Miguel Aguerralde - Todo aquello que nunca te dije

Здесь есть возможность читать онлайн «Miguel Aguerralde - Todo aquello que nunca te dije» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Todo aquello que nunca te dije: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Todo aquello que nunca te dije»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Se hace extraño regresar a donde una vez fuiste feliz. Volver a pisar las calles que solían oírte reír antes de que todo se nublara. Yo he decidido volver a Playa Blanca, una ver todo ha terminado, pero me cuesta sentirme en casa en lugar de como un extraño. Cuesta tanto como intentar escribir sin errar una y otra vez las teclas, ahora que no escucho su respiración dormida a mi lado. Dudo que nada decente pueda salir de estos dedos anquilosados, porque por más que intento pasar página lo único que se me ocurre escribir es su nombre. Sergio es uno de mis mejores alumnos –doy clase de literatura en el Instituto de Yaiza– y me está animando a empezar un blog, un diario virtual en el que volcar mis sentimientos y quizá retomar la escritura. Quizá tenga razón, volver a teclear parece sentarme bien, aunque no tenga mucho aún que contar.
O tal vez sí que lo tengo. #Todoaquelloquenuncatedije

Todo aquello que nunca te dije — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Todo aquello que nunca te dije», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El profesor de cálculo me sonrió, con esa mirada lobuna que sus gafas tan gruesas amplificaban, y me ofreció una vez más su vaso para chocarlo con el mío.

—Pareces un tipo listo. Estoy seguro de que me has entendido.

Me marché a casa dándole vueltas a las palabras de Luján pero sin dejar que sus vaticinios me desconcertaran. El viejo bribón parecía divertido ante la posibilidad de avivar un telefilm de sobremesa en el instituto, una aventura que rompiera, quizá, la rutina habitual. Pero yo no tenía, la verdad, demasiadas ganas de protagonizarla.

Pasé la tarde ordenando papeles, afinando mi vieja guitarra y me acerqué a los cafés de playa para escuchar algo de música en vivo. Dire Straits, The Police, Lynyrd Skynyrd, el viejo repertorio que nunca pasa de moda. Llegué a casa harto de cerveza fría y me calcé torpemente las mallas para salir a correr. Solamente duré medio kilómetro más que el día anterior, antes de darme la vuelta. Iba progresando.

CAPÍTULO 12

BLOG PERSONAL DE BRUNO SANTANA. Lunes 17 de septiembre. Mañana.

He dado charlas y talleres literarios y he presentado libros delante de multitudes y jamás me he sentido tan nervioso como en este primer día de clase, hace ya una semana.

El viernes anterior había sido extraño. Me había visto demasiado tenso y asustado ante esa audiencia de chicos y chicas de Segundo de Bachillerato que abarrotaban el salón de actos del instituto Rafael Arozarena. Pero en aquel momento esa masa de caras desconocidas me resultaba anónima, indiferente, podía imaginar con facilidad que no estaban allí. Con no levantar la mirada de mi hoja de apuntes era suficiente. Todo lo contrario de lo que iba a encontrar la primera vez que entrara en mi nueva aula.

Estaba tan nervioso que me acerqué con sigilo por el pasillo unos minutos antes de que tocara la sirena del cambio de hora. Me asomé al ventanuco de la puerta del aula y vi al profesor de filosofía contra el encerado. Terminaba su clase ante cerca de tres docenas de alumnos y alumnas con gesto aburrido que abarrotaban el aula como un bol de palomitas lleno hasta rebosar. Me quedé petrificado. Nunca me había dado tanto miedo un bol de palomitas a punto de rebosar.

Sonó la señal y un minuto después abrió la puerta Don Francisco, un sexagenario maestro que las había visto ya de todos los colores. Columna encorvada, frondosa barba blanca y ojos cansados detrás de sus lentes de montura de pasta. Un profesor de filosofía de manual. Me dedicó un gesto cariñoso que lo mismo podía significar ánimo como un réquiem de despedida. Y cuando se alejó por el pasillo asumí que era mi turno y entré en el aula conteniendo la respiración. Inmediatamente todas las miradas se giraron hacia mí y mi ya de por sí débil confianza se deslizó por mis pantalones hasta el suelo.

Explicar una clase a un grupo de Secundaria es mucho más difícil que exponer cualquier ponencia ante un público general. Un público que, por otro lado, damos por sentado que es afín o que le interesa aquello que va a escuchar. En un instituto no suele pasar eso. No, nunca, la verdad. De manera que entré con el corazón atorado en la garganta, como si una garra férrea tirase de mi camisa hacia atrás y otra me empujara sin piedad hacia delante. Casi trastabillé de camino a mi escritorio y cuando dejé mis libros sobre la mesa tuve que tomar aire para atreverme a levantar la mirada hacia los estudiantes.

Como un Robinson ante la inmensidad de la tormenta, como un Ahab en solitario frente a treinta y dos ballenas blancas, busqué entre todas una mirada que me transmitiera calor y confianza para aferrarme a ella a modo de asidero para poder comenzar la clase. La encontré en los ojos color miel clara de una chica, todavía para mí sin nombre, sentada en un lateral junto a una ventana. Una mirada limpia y serena, plácida, que me sonreía sin ningún tipo de expectación, prejuicio o impaciencia. Simplemente me miraba.

Así que me abracé a esa luz ambarina de sus ojos y sin darme cuenta sonreí yo también. Tomé aliento, me giré hacia la pizarra y escribí las primeras palabras del nuevo curso, las primeras desde hacía tantos y tantos años que había olvidado la belleza del oficio de profesor. Apoyé la tiza en la pizarra y escribí con letra clara pero inclinada.

¿QUÉ ES LA LITERATURA?

Una vez terminada la jornada Sandra me recogió para llevarme a comer a, según ella, el mejor restaurante japonés de la isla, en el pueblo marinero de Puerto Calero. Me preguntó si me gustaba el sushi, le contesté que todo lo japonés me parecía divertido y acabamos entre makis y nigiris junto a mástiles de yates que sólo podíamos soñar.

—¿Y qué? ¿Fue tan doloroso ese primer día? —me preguntó, dibujando florituras en el aire con sus palillos chinos. Llevaba un recogido sobre la coronilla y una camisa blanca deliciosamente translúcida. Su mirada de color esmeralda acariciaba la mía a través de los cristales de sus gafas de montura adecuadamente verde. Era el tipo de mirada que arrancaba una sonrisa y te hacía ruborizar.

—La verdad es que no resultó tan duro como esperaba. Los nervios se me fueron al ratito de empezar. Podemos decir que encontré algo…

—¿Inspiración? —me interrumpió—. ¿No es eso lo que buscáis los escritores?

Sonreí y tomé un pedazo de uramaki que bañé sin darme cuenta en demasiada salsa de soja.

—En cierto modo sí, inspiración es lo que encontré. Pero no del modo que esperaba.

La profesora de Inglés guardó un silencio pícaro mientras masticaba su pieza de sushi. Tomó un trago de cerveza con limón y me guiñó uno de esos ojos grandes y luminosos como pantallas de sueños.

—Confío en que fuera una sustancia legal —me dijo.

Nos echamos a reír. Las gaviotas revoloteaban entre las velas recortadas contra un cielo azul marinero.

—No sé cómo se llamaba —le contesté—. La verdad es que con los nervios olvidé pasar lista. Hay muchas rutinas a las que tendré que volver a acostumbrarme.

—¿Cómo se llamaba? De manera que era te refieres a un alumno... Una chica, ¡lo que encontraste era una chica!

Sandra explotó en una carcajada. Yo no pude evitar reír también. Me sentía avergonzado por el malentendido.

—No se trata de la chica, sino de la forma en la que me miraba —repliqué a la defensiva—. No sé, me transmitía calma.

La profesora apuró su bebida asintiendo divertida.

—No sabía que las chicas de diecisiete años podían transmitir calma a un atractivo soltero —contestó, mordaz.

—No seas exagerada, estás yendo más allá. El caso es que su modo de atenderme me ayudó a perder el miedo. No sé, me tranquilizó.

—Sí, muchacho, si te entiendo bien —contestó ella, cortando primero y llevándose a la boca un pedazo pescado a la plancha. Bueno, ¿entonces no sabes quién era? Ya tengo curiosidad.

Negué con la cabeza al tiempo que bebía un sorbo de Coca Cola.

—No tengo la menor idea —conteste—. Se sienta al lado de la ventana, sola, y tiene la costumbre de apoyar la cabeza en la mano izquierda mientras escribe. El flequillo rubio, o no, le cae entre los dedos sobre la página de su cuaderno.

—Vaya, para no saber su nombre te has quedado con todos los demás detalles.

Yo sonreí, creo que ruborizado.

—Es mi trabajo, fijarme en los detalles.

—Ya veo —la profesora tragó un pedazo de sushi y bebió un trago corto de cerveza. A continuación distrajo la mirada entre los barcos. Ya no sonreía—. Creo que hablas de Sophie.

—Sophie —repetí—. Puede ser. De algún modo se coló en mi subconsciente.

—De algún modo —murmuró mi compañera.

Sandra terminó su plato y dejó a un lado la servilleta tras utilizarla por última vez. Levantó la mano para pedir la cuenta y tras recibir respuesta comenzó a recoger sus cosas. Debíamos regresar al instituto para las tutorías de la tarde, pero me quedó claro que la prisa no tenía todo que ver con el horario. Una vez pagó la cuenta nos dirigimos a su coche y me llevó de vuelta al Centro. Antes de despedirnos para ir cada uno a su despacho se me acercó y me regaló un pico en los labios que recibí con sorpresa.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Todo aquello que nunca te dije»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Todo aquello que nunca te dije» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Michael Robertson - Teeth
Michael Robertson
Michael Williams - The Dark Queen
Michael Williams
libcat.ru: книга без обложки
Michael Connelly
Michael Connelly - Mas Oscuro Que La Noche
Michael Connelly
Michael Siemers - SCHUTZENGEL ASIL
Michael Siemers
Antonio Ortiz - Lo que nunca te dije
Antonio Ortiz
Jaime Restrepo Cuartas - El sol que nunca vimos
Jaime Restrepo Cuartas
Axel Kaiser - La neoinquisición
Axel Kaiser
Robert Michael Ballantyne - The Island Queen
Robert Michael Ballantyne
Отзывы о книге «Todo aquello que nunca te dije»

Обсуждение, отзывы о книге «Todo aquello que nunca te dije» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x