—Está abierto —dijo la voz del Subdirector Vince Durán.
Kate abrió la puerta y pasó adelante. Se había preparado a fondo para ver a Durán y estaba lista para ello. Lo que no había esperado, sin embargo, era ver el rostro de su viejo compañero. Logan Nash le sonrió de inmediato, levantándose de una de las sillas que se hallaban frente al escritorio de Durán.
Durán pareció mirar a un lado para darle espacio al reencuentro. Kate y Logan Nash se fundieron en un abrazo de amigos junto a las sillas para visitantes. Ella había trabajado con Logan en los últimos ocho años de su carrera. Él era diez años menor que ella pero había ido armando con buen pie una distinguida carrera luego que ella se marchó.
—Qué bueno verte, Kate —dijo suavemente en su oído mientras se abrazaban.
—Eso digo yo de ti —replicó ella. Su corazón quedó henchido, y casi burlándose de sí misma, se dio cuenta que sin importar cuánto se esforzara por disfrazarlo, ella realmente había extrañado esta parte de su vida a lo largo del último año.
Al separarse, tomaron asiento, con cierto embarazo, enfrente de Durán. Durante su tiempo juntos como compañeros, muchas veces se habían sentado en esos mismos lugares. Pero nunca había sido por asuntos de disciplina.
Vince Durán respiró profundamente y suspiró. Kate no podía decir qué tan contrariado estaba.
—Bueno, no sigamos dándole vueltas —dijo Durán—. Kate, sabes por qué estás aquí. Le he asegurado al Jefe Budd que manejaría la situación en una forma muy efectiva. Pareció conforme con eso y estoy bastante seguro de que todo el alboroto que armaste lanzando a un sospechoso desde su porche va a ser barrido bajo la alfombra. Lo que me gustaría saber, sin embargo, es cómo es que llegaste al porche de ese pobre hombre.
Ella supo entonces que cualquier conversación desagradable que hubiese estado esperando no iba a suceder. Durán era un monstruo en términos de corpulencia, pesaba unos ciento diez kilos y la mayor parte era masa muscular. Había pasado un tiempo en Afganistán cuando tenía poco más de veinte años y aunque ella nunca se había enterado de todo lo que había hecho por allá, los rumores eran tremendos. Él había visto y hecho cosas bastante crudas que de algún modo se reflejaban en las arrugas de su rostro. Pero hoy, parecía estar de buen humor. Ella se preguntó si era porque ya no le estaba hablando como a alguien que trabajaba a sus órdenes. Casi se sentía como si se estuviera poniendo al día con una vieja amiga.
Eso le facilitó a ella contarles acerca del asesinato de Julie Hicks —la hija de su buena amiga Deb Meade. Pasó a referirles lo de su visita a la casa de los Meade, su conversación con ellos y lo seguros que parecían estar en cuanto a sus sospechas. Luego recreó la escena en el porche de Neilbolt, explicando cómo había comenzado, con solo el ánimo de defenderse, aunque reconocía que había llevado las cosas un poco lejos.
Varias veces escuchó reír por lo bajo a Logan. Durán, entretanto, permaneció mayormente impasible. Cuando hubo terminado, esperó su reacción, y se sintió confundida al ver que todo lo que hizo fue encogerse de hombros.
—Mira... por lo que a mí concierne —dijo— esto no es relevante. Aunque tú podrías haber estado metiendo tu nariz donde no debías, este tipo no tenía porqué ponerte las manos encima —sobre todo después que le dijiste que habias sido del FBI. Eso fue estúpido de su parte. La única cosa que me haría alzar la ceja es que le hayas puesto las esposas.
—Como dije... admito que se me pasó un poco la mano.
—¿A ti? —preguntó Logan en tono de falsa sorpresa— ¡No!
—¿Qué sabes acerca del caso? —preguntó Durán.
—Solo que fue asesinada en su casa mientras su esposo estaba en viaje de negocios. El ex-novio era la única pista real y los policías lo dejaron ir de forma bastante rápida. Descubrí más tarde que su coartada era sólida, sin embargo.
—¿Nada más? —preguntó Durán.
—Nada aparte de lo que ya dije.
Durán asintió y se las arregló para ofrecer una sonrisa cordial. —Así que aparte de lanzar a hombres bien crecidos desde sus porches, ¿cómo te está tratando la jubilación?
—Ha sido como un infierno —admitió—. Fue grandioso en las primeras semanas pero pasó rápido. Extraño mi trabajo. He llegado a leer una montaña de libros sobre crímenes reales. Estoy viendo demasiados programas de crimen en el Canal de Biografía.
—Te sorprendería la frecuencia con la que escuchamos eso de los agentes en los primeros seis a doce meses que siguen a su retiro. Algunos de ellos suplican que les den alguna clase de trabajo. Cualquier cosa que tengamos. Incluso papeleo o inútiles escuchas telefónicas.
Kate no dijo nada para indicar que podía identificarse con eso.
—Pero aún así no llamaste —dijo Durán—. Para ser honesto, esperaba que lo hicieras. No creí que pudieras simplemente retirarte con tal facilidad, y este pequeño incidente lo prueba.
—Con el debido respeto —dijo Kate—, ¿me llamaste para darme una palmada en la muñeca por este asunto, o para restregarme en la cara que no puedo dejar atrás mi antiguo trabajo?
—Nada de eso —dijo Durán—. Estuve revisando tus archivos ayer luego de recibir la llamada de Richmond. Advertí que te han pedido que testifiques en una audiencia de libertad bajo palabra. ¿Es eso correcto?
—Asi es. Es por el caso Mueller. Doble homicidio.
—¿Es la primera vez que has sido contactada por un asunto de trabajo desde que te retiraste?
—No —dijo, muy segura de que él ya sabía la respuesta—, el asistente de un agente me llamó como dos meses después que me jubilé para hacerme unas preguntas acerca de un caso antiguo en el que trabajé, en el 2005. También algunos de los chicos en archivo e investigación me han contactado algunas veces con respecto a mi metodología en algunos casos antiguos.
Durán asintió y se medio reclinó en su silla. —Deberías también saber que tenemos instructores en la academia usando algunos de tus primeros casos como ejemplos para sus trabajos de curso. Dejaste tu huella en el Buró, Agente Wise. Y honestamente, yo más bien estaba esperando que fueras uno de esos agentes que comienzan a llamar para ver qué podrían hacer para ayudar.
—¿Me estás diciendo entonces que quieres que comience a asistir en algunos casos? —preguntó Kate. Hizo lo que pudo para que no se notara el tono esperanzado de su voz.
—Bueno, no es exactamente eso. Estábamos pensando en quizás traer un agente o dos con un excepcional récord para que trabaje en casos antiguos. Nada a tiempo completo, ya sabes. Y cuando lo discutimos, tu nombre fue el único en el que todos coincidieron. Ahora, antes de que te emociones demasiado, debes saber que esto no es inmediato. Todavía queremos que te relajes. Tómate un tiempo. Tiempo deverdad.
—Puedo hacer eso —dijo Kate—. Gracias.
—No me agradezcas todavía —dijo Durán—. Podrían ser unos pocos meses. Y me temo que voy a tener que revocar la oferta si regresas a casa y comienzas a golpear a hombres más jóvenes en sus porches.
—Creo que puedo controlarme —dijo Kate. De nuevo, Logan no pudo evitar que se le saliera una risa apenas sofocada.
Durán pareció igual de divertido al ponerse de pie.
—Ahora... si realmente vas a ayudar, me temo que tendremos que volver a uno de los aspectos menos espectaculares del trabajo.
Presumiendo que se refería al papeleo, Kate suspiró. —¿Formularios? ¿Documentos?
—Oh no, nada de eso —dijo Durán—. He convocado una reunión para echar a andar esto. Imaginé que sería la mejor manera de poner a todos los canales al corriente.
—Ah, odio las reuniones.
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