31. Raemond (II, fol. 169, V.·): “Estos camaradas de imprenta, y las ganas de lucro que había ya experimentado y con el fin de tener más fácil acceso a las ciudades y por los campos en las casas de la nobleza, algunos de ellos se hacían vendedores de adornos para las damas, escondiendo en el fondo de sus bolsos estos pequeños libros que ofrecían a las jovencitas, pero esto era a hurtadillas, como tratándose de una cosa que ellos poseían muy rara, para despertar mejor la curiosidad”. Crespin escribe (I, p. 560) que el albigense Jean Joëry y su criado, volviendo de Ginebra en 1561, “para aprovechar algo su viaje y para consolar también a los fieles de su país, venían cargados de buenos libros”.
32. J.D. Sauvin, Filiberto Hamelin, mártir hugonote en 1557 (Ginebra, 1957).
33. “Si ven —escribe un mártir— un Nuevo Testamento en las manos de un mecánico (artesano u obrero), dicen en seguida que es un hereje; y, en cambio, se le permite tener cualquier libro de amores y locuras”.
34. F. Boved, Historia del salterio de las Iglesias reformadas (París, 1872); O. Douen, Clemente Marot y el salterio hugonote (París, 1878-1879, 2 vols.); J. P. Ver, La cantinela hugonote del siglo XVI (Realville, 1918); E. Haein, El problema del canti sagrado en las Iglesias reformadas y el tesoro de la Cantilena (1926); P. Devoluy, El salterio hugonote, Colección de 54 antiguos salmos en su forma auténtica (1928); E. Doumergue, El verdadero canto del verdadero salmo hugonote (Zurich,1929); id; La música original de los salmos hugonotes (Ibíd., 1934); A. Cellier, “La música calvinista y los salmos en el siglo XVI”. T. I de la Historia de la música de la “Enciclopédie de la Pléyade” (París, 1960), pp. 113411551.
35. “Es curioso en extremo, observaba Devoluy, encontrar, por ejemplo, en la melodía del salmo LXV de Beza, O Dios, la gloria que Te es debida – Te espera dentro de Sión… el tema de la canción profana y alegre Petite camusette – A la mort m´aves mis”. Esta semejanza parece que hacía sonreír a Calvino, pero él era, en principio, contrario a estos reemplazos, que fácilmente quedan en la memoria por causa del mismo ritmo, mientras que Lutero admitía el uso de bellos aires, incluso pervertidos por el uso mundano y que el Souterlie de Lens , de Amberes (1540) da a los 150 salmos flamencos unos aires populares holandeses, alemanes y franceses, como “timbres”; el hecho es excepcional en el salterio ginebrino: P.-A. Gaillard, “A propósito de la música del salterio hugonote. Las melodías hugonotas ¿fueron al principio unos “timbres” para adaptar a las traducciones de los salmos?” ( Bol. Soc. Hist. Prot fr. , 1952, pp. 200-203). Sobre las singulares fantasías de la práctica católica en estas materias: A. Pons, Derecho eclesiástico en música sagrada , t. III (San Mauricio, Suiza, 1960), páginas 89-90.
36. L. Audiat, Estudios sobre la vida y trabajos de Bernardo Palissy (París, 1868); E. Dupui, Bernard Palissy ( Ibíd ., 1894); N. Weiss; El origen y los días postreros de Bernard Palissy ( Vol. Soc. Hist. Prot. fr. , 1912, pp. 369 y ss.); A. M. Schmidt, La teodicea calvinista de Bernardo Palissy ( Fe y Vida , 1934, pp. 818 y ss.); P. Romane-Musculus, Bernardo Palissy (Ibíd ., 1935, pp. 609 y ss.). Las Obras de Palissy , vueltas a publicar por Anatole France (París, 1880), han sido reeditadas en seguida por B. Filon, con una noticia de L. Audiat (Niort, 1888, 2 vols.).
37. T. II, fol. 18. La veracidad del episodio ha sido discutida: cf. Bol. soc. hist. Prot. fr. , 1858, pp. 85 ss.
38. Conocer a Dios y servirle (comentario de la Confesión de Fe Escocesa de 1560) (Neuchâtel y París).
Un amor que parecía ser:
el extraño romance de Juan Calvino e Idelette de Bure
William J. Petersen
Alguien dijo cierta vez que todos los franceses son buenos amantes. Juan Calvino parecía trabajar duro en contra de esa idea. Siendo un bachiller de 31 años, Calvino anunció que él no era uno de “aquellos amantes desquiciados que abrazan también los vicios de los enamorados, que enloquecen con la primera visión de una bella figura”.
Junto a Martín Lutero, Calvino fue un gigante de la Reforma Protestante. Pero a diferencia de Lutero, quien escribió con frecuencia sobre su relación apasionada por su esposa Katie, Calvino nunca se refirió a su vida amorosa, aunque este libresco estudioso tampoco habló mucho acerca de otros asuntos personales.
Educado en Francia y famoso por su obra en Ginebra, Calvino encontró esposa en la Estrasburgo de habla alemana, aunque sería más adecuado decir que “le encontraron una esposa”. La historia podría tener mucho éxito hoy como un reality show .
Detenido en su camino
Poco tiempo después de su conversión que lo llevó a abrazar la causa protestante, Calvino dejó su nativa Francia para buscar un ambiente más libre en Suiza. Deteniéndose en Ginebra, fue presionado para colaborar con el fiero predicador Guillermo Farel. “Permanece aquí”, le dijo, “y ayúdame a reformar la ciudad”. Calvino no se veía como dirigente eclesiástico, pues era más un investigador y erudito, pero Farel no aceptó un no por respuesta. “Pones como excusa tus estudios”, lo fustigó. “Estás siendo egoísta y orgulloso”.
De modo que se quedó en Ginebra. “Sentí como si Dios desde los cielos había colocado su mano poderosa sobre mí para detenerme en mi camino”, dijo después. Pero Ginebra no fue fácil para este dúo dinámico. Menos de dos años después, a Calvino y Farel les dieron tres días para abandonar la ciudad. Lo cual hicieron. Sufriendo dolores de cabeza crónicos y molestias estomacales, Calvino prometió nunca más verse inmerso en asuntos eclesiásticos administrativos.
Estrasburgo tenía sus problemas, también
Entonces fue cuando encontró su pareja, en más de una forma. Martín Bucero, el jefe del movimiento protestante en Estrasburgo, invitó a Calvino a dirigir una iglesia de refugiados en esa ciudad. Quizá fue el hecho de que él mismo era un refugiado, pero de cualquier forma, a pesar de sus objeciones, Calvino aceptó. Así comenzó una estancia de tres años en Estrasburgo.
Mientras el trabajo en la iglesia iba bien, no sucedía lo mismo con las finanzas de Calvino. Rentó una casa grande y lo convirtió en un dormitorio para estudiantes, con la esperanza de que las rentas lo ayudarían. No fue así. Además de los problemas económicos, tenía problemas con las personas, lo que complicó sus problemas de salud.
Era inquilino de una casera y cocinera que tenía una lengua aguda. No podía trabajar bien a causa de eso. Ella tendía a gritarle a sus huéspedes justo cuando Calvino trataba de terminar la segunda edición de su clásica Institución .
Finalmente, Bucero le dijo a Calvino: “Deberías tener una esposa”. Bucero no sugería este tipo de cosas, que por lo general eran órdenes. Después de tres décadas de soltería, éste sería el mayor ajuste en la vida de Calvino. Pero si tenía una esposa, pensaba él, ella podría decidir qué hacer con las caseras complicadas. Así que aceptó que hubiera un “comité de búsqueda” para encontrarle una esposa idónea.
Comienza la búsqueda
Calvino dio instrucciones claras: “Recuerden, espero encontrar una compañía para vivir… El único tipo de belleza que puede obtener mi alma es una mujer que sea gentil, pura. Modesta, ahorrativa, paciente y que esté dispuesta a preocuparse por mi salud”. Calvino tenía razón en esto último. Decía que comía sólo una vez al día y que con frecuencia tenía indigestión, dolores de cabeza, cálculos biliares, hemorroides, gota, fiebre y asma crónica.
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