L. G. Castillo - Tras La Caída

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Reunida finalmente con el amor de su vida, Naomi pensaba que había encontrado la felicidad y el amor eterno. Pese a tener al rebelde Lash a su lado, aprende que la vida como arcángel no es nada fácil. 
Cuando los secretos del pasado son finalmente revelados, la irascibilidad brota, los hermanos se enfrentan entre ellos, y Naomi y Lash tienen que hacer frente a la gran amenaza de su relación: elegir entre el amor, la familia o el deber. 
¿Podrá esta familia de ángeles rotos perdonar los errores cometidos en el pasado o llevarán una espina clavada en sus corazones para siempre que acabará por destruirles como familia?

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Ella se quedó con la boca abierta y su cara empezó a sonrojarse. Además de tener una mejor vista y fuerza, los ángeles también tenían un oído amplificado. La mayoría de las veces, eso era algo positivo. Pero cuando vives en distritos colindantes y quieres privacidad, no lo es tanto.

—Yo... Tú... Bueno... —Se sintió muy avergonzada.

Él se rió entre dientes y le dio un beso en la punta de la nariz. —Estás muy linda cuando te pones nerviosa.

—¡Argh! —Se levantó de la cama y se puso una bata—. Lo digo en serio.

Él se apoyó contra el cabecero de la cama, con los brazos detrás de la cabeza. —Dime: ¿cuál es el verdadero problema?

Ella se sentó en el borde de la cama. Él podía leerla como si fuera un libro abierto. —Es por lo que dijo Rachel sobre ella y Uri. No quiero que eso nos ocurra a nosotros.

Sus ojos se volvieron serios y extendió el brazo para acariciar su mejilla. —No nos pasará. Estoy aquí, contigo. No me voy a ir a ninguna parte.

—¿Pero y si nos metemos en problemas por tener sexo prematrimonial? No quiero correr ningún riesgo.

—Naomi, eso no va a pasar.

—Me sentiría mucho mejor si lo hiciéramos oficial. —Ella se inclinó y le besó con suavidad.

Él la miró y negó con la cabeza, riéndose. —Si de verdad eso va a hacer que te sientas mejor...

—Sí, lo hará. —Ella sonrió—. Cuéntame cómo es la ceremonia.

—Bueno, no es muy diferente de las que probablemente estés acostumbrada a ver. Michael oficia una ceremonia vinculante, y los novios hacen sus votos de compromiso el uno al otro frente a los testigos.

¿Has estado alguna vez en una?

—Uri y Rachel tuvieron su ceremonia hace tiempo. Fue en 1987 o 1988. No estoy seguro. Lo que tengo claro es que fue en los 80. Él llevaba ese extraño peinado que llevaba el miembro de la banda Flock of Seagulls que estaba tan de moda entonces.

Ella se echó a reír al imaginarse a Uri peinado como si llevara un par de alas en la cabeza que combinarían con las de su espalda. Ese estilo causó furor en la década de los 80. El amor de su padre por la música alternativa y las bandas de new wave hicieron que estuviera expuesta a una amplia gama de moda y peinados. —Sí, definitivamente me lo puedo imaginar haciéndolo.

La risa de Naomi se acalló, volviéndose seria otra vez mientras pensaba en la ceremonia. Nunca se había imaginado casada o prometida a alguien, no hasta que conoció a Lash. Sabía que era algo que a Welita le encantaría ver. Y su padre, a él le habría encantado caminar a su lado cogido a su brazo. Las lágrimas le pincharon los ojos al pensar que su familia no estaría allí para verlo.

—Pensaba que eras feliz con todo esto. —dijo él con voz suave.

Ella levantó la mirada hacia él y forzó una sonrisa. —Lo soy. Me estoy comprometiendo contigo. —Ella besó sus labios suavemente.

—Se honesta. No queremos empezar nuestro “para siempre” con secretos, ¿verdad?

Ella suspiró. —Es solo que a veces echo de menos a mi familia. No estarán aquí para verlo. Y mi padre, nunca llegaré a experimentar esto con él.

Ella abrió los ojos de par en par con sorpresa mientras el rostro de él empalidecía. Sin mediar palabra, él se levantó de la cama, fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua.

Ella observó que los músculos de su espalda estaban tensos cuando miró hacia otro lado, en silencio. —¿Lash?

Bajó la bebida antes de girarse hacia ella. Sus labios estaban húmedos mientras hablaba. —Ojalá pudiera hacer algo para arreglar eso.

—Oh, Lash. No es tu culpa que mi padre se haya ido o que yo esté aquí. Tan solo necesito recordarme a mí misma que estando aquí puedo cuidar mejor de mi familia.

—Eh, Naomi. —Se limpió la humedad de los labios con el dorso de la mano—. Hay algo que necesito contarte sobre eso.

—¿Qué pasa?

Se lamió los labios nerviosamente y abrió la boca, a punto de decir algo, pero volvió a cerrarla.

—¿Lash? —A ella le entró pánico. Algo iba mal. ¿Por qué estaba actuando de una forma tan extraña?

Él sacudió la cabeza y luego la miró con una sonrisa que no terminaba de ser creíble. —Tienes toda la razón. Juntos podemos cuidar de Welita y de los demás. ¿Sabes qué? Podríamos ir a echarles un vistazo por la mañana.

—¡Eso me encantaría! —Ella sonrió y entonces, de repente, frunció el ceño—. No, espera. No creo que debamos hacerlo. Gabrielle me dijo muy claramente que me mantuviese alejada del puente durante un tiempo.

—Ah, no le importará. Seremos muy rápidos.

Ella tenía una lucha interna entre querer seguir las órdenes de Gabrielle y ver a Welita. Estaba deseando contarle lo de su ceremonia con Lash. Esa era la cosa más cercana a Welita que hizo desde que estaba allí—Tal vez debería ir yo sola.

—Quiero ir contigo.

—No quiero que te metas en problemas. ¡Tú solo vuelve!

—¿Vas a dejar de preocuparte? Estaré bien. Además, a mí no me han dicho que me mantenga alejado del puente —sonrió—. Me encantaría verlos. Pronto ellos también serán mi familia.

Ella lo rodeó con sus brazos. —Lash, me has hecho la mujer más feliz del mundo. Te amo.

Él se echó hacia atrás, buscando su mirada. —¿Pase lo que pase?

Ella parpadeó con sorpresa. —Por supuesto. ¿Por qué haces una pregunta tan tonta como...

Ella dio un respingo al escuchar un repentino golpe en la puerta. —¿Quién será? Los únicos que vienen por aquí son Uri y Rachel. —Naomi se colocó bien la bata y caminó sin hacer ruido hacia la puerta.

Él le agarró la mano. —No.

Ella se rió. —¿Qué pasa contigo hoy? Estás muy nervioso.

—Iré yo —dijo.

Ella negó con la cabeza mientras él se metía los pantalones vaqueros frenéticamente. —Actúas como si viviésemos en medio del barrio más peligroso de Houston.

Él corrió hacia la puerta de entrada y la abrió. Su mandíbula se tensó y las manos se le cerraron formando puños.

—¡Hermano! —gritó Jeremy entrando y dándole una palmada en la espalda al pasar junto a él—. ¿He llegado demasiado tarde para el bingo?

4

Un torrente de emociones recorrió a Lash al ver a Jeremy entrar en la habitación. Respiró profundamente, recordándose a sí mismo que se trataba de su hermano y mejor amigo de toda la vida.

Un recuerdo se había estado reproduciendo una y otra vez en su cabeza, incluso después de que Jeremy se fuera de "descanso" y Lash se mudara con Naomi a su casa en la montaña. Era el recuerdo de Jeremy dándole el anillo de boda al padre de Naomi, un símbolo de los viejos tiempos, cuando el primogénito de la familia mostraba sus intenciones de matrimonio directamente al padre de la chica. Raphael no le había negado que eso era un recuerdo.

¿Y Jeremy? Él no tenía nada que decir; la mirada de su rostro lo decía todo. Lash recordó la expresión de su cara la primera vez que puso los ojos en Naomi. No podía sacárselo de la cabeza. Ahora él estaba allí, actuando como si nada hubiese cambiado.

Incluso aunque Naomi le había insistido en que todos sus recuerdos eran sobre él, no podía evitar preguntarse si en el pasado, un pasado que ella no podía recordar, había amado a Jeremy. ¿Cambiaría eso ahora que Jeremy había vuelto y podría conocerle mejor? Parecía que todo el mundo le quería, incluso Gabrielle.

No. Tenía que creer que Naomi le sería fiel, pasase lo que pasase.

Justo cuando estaba a punto de hablar, Raphael atravesó la puerta flotando con una sonrisa que desapareció al ver la expresión en el rostro de Lash.

—¿Venimos en mal momento?

«Se podría decir que sí», pensó Lash. Sus ojos siguieron a Jeremy mientras el ángel de pelo dorado caminaba hacia la única persona que quería mantener solamente para él. Cuando Naomi le sonrió, luchó contra el instinto de agarrarla y llevársela lo más lejos posible de su hermano.

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