las ventanas abiertas, y mientras las mujeres dormían los hombres nos quedábamos en vela jugando al póquer hasta el amanecer. Una madrugada la mujer de un artista excéntrico que vivía con nosotros vio una mano que se aferraba al alféizar de la ventana para saltar y gritó. Acudimos, yo con mi bayoneta en ristre, y vimos unos bultos que huían favorecidos por las sombras de la calle, totalmente a oscuras.

Aquello ya se parecía algo a lo que iba a ser la revolución.

8. Lo que hice yo en Moscú durante los diez días que conmovieron al mundo

A mí la toma del poder por los bolcheviques, los famosos diez días que conmovieron al mundo; me cogieron en Moscú vestido de corto, bailando en el tablado de un cabaret y bebiendo champaña a todo pasto.

Después de la tournée por Ucrania, y cuando vimos la mala jeta que tenían los campesinos en los últimos tiempos de Kerenski, decidimos refugiarnos en Moscú. Aquellas bestias de campesinos rusos eran capaces de todo. En una ciudad grande y civilizada —pensamos— no es posible que se cometan grandes atrocidades. Moscú, en septiembre y octubre de 1917, vivía alegre y confiado, sorteando con buen ánimo los sinsabores de la guerra y la revolución. El Gobierno de Kerenski lo permitía todo, y durante el verano se abrieron cadenas de cabarets y casas de juego, en los que rodaba el dinero alegremente. Los pobres hacían cola mientras tanto a la puerta de las panaderías, pero los rusos eran gente acostumbrada a estos contrastes.

Nos contrataron en el Yaz, que estaba entonces en todo su apogeo. A la famosa «sala de Napoleón», del Yaz, acudía todas las noches un gentío alegre que bebía y jugaba frenéticamente, sin pensar en el mañana. Allí conocí a varios oficiales de la misión militar francesa, que me llevaban a su cuartel para jugar al ajedrez. El comandante de la misión, que también se hizo muy amigo mío, era un francés típico, bueno y colérico, tan apasionado por el ajedrez que cuando me dejaba ganar me obsequiaba con grandes paquetes de azúcar, té, macarrones y pastas, cosas que ya escaseaban mucho en Rusia, y, en cambio, cuando perdía se encolerizaba y decía que yo le había hecho trampas. Me ganaba casi siempre, naturalmente.

Desde el Yaz pasamos al Jardín del Invierno, y luego a otro cabaret llamado Alpinskaia Rosa, cuyo director, Butler, murió de hambre meses después —yo le vi morir—, teniendo en el bolsillo una cuenta corriente en el banco de veinticinco mil rublos oro, que los bolcheviques no le dejaron sacar. En el hotel Savoy se abrió también un saloncito para tés-tangos, en el que yo estuve actuando como danseur mondaine , vestido irreprochablemente de frac. Frente al Metropol se inauguró otro salón de té-tango, en que también actuamos. Un público muy mezclado de negociantes, políticos, judíos y nuevos ricos llenaba aquellas salas, triunfando y gastando como si no hubiera habido tal revolución. Sólo a la madrugada, cuando, al volver hacia casa, nos paraban las patrullas de soldados o veíamos las colas a las puertas de las tiendas, advertíamos que aquello marchaba hacia un despeñadero.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El maestro Juan Martínez que estaba allí»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El maestro Juan Martínez que estaba allí» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Manuel Chaves Nogales - La vuelta a Europa en avión
Manuel Chaves Nogales
Manuel Chaves Nogales - A sangre y fuego
Manuel Chaves Nogales
Manuel Chaves nogales - Ifni
Manuel Chaves nogales
Vicent Josep Martínez García - Marineros que surcan los cielos
Vicent Josep Martínez García
Juan Carlos Martínez - Justicias indígenas y Estado
Juan Carlos Martínez
Ramón Martínez Piqueres - Tú vivirás mejor que yo
Ramón Martínez Piqueres
Joan Martínez Alier - El ecologismo de los pobres
Joan Martínez Alier
Juan Manuel Martínez Plaza - La Pasión de los Olvidados:
Juan Manuel Martínez Plaza
Juan José Martínez Olguín - El parpadeo de la política
Juan José Martínez Olguín
Juan Sebastián Ariza Martínez - Educación, arte y cultura
Juan Sebastián Ariza Martínez
Manuel Serrano Martínez - El origen del cansancio
Manuel Serrano Martínez
Отзывы о книге «El maestro Juan Martínez que estaba allí»

Обсуждение, отзывы о книге «El maestro Juan Martínez que estaba allí» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x