Sheila Almontes - La historia de nuestra muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Sheila Almontes - La historia de nuestra muerte» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La historia de nuestra muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La historia de nuestra muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La historia de nuestra muerte es un libro que te hace descubrir nuevos sentimientos y emociones. La narración logra el sorprendente efecto de hacer que el lector comprenda y se adentre en la mente de las personas descritas en la obra. La lectura de esta pieza literaria no tiene desperdicio, pues da una enseñanza de vida, una lección que nos prepara y nos ayuda a entender una situación que puede ocurrirnos a todos. Sheila Almontes nos ofrece un libro que nos hace ser conscientes de que debemos estar preparados para afrontar lo que la vida nos presente, por muy difícil que parezca. La historia de nuestra muerte es una carta de amor a la vida que nos ayuda a seguir adelante cuando todo parece imposible.

La historia de nuestra muerte — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La historia de nuestra muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A mediados de septiembre, poco después de mi cumpleaños, nos volvió a tocar una guardia juntos, pero esta vez fue en las instalaciones en las que se encuentran las casas. La guardia duraba todo el día y teníamos una hora libre para comer. Llegué temprano, pero tú ya estabas en la casa de muestra, en la cual había una zona de oficinas con cubículos y escritorios para que los asesores de venta pudieran trabajar con sus computadoras. Recuerdo muy bien que entré a las oficinas y te vi sentado en la parte de atrás, yo me senté en los cubículos de enfrente. Ese día en especial me arregle más que otros, pues quería tener la mejor presentación posible para reflejar mis ganas de trabajar.

Las guardias comenzaban a las nueve de la mañana y, en teoría, terminaban a las siete de la tarde; digo "en teoría", porque era posible retirarse antes. Se hacía un sorteo en cada guardia para establecer en qué orden nos tocaría dar la atención a los clientes. Ese día, un poco antes de que la suerte decidiera quién sería el primero en atender a los posibles compradores, me senté en los cubículos como siempre y tú me observaste. No dudaste en poner de pretexto que el sol estaba pegando muy fuerte por la ventana y que mejor te cambiarías de lugar. Te levantaste con tu computadora en las manos y te sentaste junto a mí.

Fue una guardia muy agradable. Todo el día estuvimos platicando de nuestras vidas, de cosas interesantes, de nuestros trabajos y nos reímos mucho. La verdad es que para verte tan serio nunca pensé que fueras tan gracioso. A la hora de la comida recuerdo que ya teníamos hambre y me invitaste a comer a un lugar cerca de ahí:

—Oye, Shei, tengo hambre.

—Sí, ya sé. Yo también muero de hambre.

—¿Qué pase te tocó?

—El 3, ¿a ti?

—El 2.

—Pues no ha pasado ni el uno. Ya ves que estas ventas están demasiado bajas.

—Pues sí deberíamos ir a comer.

Me propusiste ir a un lugar conocido por su buena comida. Yo, un poco dudosa, acepté con la condición de que fuéramos en mi auto.

Capítulo II

La historia de tu vida

EMPEZANDO A CONOCERTE

La mañana estaba tranquila, aún no había tenido oportunidad de atender a ningún cliente en la guardia; sin embargo me sentía bien. Yo manejaba con la esperanza de llegar pronto a nuestro destino para calmar el hambre. De pronto hablaste:

—Pareces una chica muy linda; pensé que eras más ruda.

—Pues soy ambas —contesté entre risas.

–Bueno, así parece. Pero ya conociéndote no es así. Me siento raro —dijiste con cierto matiz de incomodidad.

—¿Por qué?

—Pues porque tú eres quien maneja —dijiste riendo—. No estoy acostumbrado.

—Para la siguiente ocasión manejas tú. —Seguí el juego.

—Por cierto, ¿dónde vives?

—Aquí en San Antonio. ¿Y tú?

—Yo vivo en Villas Campestres.

—¿En serio? ¡Qué bien! Vives justo donde trabajas.

—¿Por qué crees que llego tan temprano?

—Ahora lo sé.

—Pues mira, tú tampoco vives tan lejos. ¿Con quién vives?

—Vivo sola.

—¿En serio?

—No es fácil, pero así vivo desde hace algunos años.

—Qué bien. También es bueno tener tu espacio.

Llegamos al lugar y ordenamos. Para mí era muy curioso ver "de reojo" como todo el tiempo me mirabas y con mucho interés. El mismo interés con el que analizabas cada cosa que yo decía, cada movimiento que hacía, cada reacción que tenía. No sabía qué pensabas en ese momento, pero sí sabía que te llamaba la atención. Eras muy obvio. No sabías disimular tu interés, y la verdad es que eso me hacía sentir bien, me hacía sentir especial, pues tu energía reflejaba un interés puro y natural.

Había hombres que me seguían, pero nadie me gustaba como tú. Después de mi última relación, me había mantenido soltera porque nadie llenaba mis expectativas; había quienes se acercaban, pero algo les faltaba. No sabía bien qué era. Unos me fastidiaban; otros parecían desesperados; otros simplemente no me demostraban interés, pero tú cubrías todo.

Al regresar a la oficina volvió a surgir el tema de las parejas, como en la guardia del colegio. Entonces llegó mi pregunta:

—¿Por qué eres divorciado? ¿Qué es lo que ha hecho que no funcionen tus relaciones?

—Pues mira, no te niego que me he enamorado, pero nunca he sentido lo que es verdaderamente el amor. Ese amor que te hace dar todo por una persona y pues he aguantado cosas por mis hijos, pero no he sentido que ame intensamente a ninguna mujer.

—¡Dios mío! ¿A tus 41 años no has amado? —dije, burlona.

—No te rías. —Reíste mientras lo decías—. Es en serio. No te digo que no he querido, sí lo he hecho. Y mucho, pero siento que "amado", no.

—¿Y eso por qué?

—Pues no sé. Quizá no ha llegado la indicada, o no he sabido elegir bien; y pues también tengo mi carácter.

—¿Cómo?

—Sí, soy muy enojón y todo termina en pelear, pelear y pelear.

—Muy mal amigo, eso no debería ser.

—No, pero tú me vas a ayudar.

—¿Yo? Okey… claro.

—Sí, se ve que eres una chica muy tranquila. Bueno, claro, si tú quieres. —En ese momento se sonrojó.

—Claro —Reí—, para eso somos los amigos.

De momento pensé: "Este hombre me lo dice para que caiga. Es verdaderamente un buen vendedor. Ahora sé por qué es de los mejores vendedores de casas de la compañía. Es imposible que no haya amado a los 41 años. Bueno, pero en caso de no mentir, puedo ayudarlo".

Pensaba andarme con cuidado, pues también yo tenía mi pasado, mis traumas y vivencias que me hacían ser lo que era en ese entonces. Si hubiéramos hecho un comparativo de cómo estaba yo 5 años atrás, habríamos visto que era una persona completamente diferente: inestable, insoportable, inmadura, celosa y agresiva; pero la vida me había dado pequeños golpes que me obligaron a acudir con una psicóloga, la doctora Alicia.

Por la noche, al retirarnos de la oficina, nos despedimos y me dijiste:

—Oye, antes de que te vayas, ¿te puedo escribir de vez en cuando?

—Claro, cuando gustes.

—Para que me ayudes con mis traumas. —Reíste.

—Si, te ayudaré.

—Okey. Entonces, que pases una linda noche.

—Gracias. Nos vemos.

Cada quien se dirigió a su auto, nos fuimos a descansar; y, al menos yo, a pensar en lo mucho que empezabas a gustarme.

Llegué a casa un poco fastidiada del tráfico. Decidí comprar mi cena en la calle e ir a comerla en mi casa. Por mi cabeza no pasaba nada más que cenar y ver una serie, cuando recibí un mensaje que decía:

—Gracias por tu amistad y tus palabras. Me la pasé muy bien, según, trabajando.

—¿Según? —respondí mientras me preguntaba a qué te referías—. ¡Si trabajamos mucho!

—No te creas. Ya sabes, estamos para ayudar. Trabajaré en mis problemas emocionales y no respondo si termino conquistándote. Eres una personita muy especial. Tienes una magia que no sé describir.

—¡Qué seguro! Pues trabajemos en tus problemas.

—Estoy dispuesto. Descansa; linda noche.

En ese entonces asumí que estaba comenzando una relación y que ambos estábamos dejándonos atrapar en el gusto por el otro. El principio de la relación más hermosa de mi vida y también la más corta.

BUSCANDO AYUDA

"un gran día" me escribiste aquella noche. Iba entrando a mi casa cuando me llegó el mensaje con una foto adjunta de cuando fuimos al Instituto Cumbres, era una foto tuya y mía de ese día, el gran día.

—¿Cómo te fue en tu guardia, Gerardino? —respondí para iniciar una conversación. Para entonces yo te llamaba “Gerardino” y no por tu nombre correcto, sólo jugando.

—¡Te burlas de mí! No llevo nada del día de ayer a hoy. ¡Nada!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La historia de nuestra muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La historia de nuestra muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La historia de nuestra muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «La historia de nuestra muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x