The marranos. Split Identity and Emerging Modernity, Princeton, Princeton University Press, 2009. [4] De hecho, es significativo que Leon Poliakov, uno de los primeros grandes expertos en el Holocausto, titulase su libro sobre el tema Breviare de la haine. Le III Reich et les juifs, París, Calmann-Levy, 1951. [5] Zakhor. Histoire juive et mémoire juive, París, Gallimard, 1982. [6] Véase E. Salgado, Radiografía del odio, Madrid, Guadarrama, 1969, y C. Castilla del Pino (ed.), El odio, Barcelona, Tusquets, 2002, así como el tratamiento más sistemático de A. T. Beck, Prisioneros del Odio. Las bases de la ira, la hostilidad y la violencia, Barcelona, Paidós, 2003. [7] Felony and Misdemeanor. A Study in the History of English Criminal Procedure, Londres, The Commonwealth Fund, 1937. [8] The Cultivation of Hatred. The Bourgeois Experience. Victoria to Freud, Londres, Norton Company, 1993. [9] Como ha destacado L. Rodríguez Arana, El desarrollo de la Razón en la cultura española, Madrid, Aguilar, 1962. [10] El tema literario del nacimiento del niño fue estudiado por E. Norden, Die geburt des Kindes. Geschichte einer religiösen Idee, Stuttgart, Studien der Bibliotek Warburg, III, Teubner, 1930. .
Es muy adecuado comenzar con este texto el prólogo al libro de Bruno Padín, porque en él quizás el protagonista más importante en esta historia hispánica de la traición y el odio sea el judío, practicante primero y luego el marrano, el criptojudío, aquel al que la Inquisición podía condenar a la hoguera por encender precisamente velas en su casa en la noche del viernes al sábado. Los judíos de España no siempre pudieron celebrar el comienzo en paz de la nueva semana, como tampoco la mayor parte de los pueblos de la historia pudieron celebrar así el cambio entre los diferentes periodos y épocas de la misma. Pero en su caso, como se podrá ver en el texto del libro, su sufrimiento fue quizás mayor, pues quedaron al albur de reyes y fanáticos cuando a partir de la Baja Edad Media comenzaron a estallar los diferentes pogroms, y vieron culminar todo este proceso de persecución y odio inducido con la expulsión de su patria, Sefarad, por parte de los «Reyes Católicos».
Es cierto que los judíos fueron expulsados siglos antes en Inglaterra que en España, pero lo específico de España, tal como destaca B. Padín, siguiendo a B. Netanyahu, es que se utilizó todo el poder del aparato inquisitorial para descubrir y castigar al marrano, al judío oculto, formalmente cristiano, pero que no podría borrar de su sangre su esencia judía, rastreable en sus apellidos investigados en los estatutos de limpieza de sangre. En realidad toda la sociedad española quedó marcada para siempre por lo que podríamos llamar, siguiendo a Y. Yovel [3] [3] The Other within. The marranos. Split Identity and Emerging Modernity, Princeton, Princeton University Press, 2009. [4] De hecho, es significativo que Leon Poliakov, uno de los primeros grandes expertos en el Holocausto, titulase su libro sobre el tema Breviare de la haine. Le III Reich et les juifs, París, Calmann-Levy, 1951. [5] Zakhor. Histoire juive et mémoire juive, París, Gallimard, 1982. [6] Véase E. Salgado, Radiografía del odio, Madrid, Guadarrama, 1969, y C. Castilla del Pino (ed.), El odio, Barcelona, Tusquets, 2002, así como el tratamiento más sistemático de A. T. Beck, Prisioneros del Odio. Las bases de la ira, la hostilidad y la violencia, Barcelona, Paidós, 2003. [7] Felony and Misdemeanor. A Study in the History of English Criminal Procedure, Londres, The Commonwealth Fund, 1937. [8] The Cultivation of Hatred. The Bourgeois Experience. Victoria to Freud, Londres, Norton Company, 1993. [9] Como ha destacado L. Rodríguez Arana, El desarrollo de la Razón en la cultura española, Madrid, Aguilar, 1962. [10] El tema literario del nacimiento del niño fue estudiado por E. Norden, Die geburt des Kindes. Geschichte einer religiösen Idee, Stuttgart, Studien der Bibliotek Warburg, III, Teubner, 1930.
, «el síndrome del marrano». De acuerdo con él, nadie puede considerarse a sí mismo como puro. Todo el mundo tiene algo que ocultar y todo el mundo debe mentir y fingir. La identidad escindida española sería, pues, la identidad de una sociedad de hipócritas. Un chiste recogido por Yovel lo expresa muy bien. En una ciudad del norte de Portugal llega el barón Rotschild a ver una iglesia. El sacristán le dice que en ella hay una virgen que llora al ver a un judío –y es que, ¡claro está!, le habría matado a su hijo–. Al salir le dice el barón al sacristán cicerone: «Eso no es verdad, yo soy judío y la virgen no ha llorado». A lo que responde el sacristán: «¡Cállese, hombre, no ve que me va a descubrir a mí también!».
Nadie es puro y por eso la mejor manera de demostrar que lo es consiste en descubrir o llegar a descubrir que el judío oculto, el traidor, siempre es el otro, frente al que me uniré con el resto de esa comunidad a la que cínicamente confieso pertenecer.
El judío fue durante siglos objeto privilegiado del odio de la Europa cristiana [4] [4] De hecho, es significativo que Leon Poliakov, uno de los primeros grandes expertos en el Holocausto, titulase su libro sobre el tema Breviare de la haine. Le III Reich et les juifs, París, Calmann-Levy, 1951. [5] Zakhor. Histoire juive et mémoire juive, París, Gallimard, 1982. [6] Véase E. Salgado, Radiografía del odio, Madrid, Guadarrama, 1969, y C. Castilla del Pino (ed.), El odio, Barcelona, Tusquets, 2002, así como el tratamiento más sistemático de A. T. Beck, Prisioneros del Odio. Las bases de la ira, la hostilidad y la violencia, Barcelona, Paidós, 2003. [7] Felony and Misdemeanor. A Study in the History of English Criminal Procedure, Londres, The Commonwealth Fund, 1937. [8] The Cultivation of Hatred. The Bourgeois Experience. Victoria to Freud, Londres, Norton Company, 1993. [9] Como ha destacado L. Rodríguez Arana, El desarrollo de la Razón en la cultura española, Madrid, Aguilar, 1962. [10] El tema literario del nacimiento del niño fue estudiado por E. Norden, Die geburt des Kindes. Geschichte einer religiösen Idee, Stuttgart, Studien der Bibliotek Warburg, III, Teubner, 1930.
por ser un emboscado, un traidor que vive en nuestra propia casa. Y así lo veremos desde el comienzo de la Edad Media colaborando con el musulmán, el gran enemigo externo, para entregarle el reino visigodo de Hispania. Pasará luego a ser el colaborador de todos los enemigos posibles, de los ingleses, los franceses, los turcos, y a ser identificado con ese otro enemigo interno que serán los ilustrados y los masones, y a representar más tarde el poder internacional del capital y las grandes conjuraciones mundiales, como la de los Protocolos de los Sabios de Sión, una falsificación de la policía política zarista. Desembocando todo ello en el antisemitismo racista del nazismo, compartido en España por intelectuales nacionalistas como Vicente Risco, intelectual galleguista que en plena guerra mundial, y con el aval de la censura franquista, publica una Historia de los Judíos, en la que sostiene que todo lo peor y lo más brillante de la historia proviene del pueblo judío, al que sin embargo no se debería exterminar, sino solo controlar, para que no se cumpla la profecía de san Agustín según la cual cuando el pueblo judío se extinga llegará el fin del mundo.
De la limpieza de sangre inquisitorial a la pureza de sangre predicada por Sabino Arana, un reaccionario ultracatólico, cuya santificación ha sido tres veces solicitada por su partido, el PNV. El judío, como se verá a lo largo de estas páginas, será a la vez el arquetipo de la traición y el objeto preferente del odio de eclesiásticos, políticos y de los grandes autores que han narrado la historia de España, excepto destacables excepciones, como la de Amador de los Ríos.
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