Blake Pierce - Si Ella Supiera

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Una obra maestra de misterio y suspenso. Blake Pierce hizo un magnífico trabajo desarrollando personajes con un mundo psicológico tan bien descrito que es como un acceso directo al interior de sus mentes, para seguirlos en sus temores y aplaudirlos en sus triunfos. Lleno de giros, este libro le mantendrá despierto hasta la última página. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (re Once Gone) SI ELLA SUPIERA (Un Misterio Kate Wise) es el libro #1 en una nueva serie de suspenso psicológico del exitoso autor Blake Pierce, cuyo bestseller #1 Una vez ido (Libro #1) (descarga gratis) ha recibido más de 1000 reseñas de cinco estrellas. Kate Wise – recién jubilada agente del FBI, de 55 años de edad, y sin hijos en casa – es sacada de su tranquila vida suburbana cuando una amiga implora por su ayuda; una amiga cuya hija recién casada ha sido asesinada por alguien que ha irrumpido en el hogar. Kate pensaba que había dejado atrás una carrera de 30 años en el FBI, siendo la mejor agente, respetada por su brillante inteligencia, implacables habilidades de campo y un raro talento para atrapar a asesinos en serie. Pero Kate, aburrida con la tranquilidad de la ciudad, y en una encrucijada de su vida, es llamada ahora por una amiga a la que no se puede negar. Al ir tras el asesino, Kate pronto se encuentra al frente de una cacería humana, en tanto más cuerpos aparecen – todas madres suburbanas con matrimonios perfectos –, y se vuelve evidente que un asesino en serie asedia a esta tranquila comunidad. Saca a la luz secretos de la comunidad de los que hubiese preferido no enterarse, descubriendo que no todo es lo que parece en esta imagen de calles y vecinos modelo. Aventuras y engaños proliferan, y Kate debe separar el grano de la paja en las habladurías de la comunidad si pretende impedir que el asesino ataque de nuevo. Solo que este asesino va un paso adelante, y podría resultar que sea Kate la que al final se vea en peligro. Una historia de suspenso y acción que acelera el corazón, SI ELLA SUPIERA es el libro #1 en una nueva y trepidante serie que te pondrá a leer hasta bien entrada la noche. ¡El libro #2 en la serie de misterio KATE WISE pronto estará disponible!

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Mientras se tambaleaba hacia atrás, rodeó con ambos brazos el brazo derecho de Neilbolt. Al mismo tiempo, puso una rodilla en el suelo para frenar la caída hacia atrás. Entonces hizo lo mejor que pudo para hacerlo caer, pero su corpulencia era difícil de dominar. Cuando se dio cuenta de lo que ella estaba tratando de hacer, él lanzó un codazo a sus costillas.

El pecho de Kate se quedó sin aire, pero al lanzar el codazo, él perdió ventaja. Esta vez cuando intentó hacerlo caer, funcionó. Y como lo hizo con todo lo que tenía, funcionó demasiado bien.

Neilbolt se fue de bruces por el porche. Al aterrizar, golpeó los dos escalones inferiores. Gritó de dolor e intentó volver a ponerse de pie de inmediato. La miró consternado, intentando determinar qué había sucedido. Impulsado por la rabia y la sorpresa, subió renqueando los escalones en dirección a ella, claramente mareado.

Ella hizo una finta con la rodilla derecha dirigida a su cara cuando ya alcanzaba el escalón más alto. Ya él se disponía a esquivarla, cuando ella lo alcanzó en un costado de su cabeza y de nuevo se puso de rodillas. Golpeó con fuerza la cabeza de él con el porche mientras sus brazos y sus piernas se agitaban buscando apoyo en los escalones. Ella sacó las esposas del interior de su chaqueta y las colocó con una rapidez y una facilidad que solo treinta años de experiencia podían brindar.

Se separó de Brian Neilbolt y lo miró. No luchaba con las esposas; se veía más bien aturdido, de hecho.

Kate buscó su teléfono con la intención de llamar a los policías y se dio cuenta de que su mano estaba temblando. Estaba excitada, llena de adrenalina. Se dio cuenta de que había una sonrisa en su rostro.

Dios, yo extrañaba esto.

Las rodillas, sin embargo, le dolían en verdad —mucho más sin duda de lo que hubieran dolido hacía cinco o seis años. ¿Acaso por entonces le habían dolido de esa manera las articulaciones de sus rodillas tras una escaramuza?

Se concedió a si misma un momento para recordarse en lo que había hecho, y entonces se las arregló para finalmente hacer una llamada a los policías. Entretanto, Brian Neilbolt seguía mareado a sus pies, preguntándose quizás cómo una mujer veinte años al menos mayor qué el se las había arreglado para tumbarlo por completo.

CAPÍTULO CINCO

Honestamente, Kate había esperado hasta cierto punto un tiro salido por la culata por lo que había hecho, pero nada que se pareciera a lo que experimentó cuando llegó a la Estación del Tercer Precinto. Ella sabía que algo venía cuando vio las miradas de los policías que pasaban en medio de los trajines de la oficina. Algunas de las miradas eran de asombro en tanto que otras eran de burla.

Kate las dejó resbalar por su espalda. Estaba todavía demasiado irritada con la confrontación en el porche de Neilbolt como para que eso le importara.

Tras esperar varios minutos en el lobby, un oficial de aspecto nervioso se acercó a ella. —Es usted la Sra. Wise, ¿correcto? —preguntó.

—Así es.

Un destello indicando que la reconocía brilló en sus ojos. Era una mirada de la que otrora había sido objeto todo el tiempo, cuando los oficiales o agentes que solo habían oido hablar de su historial se encontraban con ella por primera vez. Extrañaba esa mirada.

—Al Jefe Budd le gustaría hablar con usted.

Francamente estaba bastante sorprendida. Había tenido la esperanza de poder hablar con alguien más en la línea del Subcomisionado Greene. Aunque por teléfono pudiera haber sido un tipo estricto, ella sabía que podía convencerlo con mayor facilidad en una reunión cara a cara. El Jefe Randall Budd, sin embargo, era un hombre totalmente racional. Vagamente recordaba las circunstancias en las que anteriormente había hecho contacto, lo cierto es que Budd le había dejado la.impresión de ser alguien determinado y estrictamente profesional.

Aun así, Kate no quería para nada parecer intimidada o preocupada. De modo que se levantó y siguió al oficial para salir del área de espera, de regreso al recinto principal. Pasaron junto a varios escritorios donde fue objeto de miradas indescifrables antes de que el oficial la condujera por el corredor. A mitad del mismo ingresaron a la oficina de Randall Budd. La puerta estaba abierta, como si él la hubiera estado esperando por algún tiempo.

El oficial no tuvo que decir nada; una vez que la hizo pasar por la entrada, se dio la vuelta y se marchó. Kate miró hacia el interior de la oficina y vio al Jefe Budd haciéndole señas de que entrara.

—Vamos, entra —dijo—. No voy a mentirte. No estoy feliz contigo, pero no muerdo. Cierra la puerta, ¿quieres?

Kate pasó adentro e hizo lo que le pidieron. Tomó entonces una de las tres sillas que se hallaban en el lado opuesto del escritorio de Budd. El escritorio estaba ocupado más bien con efectos personales que con objetos relacionados con el trabajo: fotografías de su familia, un pelota de béisbol autografiada, una taza de café personalizada, y un casquillo que a modo de recuerdo sentimental estaba colocado sobre una placa.

—Déjame comenzar diciendo que estoy muy al tanto de tu historial —dijo Budd—. Más de cien arrestos en tu carrera. En el tope de tu clase en la academia. Medallas de oro y de plata en ocho torneos consecutivos de kickboxing en adición al entrenamiento estándar del Buró, donde también pateaste traseros. Tu nombre se dio a conocer mientras estabas al frente de las cosas y la mayoría de la gente aquí en el Departamento de Policía del Estado de Virginia te tiene un tremendo respeto.

—¿Pero? —dijo Kate. No lo dijo por intentar parecer graciosa. Simplemente le estaba dejando saber que ella estaba más que dispuesta a recibir una reprimenda… aunque honestamente no creía que la mereciera totalmente.

—Pero a pesar de todo eso, no tienes derecho a andar por allí asaltando a las personas solo porque crees que pudieran haber estado involucradas en la muerte de la hija de una de tus amigas.

—No lo visité con la intención de asaltarlo —dijo Kate—. Lo visité para hacerle unas preguntas. Cuando quiso ponerme la mano encima, simplemente me defendí.

—Él le dijo a mis hombres que tú lo tiraste por los escalones del porche y golpeaste su cabeza contra el piso.

—No me pueden culpar por ser más fuerte que él, ¿o sí? —preguntó.

Budd la miró atentamente, escrutándola. —No puedo asegurar si estás tratando de ser graciosa, si estás tomándote esto a la ligera, o si esta es tu actitud cotidiana.

—Jefe, comprendo su posición y cómo una jubilada de cincuenta y cinco, que golpea a alguien a quien sus hombres habían interrogado brevemente, podría causarle un dolor de cabeza. Pero por favor, comprenda... Yo solo visité a Brian Neilbolt porque mi amiga me lo pidió. Y honestamente, cuando supe algo más acerca de él, pensé que no podía ser una mala idea.

—¿Asi que simplemente asumiste que mis hombres no hicieron un trabajo adecuado? —preguntó Budd.

—No dije tal cosa.

Budd puso sus ojos en blanco y suspiró. —Mira, no estoy tratando de armar una discusión sobre eso. Honestamente, nada me encantaría más que dejes mi oficina en unos minutos y que una vez que terminemos de hablar de este asunto, ahi quede. Necesito que comprendas, sin embargo, que cruzaste una línea y que si resulta que sales de nuevo con algo parecido, es posible que tenga que ponerte bajo arresto.

Había varias cosas que Kate quería decir en respuesta. Pero supuso que si Budd estaba dispuesto a hacer a un lado toda discusión, también ella podía. Ella sabía que estaba en su mano descargar el mazo sobre ella si así lo quisiera, así que decidió ser lo más civil que podía.

—Comprendo —replicó.

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