–¿Qué puede decirnos de los últimos días de la vida de Lauren? –preguntó Chloe.
–Ya le he dicho a la policía todo lo que sabía.
–Lo entendemos –dijo Moulton–. Y tenemos copias de todos sus informes. Pero para que podamos afianzarnos adecuadamente, quizás le hagamos algunas preguntas que lo hagan repetir algunas cosas.
–Muy bien, de acuerdo –dijo Jerry.
Chloe pensó que el hombre quizás no fuera totalmente consciente de lo que estaba sucediendo. Se veía increíblemente distante. Si ella no hubiera sabido por la situación traumática que estaba atravesando, podría haber asumido que estaba drogado.
–La primera pregunta puede parecer una tontería en función a lo que ha sucedido –dijo Chloe–, pero, ¿sabe de alguien que pudiera haber tenido una razón para estar molesto con su esposa?
Hizo una mueca y negó con la cabeza. Cuando habló, su voz tembló en una especie de bostezo eterno.
–No, Lauren estaba muy reservada estos días. Una introvertida. Se había vuelto aún peor últimamente… retrayéndose cada vez más, ¿sabes?
–¿Alguna idea de por qué era eso?
–Tuvo un pasado duro. Padres desquiciados y todo eso. Era una especie de bravucona en la secundaria. Supongo que así es como le dirían hoy en día. O tal vez una chica mala. Ella había estado haciendo las paces con esos errores últimamente. Creo que empeoró cuando recibió por correo la maldita invitación para la reunión de secundaria.
–¿Estaba ansiosa por ir? –preguntó Chloe.
–No estoy seguro. Creo que la entristeció… el pensar en las personas con las que había sido mala.
–¿Se graduaron juntos?
–Sí.
–¿Y fuiste con ella a la reunión?
–No, por Dios. Odio ese tipo de cosas. Posando y fingiendo que te cae bien la gente que odiabas en la secundaria. No. No participé.
–Dice que era introvertida –dijo Chloe–. ¿No tenía muchos amigos?
–Oh, tenía algunos. Claire era una de ellas. Y los amigos que tenía eran como de la familia para ella. Eran muy unidos.
–¿Has hablado con ellos desde que esto sucedió? –preguntó Moulton.
–Sólo con una. Ella llamó poco después para preguntarme si precisaba algo.
–¿Son estos los amigos que tal vez fueron a la reunión con ella?
–Sí. Claire también fue. Pero también es un poco introvertida. Creo que fue sólo por curiosidad.
–¿Tú y Lauren tienen hijos? –preguntó Chloe–. En un vecindario como este, me imaginé que habría al menos un niño en cada casa.
–Tenemos dos. Nuestra hija mayor, Victoria, tiene dieciocho años; acaba de empezar la universidad este año. Ella… bueno, eligió pasar este momento tan difícil con sus abuelos. Y como ella se fue con ellos, nuestro hijo pequeño, Carter, también quiso ir. Nunca he tenido la mejor relación con mis suegros, pero el que mis hijos estén con ellos ahora es una bendición. Me siento como un padre terrible, pero si mis hijos estuvieran aquí, me desmoronaría y creo que me haría pedazos.
–¿Tiene algún resentimiento por que sus hijos estén con sus abuelos ahora? –preguntó Moulton.
–Quiero que estén aquí conmigo… sólo para verlos. Pero soy un desastre. Y hasta que la casa esté en mejor estado… allí es donde tienen que estar.
–Ha dicho que su hija mayor eligió estar con ellos durante este momento –dijo Moulton–. ¿Por qué es eso?
–Ella no podía esperar a salir de nuestra casa. Tuvo una relación tensa con Lauren durante los últimos años. Cosas tóxicas de la relación madre e hija- Nuestra hija… estaba trayendo chicos a nuestra casa, entrando a hurtadillas durante la noche. Estaba haciendo esto desde los trece años. Tuvo su primer susto de un embarazo a los quince. Y si haces los cálculos… Lauren tenía treinta y siete. Tuvimos a nuestra hija cuando Lauren y yo teníamos diecinueve años.
Chloe se imaginaba que la tumultuosa situación familiar no hacía las cosas más fáciles para Jerry Hilyard. Ella creía que no había nada que valiera la pena investigar al respecto, aunque podría ser bueno poder hablar con la hija.
–Sr. Hilyard, ¿le importaría si echamos un vistazo a su casa? –preguntó ella.
–No hay problema. El comisario y algunos de sus hombres han entrado y salido varias veces. El código para entrar es dos-dos-dos-ocho.
–Gracias, Sr. Hilyard –dijo Moulton–. Por favor, contáctenos si se acuerdo de algo más. Por ahora, creo que hablaremos con la Sra. Lovingston para ver si tiene algún detalle para compartir.
–Le ha dicho a la policía todo lo que sabe. Creo que está empezando a irritarse.
–¿Qué hay de su marido? ¿Él conocía a su esposa? ¿Ustedes cuatro pasaban mucho tiempo juntos?
–No. El marido de Claire trabaja a menudo fuera de la ciudad. Lo llamé por FaceTime para asegurarme de que estuviera de acuerdo de que yo me quedara aquí. Y de todos modos, casi siempre eran Claire y Lauren. Tenían una reunión semanal en la que bebían vio en el porche, cambiando de casa cada semana.
Claire entró lentamente en la habitación, aparentemente después de haber puesto a dormir la siesta al bebe que había estado cargando.
–Y hacíamos las cosas predecibles que hacen las mujeres. Hablar de nuestros maridos, recordar el pasado. Yo le hablaba de los altibajos de tener un bebé. Y recientemente, hablábamos de lo que le estaba pasando con su hija.
–¿Qué puede decirnos sobre Lauren y lo que pudo haber llevado a alguien a hacer algo así? –preguntó Claire.
–Lauren tomó algunas decisiones durante la escuela secundaria con las que sus padres no estaban de acuerdo –contestó Claire–. Una vez que Lauren se graduó de la secundaria y tuvo a su hija… bueno, la universidad no era una opción.
–Estaban avergonzados –añadió Jerry–. Se enojaron y se mudaron a Nuevo Hampshire. Le llenan la cabeza a nuestra hija con mentiras brutales sobre Lauren siempre que pueden.
–Tratando de compensar sus errores y negligencia al criar a Lauren –dijo Claire–. Un par de imbéciles, la verdad.
Al sentir que la conversación se dirigía a una ronda de acusaciones, Chloe habló:
–Sra. Lovingston, ¿podría usted pensar en algún enemigo o relaciones tensas que Lauren pudiera haber tenido? –preguntó Chloe.
–Nada fuera de su familia. Y aunque son un par de idiotas, ciertamente no harían esto. Esto es… esto es deplorable.
Moulton metió la mano en su bolsillo interior y sacó una tarjeta de presentación. La dejó en la mesa de café y dio un paso atrás.
–Por favor… si a alguno de ustedes se les ocurre algo más, no duden en contactarnos.
Tanto Claire como Jerry sólo asistieron bruscamente. La conversación había sido breve, pero les había afectado. Chloe y Moulton salieron en un silencio incómodo.
Cuando estaban afuera, dirigiéndose al coche, Chloe se detuvo un momento en la acera. Miro hacia la calle, en dirección a la casa de Hilyard y vio que estaba fuera de su vista. Aun así, estaba empezando a estar de acuerdo con Moulton. Tal vez estaba demasiado cerca. Y si el dormitorio aún se parecía en algo a lo que había visto en las fotografías que Johnson le había mostrado, parecía casi morboso que Jerry se quedara tan cerca.
–¿Listo para ir a ver la casa? –preguntó Chloe.
–En realidad no –dijo Moulton, las imágenes que había visto en el archivo del caso todavía estaban claras en su mente–. Pero supongo que debemos empezar por algún lado.
Volvieron al coche y se dirigieron por donde habían venido. Inmediatamente, Chloe se decía a si misma que no podía ser tan malo como aparecía en las fotos, todo ese rojo carmesí entre las sábanas blancas.
***
Le tomó veinte segundos llegar a la casa de Hilyard. El hecho de que se pareciera tanto a la casa de Lovingston -y a las demás casas de la cuadra- era un detalle espeluznante para Chloe. Entraron por la puerta principal con el código que Hilyard les había dado y entraron en una casa absolutamente tranquila y silenciosa.
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