Juan Voutssás Márquez - Los inicios de la automatización de bibliotecas en México

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Los inicios de la automatización de bibliotecas en México: краткое содержание, описание и аннотация

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Los inicios de la automatización de bibliotecas en México es un valioso aporte al estudio de la Bibliotecología mexicana de la segunda mitad del siglo XX. El autor explica de manera precisa los aspectos bibliotecarios y tecnológicos para mostrar cómo se integraron a la Bibliotecología «tradicional» el cómputo y su capacidad de procesar datos. A mediados del siglo pasado, la computación aplicada a casi todos los campos del saber empezó a tomar fuerza, transformó sociedades y las modernizó, por lo que la Bibliotecología no podía ser la excepción. Pero a diferencia de otras áreas del conocimiento, la automatización transformó la biblioteca y la labor del bibliotecario. El lector encontrará en esta obra una gran cantidad de material visual que lo acompañará a través de ilustrativas anécdotas y un exhaustivo recuento del avance en los estudios de tecnología y automatización en México desde la década de los setenta.

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Además de las tarjetas, otra tecnología que ha sido ampliamente usada en las bibliotecas es la de los microformatos. Recién inventada la fotografía, John Dancer concibió cerca de 1845 la manera de reducir y crear microimágenes fotográficas ciento sesenta veces más pequeñas que el original, aunque nunca vislumbró una aplicación práctica para su descubrimiento (Wilson 1995, 49). Para 1853, los connotados astrónomos James Glaisher y Sir John Herschel sugirieron que la microfotografía sería un método ideal para la preservación de documentos, idea que no prosperó entonces (Herschel 1853, 831). En las siguientes décadas, lo más relevante fue el amplio uso de mensajes microfilmados por parte del ejército francés en la guerra franco-prusiana de 1870-1871. Hubo significativos avances técnicos y tratados al respecto, pero poco que fuese práctico para las bibliotecas.

Máquina Termatrex y tarjeta. Instituto Smithsoniano, Washington, DC. http://americanhistory.si.edu/collections/search/object/nmah_1214018 Con permiso de “Fair use” del Smithsoniano http://www.si.edu/termsofuse
Termatrex information Retrieval System in Use at Crompton & Knowles Research Center - 1966. Photographs from the Records of the Althouse, Bates, and Crompton Chemical Comapnies, Box 1. Science History Institute. Philadelphia. https://digital.sciencehistory.org/works/p2676v53n No known copyright.

Paul Otlet, el gran visionario de la documentación de principios del siglo XX, comprendió muy pronto el gran potencial que los microformatos tenían para las bibliotecas. En 1906, publicó un boletín con sus ideas al respecto donde establece:

[…] el libro, en lo que concierne a su forma externa, ha sido sucesivamente tallado en piedra, cocido en barro, pintado en papiro, manuscrito en pergamino, grabado en madera, tipografiado y litografiado en papel, y tiende en nuestros días a tomar la forma fotográfica, no solo en sus imágenes, sino también en su texto […] (Goldschmidt y Otlet 1906,1).

Él perfeccionó esta idea posteriormente en 1925. Otlet concibió la creación de una biblioteca para el Centro Mundial de Documentación Jurídica, Social y Cultural, y para ella visualizó a los microformatos como el soporte ideal, duradero, confiable, económico y compacto, en el cual cada volumen existiría como negativos maestros con su correspondiente positivo para visualización, del que se imprimirían copias a petición de los usuarios (Goldschmidt y Otlet 1925). En su Tratado de la Documentación de 1934, agregó también a la televisión a sus visiones sobre las posibilidades de la tecnología como apoyo para la consulta documental, cuatro años antes de la primer transmisión comercial de televisión (Otlet 1934, 6). Vannevar Bush también pensó en 1945 en los microformatos como el principal medio de almacenamiento de información en su muy famoso artículo “Como podríamos pensar” (“As we may think”) (Bush 1945[1]).

En 1925, George McCarthy, banquero de Nueva York, patentó la primera máquina práctica para hacer microcopias permanentes de cheques bancarios sobre rollos de película casera comercial de 16 mm. La máquina fue denominada Check-O-Graph debido a su función primaria. Poco después, Eastman Kodak compró la patente de McCarthy y a partir de 1928 creó toda una industria de copia de documentos administrativos en microformatos a través de su nueva división Recordak al efecto (Kiersky 1963, 526). Para mediados de la década de los treinta, esa compañía comenzó a microfilmar el diario New York Times de primera a última página entre 1914 y 1919 (Boeing 1940, 153). Las bibliotecas no tardaron en considerar el uso de esa nueva tecnología en sus quehaceres. Al percatarse del enorme potencial del nuevo soporte, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos microfilmó de 1927 a 1935 más de tres millones de documentos de su interés existentes en la Biblioteca Británica con el fin de aumentar su propio acervo (Wilson 1995,49-50). Theodore Schellenberg, el gran teórico estadounidense de la Archivística, también visualizó de inmediato las grandes posibilidades de los microformatos en las bibliotecas y publicó en 1935 un relevante artículo al respecto en la revista Library Journal (Schellenberg 1935).

Debido al éxito de los proyectos de microfilmación en curso, durante la reunión de 1936 de la American Library Association (ALA) en Richmond, Virginia, se recomendó el uso de los microformatos en las bibliotecas como un excelente soporte para preservar y difundir colecciones documentales, y se creó el “Comité de Reproducción Fotográfica de Materiales Bibliográficos” de la ALA (Veaner 1976, 45). En 1937, la ALA publicó un artículo con una reseña de los equipos de microfilmación existentes en esa época recomendables para las bibliotecas, en donde destaca que pueden rentarse desde cincuenta hasta doscientos dólares por mes, dependiendo del modelo y formato (Binkley 1937, 211-213). En 1938, la asociación comenzó la publicación del Journal of Documentary Reproductions , en donde se publicarían desde entonces los mayores avances en el uso de microformatos en bibliotecas.

En el mismo año de 1938, la Biblioteca de la Universidad de Harvard comenzó su proyecto –vigente hasta la fecha– de microfilmación de periódicos extranjeros (Weber 1956, 275-276). A partir de 1940, La Oficina del Censo de Estados Unidos decidió guardar toda su documentación derivada de los censos en microformatos. También en 1938 se fundó University Microfilms International, que en poco tiempo se convertiría en la principal empresa mundial de microfilmación y venta de acervos documentales – (Wilson, 1995:49-50). Por décadas, esta empresa fue el principal proveedor de acervos microfilmados para bibliotecas en todo el mundo: libros, revistas, periódicos, tesis, etc.

Máquina microfilmadora de cheques Recordak 1929 y Lector de microfilme - фото 9 Máquina microfilmadora de cheques Recordak 1929 y Lector de microfilme - фото 10
Máquina microfilmadora de cheques Recordak - 1929. y Lector de microfilme Recordak - 1934. Dominio público.

En 2001, cambió su denominación a Proquest y desde 2007 es parte del grupo Cambridge Information; entre muchos otros servicios de información de esa empresa, el de documentos microfilmados, aunque disminuido, sigue estando vigente.

En 1943, se introdujo el concepto de “tarjeta con ventana” o “aperture card”, la cual combinaba el concepto de tarjeta perforada con los microformatos. Consistía en una tarjeta de cartón tipo IBM, la cual tenía una “ventana” o “apertura” –de ahí el nombre– en la cual se insertaba una pieza de microfilme que contenía texto, fotografías, documentos, planos, etcétera. Se perforaban en la tarjeta ciertos metadatos de identificación del documento y tenía la ventaja adicional de poder ser seleccionada rápidamente de entre un conjunto por medio de máquinas clasificadoras automáticas. 4 Una vez elegida, podía ponerse en un lector de microformatos para revisar las imágenes correspondientes insertas. Fueron muy utilizadas entre las décadas de los cuarenta y los setenta. En 1961, la empresa de cajas registradoras y equipos administrativos National Cash Register (NCR) desarrolló la microficha, 5 la cual se popularizó entre las bibliotecas de todo el mundo en los setenta porque permitía manejar piezas sueltas y no rollos, lo que culminó con el uso de los microformatos.

Tarjeta perforada con ventana y microformatos, ca. 1950. Imagen UNAM CC BY-NC-SA ESP 3.0
Lectores de microfichas Micron 355 y Datamate 100. UNAM. 2018. CC BY-NC-SA 3.0 ESP.
Máquina clasificadora de tarjetas Por Harris Ewing fotógrafo 1939 Library - фото 11
Máquina clasificadora de tarjetas. Por Harris & Ewing, fotógrafo. 1939. Library of Congress Catalog. https://lccn.loc.gov./2016877177. Dominio Público.

Esta empresa fue líder mundial por mucho tiempo en la fabricación y venta de todo tipo de equipos y procesos relacionados con microfichas. Las décadas de los sesenta y los setenta vieron un uso y crecimiento desmesurado de todo tipo de microformatos en las bibliotecas. Para los ochenta y noventa, la recomendación a nivel mundial por parte de múltiples autores y organizaciones todavía era la preservación documental basada en microformatos, debido a su larga duración y mínima obsolescencia tecnológica (Teagu 1985).

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