Sheila Almontes - La historia de nuestra muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Sheila Almontes - La historia de nuestra muerte» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La historia de nuestra muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La historia de nuestra muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La historia de nuestra muerte es un libro que te hace descubrir nuevos sentimientos y emociones. La narración logra el sorprendente efecto de hacer que el lector comprenda y se adentre en la mente de las personas descritas en la obra. La lectura de esta pieza literaria no tiene desperdicio, pues da una enseñanza de vida, una lección que nos prepara y nos ayuda a entender una situación que puede ocurrirnos a todos. Sheila Almontes nos ofrece un libro que nos hace ser conscientes de que debemos estar preparados para afrontar lo que la vida nos presente, por muy difícil que parezca. La historia de nuestra muerte es una carta de amor a la vida que nos ayuda a seguir adelante cuando todo parece imposible.

La historia de nuestra muerte — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La historia de nuestra muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Había cosas en las que éramos muy parecidos, muchas diría yo, y otras en las que no coincidíamos en absoluto. Después de haber tenido relaciones sentimentales fallidas con varios alcohólicos, el hecho de que tú tomaras moderadamente era encantador para mí.

Un día, caída la tarde, estaba terminando una guardia cuando mis amigos –Lorena y Emilio, quien no ocultaba sus preferencias sexuales ante nosotras– y yo empezamos a platicar sobre quiénes eran los más guapos de la oficina. No suelo demostrar cuando alguien me gusta, pero en ese momento pasaste caminando. Los tres te miramos, y mi amigo dijo sin bacilar:

—A mí me gusta él.

—¡A quién no le va a gustar! Él es muy varonil. —contestó mi compañera.

Yo, para no hacer un gran chisme, sólo repliqué:

—Sí, a mí también.

Entonces, siguiendo la plática, me dijeron que tú eras el padre del hijo de nuestra compañera de trabajo, Arely. Me quedé sorprendida. Pregunté para confirmar si lo que había escuchado era verdad. Me hablabas de tu pequeño y de cuánto lo amabas, pero no sabía que su mamá fuera ella. A veces mencionabas su nombre, pero era un nombre común y no pensé que fuera la misma persona que trabajaba con nosotros. Realmente me causó asombro, pero yo me llevaba bien con ella en ese entonces y no pasó de la sorpresa.

—¡Vaya! No sabía que ella era.

—Así es, amiga, pero la verdad es que no me los imagino juntos. —contestó la chica.

Y pensándolo bien, yo tampoco.

Esa misma semana, por casualidad, te encontré cuando me dirigía a mostrarle unas casas a un familiar. Al verme, exclamaste:

—¡Te ves muy hermosha! —Como si fueras un niño cuya pronunciación aún es imperfecta.

—Muchas gracias. Vine con un primo. Ahorita que regrese de mostrarle las casas, te veo.

—Está bien. ¡Éxito!

No regresé, pues me fui con mi familia a pasar la tarde, pero al caer la noche recibí un mensaje tuyo:

—¿Cómo te fue con tu primo?

—Pues le gustaron las casas, pero me comenta que quiere ver más opciones.

—¡Qué bueno! Verás que saldrá bien todo. Oye, me encanta como te ves hoy.

—Muchas gracias. De vez en cuando, un baño no afecta. —dije en broma.

—Yo no he dejado de trabajar toda la semana.

—¡Qué trabajador eres!

—¡Claro! Si no trabajo, ¿con qué te invito a salir? Ya me apartaron una casa.

—¡Qué bien! Eso me da mucho gusto por ti.

Y, sin titubear, lanzaste la pregunta:

—¿Yo te gusto?

En un primer instante me quedé pasmada. Claro que me gustabas, pero no esperaba esa pregunta.

—¡Qué bonita pregunta! —dije verdaderamente admirada—Para serte, sincera sí.

—Me halaga que me lo digas… y me pones nervioso. Te voy a confesar que tú a mí me gustas desde el primer día que te vi en Lerma. ¿Recuerdas? Platícame, ¿qué te gusta de mí?

—Me gustan tus ojos, tus manos, tu voz. Que me haces reír mucho, tus ideas…

—Levantaste mi ego. Gracias.

Cambié el tema abruptamente. En esas situaciones de completa sinceridad la incomodidad te obliga a realizar acciones evasivas para frenar el avance del asunto y sentir algo de alivio.

—Dime qué te gusta hacer, Gerardo.

—Como ya te había comentado, me gusta mucho la mecánica automotriz. No soy un profesional, pero me encanta. Me gusta hacer ejercicio. Me gusta bailar. Me gusta cocinar. Me encanta hacer carne asada –no tiene que ser fin de semana, sólo se me antoja y la hago–. Soy hogareño. Ah, y soy muy besucón.

—¿Te estás promocionando?

—Sí, nada más para ti. Tú decides. —Añadiste un emoji sonriente.

—Pues primero te digo como soy yo, porque estoy medio loca. Tengo un carácter feo. —dije a modo de broma; sin embargo, quise hablar de mis características particulares y dejar de lado lo negativo.

—Ah, ¿también tú? —Bromeaste.

—Me gusta bailar; me encanta probar comida diferente; me gusta dormir; me encanta escribir; de ejercicio, sólo me gusta nadar; me gusta escuchar a las personas y, si está en mis manos, ayudarlas. También disfruto eso. Soy cariñosa, servicial y cuido a las personas que quiero. Tengo amistades de todo tipo: gordos, flacos, ricos, pobres. Digo lo que me molesta y, aparte, se me nota en la cara lo que estoy sintiendo o pensando. Me molesta no comer a mis horas o no dormir bien. Como todos, también tengo problemas y cosas que duelen, pero trato de crecer y de superarme. Básicamente esa soy yo. Ah, lo olvidaba, mi risa es muy fea.

—Ya me estoy enamorando de ti. ¡Róbame! Lo que te quiero decir es que –tal vez ya te has dado cuenta– te veo con ojos de enamorado. —confesaste sin titubear.

—Noté que te interesaba, pero no creí que tanto.

—Pues ahora ya lo sabes. Fijé una meta de ahorro, y podré viajar del 5 al 10 de julio a Playa del Carmen. Ayer coticé vuelo y hospedaje con todo y auto. ¿Vamos juntos?

—¡Me encantaría! —contesté entusiasmada—. Ya se acabó el 2016, pero tenemos poco más de medio año para juntar el dinero.

El objetivo del viaje era nada más y nada menos que festejar tu cumpleaños número 42 con un amigo tuyo de la secundaria que, casualmente, cumplía tres días antes que tú y radicaba en nuestro destino vacacional. Si bien habías pensado en llegar con él cuando planeaste tu viaje, al saber que éramos tú y yo los viajeros decidiste que sería mejor encontrar otro lugar para hospedarnos.

—Qué bueno que te consientas —dije—, a eso vinimos, a disfrutar la vida.

—Así es. Y tú me puedes ayudar mucho con eso. Ya me haces muy feliz cada vez que platico contigo. ¿Qué crees que pase? ¿Qué te gustaría que pasara conmigo?

Ante tal pregunta, no me quedaba más que contestar de la manera más franca posible, así que te dije que hacía algún tiempo que yo no tenía pareja, y que, la verdad, no tenía urgencia alguna por tenerla, pero que tú me interesabas demasiado. Te planteé la base de lo que yo buscaba para mi futura relación amorosa, dando a entender sutilmente que yo quería una relación formal y duradera:

—Yo creo que lo importante es tener objetivos comunes. Te comparto los míos: quiero trabajar, poner un negocio propio; quiero hacer ejercicio y viajar; crecer en todos los sentidos.

—Te comparto los míos: no quiero trabajar. —Bromeaste—. Quiero viajar, hacer ejercicio y estar contigo.

—Muy buenos. —Me causó gracia tu respuesta.

—¿Qué te parece si nos vemos después, con más tiempo, y lo platicamos bien?

—Me parece bien.

La cita era el martes siguiente. Nos despedimos, y me dejaste una tarea para poner en práctica todos los días hasta entonces:

—No dejes de sonreír, que te ves hermosa cuando lo haces.

Por lo pronto, acordamos mantenernos en contacto para saludarnos y definir la hora de nuestro próximo encuentro.

Capítulo III

Novios

EL COMIENZO DE NUESTRA HISTORIA

Se acercaba una de las fechas religiosas más importantes en México: 12 de diciembre, el día de la Virgen de Guadalupe. Acostumbrabas visitarla año con año, como buen devoto, pero ese año el trabajo no te lo permitió, por lo que sólo le mandaste flores al altar en casa de tu madre, a quien yo no tenía el gusto de conocer todavía.

Por la misma razón, no pudimos vernos ese 12 de diciembre, y aunque ese mismo día acordamos que queríamos ser pareja, la proposición en persona se dio al siguiente día. A pesar de que el encuentro formal fue el 13, nosotros celebrábamos, mes con mes, los días 12, pues ese fue el día que decidimos estar juntos e intentar forjar la relación que siempre deseamos. Francamente fue algo raro: el número 12 estuvo presente y marcó esta historia en muchos aspectos.

El 12 estuvimos todo el día escribiéndonos mientras tú estabas trabajando y yo en casa. Yo te había pasado algunas canciones y entonces me escribiste:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La historia de nuestra muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La historia de nuestra muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La historia de nuestra muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «La historia de nuestra muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x