Mark Gimenez - Ausencia de culpa

Здесь есть возможность читать онлайн «Mark Gimenez - Ausencia de culpa» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ausencia de culpa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ausencia de culpa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una nueva intriga del maestro del
thriller legal. Omar al Mustafá es uno de los hombres más peligrosos de Dallas, un carismático imán famoso por sus violentos discursos en contra de Estados Unidos en televisión e internet. Cuando el FBI descubre que el Estado Islámico tiene planeado detonar una bomba durante la Super Bowl, el partido de fútbol americano más importante del año, detienen a Mustafá. Pero hay un gran problema: no hay ninguna prueba en su contra. El recién nombrado juez A. Scott Fenney tiene una tarea muy importante entre manos: averiguar quién es el verdadero culpable y evitar una masacre en tan solo tres semanas. 
"Gimenez ha tomado el relevo de Grisham… Su trabajo es más rápido y fresco y sus personajes son más sólidos." Daily Mail"Emocionante, de lo mejor que ha escrito Gimenez." The Times"La escritura de Gimenez es explosiva, trepidante y llena de giros inesperados que te mantienen en vilo hasta la última página." Houston Press

Ausencia de culpa — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ausencia de culpa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Padre e hija bajaron por las gradas entre miradas curiosas y susurros, a los que ya estaban acostumbrados. Así eran las cosas cuando eras un juez federal con una vida como la de Scott. Parecía que la mayor parte de Highland Park se había dividido en dos bandos en lo referente a A. Scott Fenney: o bien creían que era un hombre que había redimido su alma al defender a la madre de Pajamae contra un cargo de asesinato y había ganado; o un auténtico necio que había renunciado a la vida de lujo de Highland Park para salvar a una prostituta negra de la pena de muerte solo para verla morir de una sobredosis dos meses después. Nadie sabía qué pensar sobre su defensa a su exmujer, acusada de asesinar al experto en golf con el que se había ido; la opinión general parecía coincidir en que no estaba en posesión de sus facultades mentales.

—Hola, Scott. Hola, Boo.

Justo cuando llegaron abajo, apareció Kim Dawson. Había sido la profesora de cuarto curso de las chicas en la escuela primaria. Se la habían presentado a Scott hacía unos años.

—Hola, señorita Dawson —dijo Boo.

—¿Cómo estás, Kim? —preguntó Scott.

—Estoy bien. Te… Te echo de menos, Scott. ¿O ahora tengo que llamarte juez?

Habían salido juntos unas cuantas veces antes de que él se hiciera juez. Era inteligente y dulce, pero él no había sentido ninguna chispa.

—Scott está bien.

Ella sonrió y estuvo a punto de acercarse, pero se lo pensó mejor.

—Llámame, Scott. Cuando sea.

Kim se alejó. Scott la siguió con la mirada. Era una mujer muy guapa. Vestía unos vaqueros apretados que marcaban y resaltaban su redondo trasero. Scott se excitó. Tal vez debería intentarlo otra vez con Kim… Pero solo la utilizaría para tener sexo, y no podía hacerle eso. Era una buena chica, y él ya no era un universitario. Era juez federal. Suspiró. Nada de alcohol, nada de sexo, nada de diversión. Esas eran las responsabilidades de ser juez. Apartó la vista del trasero de Kim y la posó en la cara de su hija, que lo miraba con sus ojos verdes y el ceño fruncido. Boo señaló con el pulgar a la señorita Dawson y dijo:

—¿Y no quieres salir con ella?

Dando a entender que le parecía un gran misterio, Boo sacudió su pelo corto y pelirrojo y reanudó la marcha hasta el puesto de comida.

—Cinco zarzaparrillas, un café con leche y puré de ciruelas orgánico.

Estaban de pie junto al puesto de comida, rodeados de chicas adolescentes que cuchicheaban y reían. Scott, que tenía cuarenta años, no sabía nada de chicas adolescentes. Por supuesto, tampoco sabía nada de ellas cuando él mismo fue un adolescente. El destino del hombre.

—Hola, Scott.

Su perfume llegó antes que ella. Él se giró y se encontró con una mujer joven, de pelo negro azabache y labios rojos y carnosos, que vestía unas mallas de yoga, que parecían estar pintadas sobre la delgada parte inferior de su cuerpo, y una camiseta apretada con un escote bañera que dejaba poco a la imaginación, además de mostrar su torso. Penny Birnbaum. Después de que Rebecca se fugase con el golfista, Scott había vendido su ropa en un mercadillo y la mansión de Beverly Drive a Penny y su marido.

—Ah, ey, hola, Penny. ¿Dónde está, eh…?

—¿Jeffrey? Nos hemos divorciado.

—¿Tan pronto?

Ella asintió con indiferencia.

—No podía satisfacerme. Tengo una pensión alimenticia y la casa. Tu vieja casa. Deberías pasar por allí una mañana que salgas a correr. —Se acercó y bajó la voz—. Estaré desnuda.

—Penny, ahora soy juez federal.

—Puedes esposarme.

Penny disfrutaba de una pensión alimenticia y de la casa; Jeffrey se había alejado de ella. En derecho, eso se considera un acuerdo en el que todos ganan. Le echó a Scott un vistazo que le hizo sentir desnudo.

—Tienes un aspecto delicioso —dijo—. Han pasado casi cuatro años, pero aún me acuerdo de aquel día en la ducha.

Scott les había enseñado la mansión a Penny y Jeffrey. Mientras Jeffrey comprobaba el sonido Dolby Surround en el sótano, Penny le daba un repaso a Scott en la enorme ducha del baño. Lo había pillado en un momento de debilidad, pero él tenía que confesar que tampoco había olvidado aquel momento.

—¿Sabes?, Scott, podemos ser solo amigos.

—¿Amigos?

Ella se acercó y le susurró al oído:

—Follamigos.

Se apartó de él y le guiñó un ojo de forma seductora. Era joven, sexy y quería que la usaran para el sexo. Él suspiró. Le ofrecía sexo sin ataduras. Ser amigos con derecho a roce. Follamigos en lengua vernácula. Para un hombre que no había tenido sexo desde… —¿fue aquella ocasión en la ducha la última vez?—, era una oferta tentadora. Pero un acuerdo así no parecía apropiado para un juez federal. O para el padre de dos adolescentes.

—No tienes hijos, ¿verdad? —dijo Scott—. ¿Por qué estás aquí?

—Porque sabía que tú estarías aquí. Para ver a tu hija.

—¿Me estás acosando?

Le dirigió una mirada ladina.

—Ay, esto no es acosar, Scott.

Se dio media vuelta y se alejó caminando de forma sinuosa. Todos los hombres con los que se cruzó se pararon a mirarla. Así era Penny.

—¿Qué has dicho?

Era la voz de Boo detrás de él. Se giró hacia ella, pero no le hablaba a él, sino a un grupo de chicas que parecían haber salido de una revista de moda. Boo, no; tenía puesta una sudadera, vaqueros corrientes y unas zapatillas retro. Sus puños se apoyaban en sus caderas. Ese gesto no solía significar nada bueno. Sobre todo, para la otra chica.

—¿Estás hablando de mi hermana?

Dio un paso al frente y se encaró con una chica rubia.

—Tranquila, Boo —dijo Scott.

—Ha dicho algo sobre Pajamae —dijo Boo, y se dirigió a la chica para añadir—: ¿Qué? ¿No te gusta que niñas negras vayan a tu escuela?

La chica rubia se puso roja como un tomate.

—Mi hermana solía marcar todos los puntos, y ahora lo hace tu hermana.

—Porque mi hermana es mucho mejor que la tuya.

—Porque es más negra que mi hermana.

Boo levantó un puño.

—¿Te apetece una ración de nudillos, zorra estirada?

—A palabras necias, oídos sordos, Boo —dijo Scott.

—A palabras necias, puños y codos, A. Scott.

—Adelante, pégame —dijo la rubia—. Volverán a expulsarte.

Ese no era el primer altercado de Boo. La habían expulsado media docena de veces por defender a su hermana.

—Boo, vamos a llevar las bebidas a los asientos.

—Sí, Boo —respondió la rubia—. Vuelve a tu asiento con el perdedor de tu padre.

«¿El perdedor de tu padre?», Boo no podía creer lo que oía.

—¿Ahora estás hablando de mi padre?

—Mi padre dice que el tuyo es un liberal enamorado del presidente.

—A. Scott, ¿puedo pegarle?

—Sí… es decir, ¡no!

Pero ya era demasiado tarde. Boo tumbó a la rubia de un golpe, un puñetazo directo a la nariz. La chica aterrizó sobre su trasero y Boo aprovechó para abalanzarse sobre ella. La miró con expresión severa y, apuntándola con el dedo, dijo:

—Como vuelvas a llamar a mi padre liberal, te rompo los dientes.

—A. Scott —dijo Boo—, deberías salir con la señorita Dawson. Esa Penny me acojona.

—A mí también. Y deja de decir palabrotas.

Boo frunció el ceño sin levantar la vista del libro. Scott les había leído libros a las chicas hasta que cumplieron los diez años; ahora leían ellas juntas.

—¿Qué estáis leyendo?

Todas las noches leían en la cama. Ellas compartían una habitación, y Scott tenía la otra. La casa tenía dos dormitorios, dos baños, y mil cuatrocientos metros cuadrados útiles. La habían construido en 1935, cuando las mansiones de Highland Park se construían para los magnates petroleros, no para abogados, médicos o vicepresidentes de la propiedad industrial. Y desde luego, no para los jueces. Ochenta años después, las cosas no habían cambiado para los jueces.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ausencia de culpa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ausencia de culpa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Mark Gimenez - The Governor's wife
Mark Gimenez
Mark Gimenez - The Color of Law
Mark Gimenez
Mark Gimenez - The Common Lawyer
Mark Gimenez
Mark Gimenez - The Abduction
Mark Gimenez
Mark Gimenez - Accused
Mark Gimenez
Mark Pearson - Murder Club
Mark Pearson
Karin Alvtegen - Culpa
Karin Alvtegen
Mª Jesús Rodríguez Hernández - Las heridas de la ausencia
Mª Jesús Rodríguez Hernández
Wáshington Delgado - Formas de la ausencia
Wáshington Delgado
Marc Quintana - Els culpables
Marc Quintana
Rodrigo Gustavo Espínola Vargas - Ausencia
Rodrigo Gustavo Espínola Vargas
Отзывы о книге «Ausencia de culpa»

Обсуждение, отзывы о книге «Ausencia de culpa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x