Compartieron pensamientos y teorías, y para cuando pasaron un cartel que les decía que Barnes Point estaba a 20 kilómetros de distancia, Chloe había cambiado de opinión. Pensó que serían capaz de trabajar profesionalmente juntos. Había pasado las últimas semanas tan enfocada en su atracción física hacia él que casi había olvidado lo agudo e intuitivo que podía ser cuando se trataba de un caso.
Entonces se le ocurrió la idea de si podían hacer que funcionara, ella podía tener lo que casi todas las mujeres del planeta deseaban ; un hombre que la respetara como un igual laboral e intelectualmente, pero también en su dormitorio.
No ha pasado ni un día, dijo una voz en su cabeza. Era la voz de Danielle de nuevo. ¿De verdad ya estás delirando y soñando sobre esto? Jesús, se besaron durante algunas horas y ni siquiera te acostaste con él, apenas lo conoces y…
Pero Chloe eligió ahuyentar esos pensamientos.
Luego prestó atención al informe del forense. Contaba la misma historia que Johnson les había contado a ellos, pero con más detalles. Y fueron estos detalles en los que se centró. La sangre, la violencia, el potencial motivo político. Los leyó de nuevo, estudiando con gran concentración.
–Estoy pensando que esto no tiene nada que ver con la política –dijo–. No creo que el asesino estuviera muy preocupado por los poderosos amigos políticos que los Hilyards pudieran tener.
–Pareces muy convencida de esa afirmación –dijo Moulton–. Explícame, por favor.
–Lauren Hilyard fue apuñalada dieciséis veces. Y cada una de las heridas estaba centrada en el área del abdomen, y sólo una de ellas se encontraba en su seno izquierdo. El forense informó que las heridas eran irregulares y casi una encima de la otra, lo que indica que alguien hizo el movimiento de apuñalamiento uno detrás del otro. La nota que hay en los informes dice: como en una rabia ciega o en un frenesí. Si este fuera el acto de alguien con una motivación política probablemente habría algún tipo de mensaje u otro indicador.
–Muy bien–dijo Moulton–, estoy de acuerdo. No está motivado por la política.
–Eso fue fácil.
Se encogió de hombros y dijo:
–Estoy entendiendo que la gente en Washington piensa que todo tiene una motivación política. ¿Qué importa si los Hilyards conocen a alguien de una alta jerarquía en la escalera política. No a todo el mundo le importa.
–Me gusta como piensas –dijo–. Pero no sé si lo debemos descartar totalmente todavía.
Se estaban acercando a Barnes Point y el hecho de que se les había confiado un caso con posibles vínculos políticas no les era menor. Era una oportunidad increíble para ambos y ella tuvo que asegurarse que era en eso que estaba su atención por el momento. Por ahora, nada era más importante que eso, ni siquiera la aparición repentina de su padre desaparecido, ni la voz sin emoción de su terca hermana… ni siquiera un romance potencialmente perfecto con el hombre que estaba sentado a su lado.
Por ahora, sólo existía el caso y nada más que el caso. Y eso era más que suficiente para ella.
Barnes Point era una ciudad tranquila pero bonita, con una población de nueve mil habitantes. La residencia de los Hilyard estaba situada justo afuera de los límites de la ciudad, en una subdivisión llamada Farmington Acres. El esposo de la víctima, Jerry Hilyard, aún no había podido regresar a su casa desde que descubrió el cuerpo de su esposa; al no tener familiares cercanos, lo habían invitado a quedarse en otro lugar del vecindario, con amigos cercanos.
–Creo que necesitaría alejarme mucho más que de unas pocas casas –dijo Moulton–. Quiero decir, ¿te imaginas por lo que está pasando este pobre hombre?
–Pero quizás también podría necesitar estar cerca de su casa –sugirió Chloe–.Cerca del lugar dónde él y su esposa habían compartido una vida juntos.
Moulton pareció considerar esto mientras conducía su coche de alquiler hacia la subdivisión, en la dirección que les había indicado la policía estatal mientras estaban en la ruta. Este era otro ejemplo de cómo Chloe estaba empezando a entender y respetar la fluidez con la que se trabajaba en la agencia. Era difícil imaginar que cualquier información que necesitara -direcciones, números de teléfono, historiales laborales, antecedentes penales- estuvieran disponibles a sólo una llamada o a un correo electrónico de distancia. Ella asumió que los agentes eventualmente se acostumbran a esto, pero por el momento, aún se sentía privilegiada de ser parte de tal sistema.
Llegaron a la dirección y se dirigieron hacia la puerta. El buzón de correo decía Lovingston y la casa era una copia de casi todas las otras casas del vecindario. Era el tipo de vecindario donde las casas están una encima de la otra, pero el ambiente era tranquilo, un buen lugar para que los niños pudieran aprender a andar en bicicleta y probablemente un montón de diversión durante Halloween y Navidad.
Chloe llamó a la puerta y fue atendida de inmediato por una mujer con un bebé en sus brazos.
–¿Es usted la Sra. Lovingston? –preguntó Chloe.
–Lo soy. Y ustedes deben ser los agentes del FBI. Recibimos una llamada de la policía hace un rato diciendo que ustedes estaban en camino.
–¿Jerry Hilyard sigue aquí? –preguntó Moulton.
Un hombre apareció detrás de la mujer, saliendo desde la habitación de la izquierda:
–Sí, todavía estoy aquí –dijo. Se unió a la Sra. Lovingston en la puerta y se apoyó en el marco de la puerta. Parecía absolutamente exhausto, aparentemente no había dormido bien desde que perdió a su esposa de manera brutal.
La Sra. Lovingston se volvió hacia él y lo miró de una forma que a Chloe le hizo pensar que el bebé en sus brazos podía esperar algunas miradas de desaprobación en el futuro.
–¿Seguro que puedes hacer esto? –le preguntó la mujer.
–Estoy bien Claire –dijo–, gracias.
Ella asintió, sostuvo a su bebé más cerca de su pecho y se dirigió a otra parte de la casa.
–Pueden pasar –dijo Jerry.
Los llevó a la misma habitación de dónde él había venido. Parecía una especie de estudio, decorada en su mayoría con libros y dos elegantes sillas. Jerry se dejó caer en una de las sillas como si sus huesos le estuvieran fallando.
–Sé que Claire puede parecer un poco inquieta sobre su presencia aquí –dijo Jerry–. Pero… ella y Lauren eran buenas amigas. Ella cree que necesito estar de luto… que es lo que estoy haciendo. Es sólo que…
Se detuvo allí y Chloe pudo ver como él luchaba con un torrente de emociones, tratando de sobrevivir a esta conversación sin desmoronarse ante ellos.
–Sr. Hilyard, soy la agente Fine y él es mi compañero, el agente Moulton. Me preguntaba si podría contarnos sobre los lazos políticos que pueda tener su familia.
–Jesús –dijo en un suspiro–. Es algo exagerado. La policía local armó un gran escándalo y se escandalizaron. Estoy bastante seguro de que por eso los llamaron, ¿verdad?
–¿Hay lazos políticos? –preguntó Moulton, ignorando la pregunta.
–El padre de Lauren solía ser muy buen amigo del Secretario de Defensa. Crecieron juntos, jugaban al fútbol juntos, todo eso. Todavía se juntan de vez en cuando a cazar patos, a pescar, cosas así.
–¿Lauren hablaba con el Secretario? –preguntó Chloe.
–No desde que nos casamos. Vino a nuestra boda. Recibimos una tarjeta de navidad de su familia. Pero eso es todo.
–¿Cree que lo que sucedió se debe a esta relación? –preguntó Moulton.
–Si lo fuera, no tengo ni idea de por qué. Lauren no estaba metida en política en absoluto. Creo que es la forma que tiene su padre de creer que es importante. Alguien mató a su hija, así que debe ser porque conoce a gente importante. Él es de ese tipo de imbéciles.
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