Kate Furnivall - La Concubina Rusa

Здесь есть возможность читать онлайн «Kate Furnivall - La Concubina Rusa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Concubina Rusa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Concubina Rusa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Año 1928. Exiliadas de Rusia tras la revolución bolchevique, Lydia Ivannova y su madre hallan refugio en Junchow, China.
La situación de los rusos, expulsados de su país sin pasaporte ni patria a la que regresar, es muy difícil. La ruina económica las acecha y Lydia, consciente de que tiene que exprimir su ingenio para sobrevivir, recurre al robo.
Cuando un valioso collar de rubíes (regalo de Stalin) desaparece, Chang An Lo, amenazado por las tropas nacionalistas a la caza de comunistas, interviene en la vida de Lydia y la salva de una muerte segura.
Atrapados en las peligrosas disputas que enfrentan a las violentas Triadas (organizaciones criminales de origen chino) de Junchow, y prisioneros de las estrictas normas vigentes en el asentamiento colonial, Lydia y Chang se enamoran y se implican en una lucha atroz que les obliga a enfrentarse a las peligrosas mafias que controlan el comercio de opio, al tiempo que su atracción sin fin se verá puesta a prueba hasta límites insospechados.

La Concubina Rusa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Concubina Rusa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando salió, y tal como ella sospechaba, él estaba esperándola. A pesar de encontrarse de pie, dándole la espalda, junto al pequeño cementerio que había tras la iglesia, pareció notar el momento en que apareció, porque le habló sin volver la cabeza. ¿Cómo encuentran vuestros muertos el camino a casa?

– ¿Qué?

Entonces sí dio media vuelta y, tras esbozar una sonrisa breve, le hizo una reverencia. Tan educado… Tan correcto… Lydia sintió una punzada de decepción: notaba que el joven mantenía una distancia entre los dos que en las ocasiones anteriores no había existido, y que se mantenía serio, como si ella fuera una desconocida a la que hubiera conocido en la calle. Y, sin duda, era algo más que eso, ¿no?

Lydia levantó la barbilla y le dedicó la sonrisa fría con que el señor Theo castigaba a Polly cuando quería ser sarcástico.

– Has venido -le dijo y, como sin darle importancia, se concentró en el campanario de San Salvador.

– Por supuesto que he venido.

Algo en aquella voz la llevó a fijarse en él que, por su parte, se acercó más, aunque con tanto sigilo que no se oyeron sus pasos. Pero sí, ahí estaba, tan cerca que podría haberlo tocado. Y sus ojos alargados, negros, le hablaban, a pesar del silencio de su boca. Había ladeado ligeramente el rostro, pero seguía observándola fijamente. Ella le sonrió de nuevo, pero esa vez con una sonrisa franca, y vio que él parpadeaba con la lentitud con que los gatos cierran los ojos cuando la luz del sol les resulta excesiva.

– ¿Cómo estás? -le preguntó.

– Estoy bien.

Pero su mirada decía lo contrario, y como si se encontrara al borde de un acantilado, pareció tensar los músculos bajo la túnica negra. Parecía a punto de saltar, pero entonces suspiró de un modo peculiar, y con apenas una sonrisa tímida, fugaz, volvió la cabeza.

Era la primera vez que ella le veía el perfil derecho.

– ¡La cara…! -exclamó, antes de detenerse. Sabía que los chinos consideraban de mala educación los comentarios personales-. ¿Te duele?

– No -respondió.

Pero debía de estar mintiendo. Tenía aquella mitad del rostro abierta, hinchada. Un cardenal negro, al que asomaban restos de sangre seca, le recorría el espacio que separaba la frente de la oreja. Al verlo, Lydia se puso furiosa.

– Ese policía -dijo, colérica-. Lo denunciaré por…

– ¿Cumplir con su deber? -replicó él muy serio-. Creo que no sería una decisión demasiado sensata.

– Pero tienen que curarte eso -insistió Lydia-. Iré a buscar a la señora Yeoman, ella sabrá qué hay que hacer. -Hizo ademán de regresar al comedor, impaciente por conseguir ayuda.

– No, por favor -dijo él con voz amable pero firme.

Ella se detuvo en seco y lo miró, observó con fijeza aquella figura que conocía pero que a la vez no conocía. Él seguía allí, inmóvil, con algo en la mano. ¿Qué? ¿Qué más le ocultaba? En su quietud se mostraba tan elegante como en los movimientos que había ejecutado en el callejón. Los hombros eran musculosos, pero las caderas le parecieron más estrechas que las suyas. Cubrían sus pies unos horribles zapatos de goma.

Ni antes, en el comedor, ni cuando la saludó, se había fijado en el perfil herido de su rostro, y ahora caía en la cuenta de que era porque se lo había mantenido oculto. Tal vez temiera su reacción. Tal vez creyera que se trataba de una muestra de debilidad por su parte, de una incapacidad para cuidar de sí mismo. Lydia meneó la cabeza, consciente de que estaba entrando en un mundo raro y delicado, un mundo que le resultaba tan ajeno como su lengua. Y debía avanzar con pies de plomo. Asintió, acatando sus deseos, y volvió la cara hacia las lápidas, pulcras y adornadas con claveles rojos dispuestos en unos jarrones pequeños. Ese mundo sí lo entendía.

– Sus espíritus van directamente al cielo -dijo, señalando los rectángulos de hierba-. No importa dónde mueran, si son cristianos, pero si son malos van al infierno. O eso es lo que nos dicen los sacerdotes. -Volvió la cabeza para observarlo y descubrió que, en lugar de fijarse en las tumbas, tenía la vista clavada en ella. Lydia le sostuvo la mirada y añadió-: De modo que yo, claro está, me iré derecha al infierno.

Y soltó una carcajada.

El joven pareció escandalizado, pero al cabo de un instante esbozó su sonrisa tímida.

– Creo que te burlas de mí.

Oh, no, la había malinterpretado de nuevo. ¿Cómo se habla con alguien tan distinto? En todos los años que llevaba en Junchow, los únicos chinos con los que había hablado eran dependientes de tiendas y criados, pero conversaciones como «¿Cuánto vale?» y «Una libra de habas de soja» no contaban. Sus tratos con el señor Liu, el encargado de la casa de empeños, eran lo que más se acercaba a una comunicación real con un nativo chino, e incluso estaba salpicada de peligro. Debía volver a empezar. Con gran formalidad, juntando las manos y bajando la mirada, le hizo una reverencia.

– No me burlo de ti. Deseo darte las gracias. Tú me salvaste en el callejón, y te estoy agradecida. Te debo mi agradecimiento.

Él no se movió, ni un solo músculo de su cuerpo, de su rostro, cambió de sitio, pero algo, en lo más profundo de su ser, sí se modificó, y ella se dio cuenta, aunque sin saber exactamente de qué se trataba. Con todo, notó como si un espacio cerrado se hubiera abierto, y sintió una calidez que emanaba de él, y que la pilló por sorpresa.

– No -respondió él, mirándola fijamente a los ojos-. No me debes agradecimiento. -Dio un paso en dirección a ella, y se acercó tanto que Lydia distinguió unas manchas diminutas, rojizas, en sus ojos-. Te habrían cortado el cuello cuando hubieran terminado contigo. Lo que me debes es la vida.

– Mi vida es mía, y sólo me pertenece a mí.

– Y yo te debo la mía. Sin ti, ya estaría muerto. Tendría una bala en la cabeza si no hubieras salido la otra noche a rescatarme. -Le hizo otra reverencia, más pronunciada esta vez-. Te debo mi vida.

– En ese caso, estamos en paz. -Lydia se echó a reír, aunque insegura, pues no sabía lo serio que era todo aquello-. Una vida a cambio de otra vida.

El joven la miró, pero ella no fue capaz de interpretar la emoción que expresaban sus ojos, inmóvil, oscura. No dijo nada, y Lydia empezaba a pensar que tal vez no lo hubiera entendido todo, idea que creyó confirmar cuando él le preguntó:

– ¿Tiene tu señora Yeoman aguja e hilo?

– Supongo que sí. ¿Quieres que vaya a buscarlos?

– Sí, por favor, si eres tan amable.

Ella se fijó en su ropa, en la túnica con el cuello de pico, en los pantalones anchos, pero no vio ningún agujero en ella, de modo que tal vez lo quisiera para llevar a cabo algún ritual de hermandad de sangre, para coser sus vidas. La idea hizo que un calor intenso le recorriera la espalda, y por primera vez desde que el Comisionado Lacock en persona la condujo a la sala de conciertos la noche anterior, el nudo que le oprimía los pulmones se aflojó, y respiró con alivio.

Capítulo 10

– Me llamo Lydia Ivanova.

Le tendió la mano, y él supo al instante lo que esperaba de él, pues se lo había visto hacer a ellos, a los extranjeros. Una costumbre muy desagradable. Ningún chino que se preciara sería tan maleducado como para tocar a otro, y menos a un desconocido. ¿Quién habría deseado sostener una mano que podía acabar de degollar un cerdo, o de acariciar las partes íntimas de una esposa? Aquellos bárbaros eran unas criaturas muy sucias.

Con todo, la visión de aquella mano pequeña, pálida como un lirio, expectante, le resultaba curiosamente tentadora. Quería tocarla, conocer su tacto. Se dieron la mano.

– Y yo me llamo Chang An Lo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Concubina Rusa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Concubina Rusa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Concubina Rusa»

Обсуждение, отзывы о книге «La Concubina Rusa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x