Después de pasar una última vez por la oficina de Hiroto para obtener una lista de las personas que habían elegido dejar el trabajo, Kate y DeMarco emprendieron el regreso en medio de una maravillosa mañana sabatina en la ciudad de Nueva York. Pensó en la pobre Missy Tucker, en tan bello día, tratando de adaptarse a una vida que, por un tiempo en todo caso, podría no parecer bella en lo absoluto.
***
Pasaron el resto de su mañana visitando a quienes habían decidido no ir a trabajar. Se encontraron con muchas lágrimas, e incluso unos pocos que estaban indignados por el hecho de que un hombre gentil e inocente como Jack Tucker hubiera sido asesinado. Fue exactamente lo mismo que hablar con los de la oficina, solo que no tan agobiante.
Hablaron con la última persona—un hombre llamado Jerry Craft —poco después de la hora del almuerzo. Llegaron a su casa justo cuando Jerry estaba subiendo a su auto. Kate estacionó detrás de él en la salida de su garaje, lo que le valió una mirada irritada. Ella se apeó del auto al tiempo que Jerry Craft se acercaba a ellas. Sus ojos estaban enrojecidos y lucía algo melancólico.
—Siento molestarlo —dijo Kate, mostrando su identificación. DeMarco se colocó junto a ella e hizo lo mismo—. Somos las agentes Wise y DeMarco, FBI. Esperábamos que pudiera tener algo de tiempo para hablar con nosotras acerca de Jack Tucker.
La irritación se desvaneció rápidamente del rostro de Jerry, asintió y se recostó de la parte trasera de su auto.
—No sé que podría aportar que estoy seguro ya le habrán escuchado a los demás. Supongo que ya hablaron con el Sr. Hiroto y con todos los demás en la oficina.
—Lo hemos hecbo —dijo Kate—. Estamos ahora hablando con aquellos que se fueron hoy, porque pareciera que tenían una conexión más estrecha con Jack.
—No sé si eso es necesariamente cierto —dijo Jerry—. Solo unas pocos de nosotros en realidad salimos a divertirnos algunas veces, fuera del trabajo. Y Jack usualmente no estaba entre esos. En unas pocas ocasiones probablemente aceptó la oferta de Hiroto de tomarse un día.
—¿Alguna idea de porqué Jack no era de los que se reunía después del trabajo? —preguntó DeMarco.
—Nada especial, creo. Jack era muy de su hogar, ¿sabe? En su tiempo libre, prefería estar en casa con su esposa y sus chicos. El trabajo de por sí lo ponía a trabajar equis cantidad de horas, no tenía sentido quedarse en un bar con las mismas personas que dejaba en el trabajo. Amaba a su familia, ¿sabe? Siempre hacía cosas extravagantes para cumpleaños y aniversarios. Siempre hablaba de sus hijos en el trabajo.
—¿Así que usted también piensa que tenía una vida perfecta? —preguntó Kate.
—Así parecía. Aunque, realmente, ¿puede alguno de nosotros tener una vida perfecta? Quiero decir, incluso Jack tenía alguna tirantez con su madre por lo que sé. Pero, ¿no las tenemos todos?
—¿Cómo es eso?
—Nada gordo. Un día en el trabajo lo escuché hablando por teléfono con su esposa. Estaba en la escalera para tener algo de privacidad, pero yo estaba usando una de las viejas estaciones de trabajo que estaba justo al lado de la puerta que daba a la misma. Lo destaco porque fue la única vez que lo escuché hablando con su esposa con un tono que no era de felicidad.
—¿Y era una conversación sobre su madre? —preguntó Kate.
—Estoy bastante seguro. Me mofé un poco de él cuando regresó, pero él no estaba de humor.
—¿Sabe algo acerca de sus padres? —preguntó Kate.
—No. Como dije, Jack era un gran sujeto, pero realmente no lo llamaría un amigo.
—¿Adónde se dirige ahora mismo? —preguntó DeMarco.
—Iba a comprar flores para su familia y dejárselas en su casa. Vi a su esposa y a sus hijos unas pocas veces en las fiestas navideñas y en las barbacoas de la compañía, cosas así. Una gran familia. Es un asco lo que sucedió. Me pone un poco mal, ¿sabe?
—Bueno, no lo retendremos más —dijo Kate—. Gracias, Sr. Craft.
De regreso en el auto, Kate salió del acceso al garaje de Jerry y dijo: —¿Quieres buscar la información de la madre de Jack?
—De inmediato —dijo DeMarco con cierta frialdad.
Kate de nuevo se vio luchando por mantenerse callada. Si DeMarco iba a alargar su pequeña irritación con respecto a los eventos de la noche anterior, era cosa suya. Kate estaba bien segura que no iba a permitir que eso afectara su progreso en este caso.
Al mismo tiempo, halló que se tenía que morder el labio para sofocar una sonrisa de ironía. Había pasado tiempo debatiendo sobre si su nueva posición la mantenía lejos de su familia, y aquí estaba ella, trabajando con una mujer que a veces le recordaba tanto a Melissa que asustaba. Pensó en Melissa y Michelle mientras DeMarco era remitida de uno a otro departmento del Buró, buscando información sobre la madre de Jack Tucker. Pensó en cómo Melissa se había comportado y actuado la primera vez que ella, Kate, había estado enfrascada en el caso Nobilini. De eso hacía ocho años; Melissa tenía veintiuno, y era aún ligeramente rebelde y estaba bastante en contra de lo que su madre quería de ella. Había sido una temporada en la que Melissa había probado teñirse el cabello de púrpura. En realidad se veía bastante bien, pero Kate nunca había podido decirlo en voz alta. Había sido un tiempo desquiciante en sus vidas, incluso cuando Michael, su marido, todavía estaba vivo y podía ayudar con Melissa mientras maduraba.
—Eso es interesante —dijo DeMarco, sacando a Kate de sus evocaciones. Bajó el teléfono y miró hacia adelante con un brillo excitado en sus ojos.
—¿Qué es interesante? —preguntó Kate.
—La madre de Jack es una tal Olivia Tucker. Sesenta y seis años de edad, vive en Queens. Un registro criminal inmaculado, excepto por un pequeño toque de atención.
—¿Cuál es el toque de atención?
—Llamaron a la policía a causa de ella hace dos años. La llamada fue hecha por Missy Tucker, la misma noche que Olivia Tucker estaba tratando de irrumpir en su casa.
Intercambiaron una mirada. Kate sintió que parte de la tensión entre ellas comenzaba a desvanecerse. Las buenas pistas, después de todo, tenían la tendencia a juntar a los compañeros más disgustados.
Sintiendo como si finalmente iba a algún lado, Kate giró el auto en redondo y se dirigió hacia Queens.
Olivia Tucker vivía en un muy sencillo apartamento en Jackson Heights. Cuando Kate y DeMarco llegaron, estaba siendo visitada por un predicador local. Fue él quien acudió a la puerta, un negro alto que lucía triste y sombrío. Miró a las agentes de manera escéptica y suspiró suavemente.
—¿Puedo ayudarlas, señoras?
—Necesitamos hablar con la Sra. Tucker —dijo DeMarco—. ¿Quién es es usted?
—Soy Leland Toombs, el pastor de su iglesia. ¿Y quiénes son ustedes?
Ellas pasaron por la acostumbrada rutina de mostrar sus identificaciones y presentarse. Toombs dio un vacilante paso atrás y les lanzó una mirada de reproche.
—¿Comprenden que ella se encuentra en un estado de mucha aflicción, correcto?
—Por supuesto —dijo Kate—. Estamos intentando encontrar al asesino de su hijo y esperamos que ella pueda ser capaz de arrojar alguna luz que sirva de ayuda.
—¿Quién es? —una voz temblorosa se dejó escuchar desde algún rincón del apartamento. Una mujer apareció saliendo de otra habitación y dirigiéndose a la puerta.
—Es el FBI —le dijo Leland—, pero Olivia, le sugeriría que se tomara un momento para pensar si está lista para hablar con ellos.
Olivia Tucker llegó hasta la puerta luciendo como un absoluto desastre. Sus ojos estaban rojos y se veía como si tuviera incluso problemas para caminar. Miró a Kate y DeMarco y entonces colocó una mano sobre el hombro de Toombs a fin de tranquilizarlo.
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