Entonces Ax preguntó a Klauss siguiendo de nuevo de forma inconsciente aquel guion no escrito.
—Está bien, ha conseguido asustarme de verdad, pero ¿qué pintamos nosotros en todo esto? Somos insignificantes ante lo que acaba de revelarnos.
—¿No te das cuenta, Ax? Quiere que mantengamos el control en ese nuevo universo virtual. Nadie está más preparado que nosotros.
—¡Exacto! Su compañera lo ha pillado al vuelo.
Klauss volvió a incorporarse sobre la mesa, pero esta vez su tono no era agresivo, aunque el golpe sería igualmente determinante.
—Les estoy ofreciendo un billete en primera clase para una nueva vida en el nuevo mundo.
Se recostó de nuevo en su lujoso sillón y continuó.
—Ustedes son líderes, no solo para las multitudes que les vitorean en las competiciones, lo son para sus compañeros e incluso para sus rivales. Necesito que recluten un ejército para el Conglomerado de Corporaciones y que lo lideren bajo nuestras órdenes. Habrá miedo por parte de la población en los primeros momentos tras la desconexión. No todos querrán someter su tiempo y ceder su energía al mantenimiento del ordenador cuántico, por lo que prevemos revueltas y un duro y delicado tiempo de adaptación. La anarquía no puede florecer porque nos arrastraría a todos a la extinción. Necesitaremos seguridad y orden, y los soldados como los que están vigilando ahora mismo estas instalaciones no servirán de nada en la realidad virtual. Ese es ya su mundo, estimados amigos, así que quiero que recluten expertos en juegos de estrategia, un grueso de soldados especializado en first person shooter . Quiero a la élite que tenga mayor ranking de supervivencia en los battle royale , a expertos en la lucha, en los deathmatch , en las cerebrales escaramuzas de los MOBAS, a los más destacados pilotos de competición en tierra, mar y aire. Quiero a los mejores en cada apartado de los Juegos Olímpicos Virtuales y les quiero a ustedes liderándolos. Este proyecto no será viable sin su participación. ¡El futuro no será posible sin ustedes! ¿Están a bordo?
La chica se adelantó a su compañero en una posible réplica e hizo una pregunta más.
—Nos ha contado demasiado como para que digamos que no. ¿Tan seguro está de que aceptaremos su propuesta?
Klauss respondió casi con pereza.
—Bueno, como bien dice, el ser totalmente conocedor de cómo están las cosas debería impedir una negativa por su parte. ¿O de verdad piensa que hay otra opción posible?
El avión despegó de la plataforma cuando el sol empezaba a castigar el mediodía. Los paneles tintados de la nave a duras penas filtraban los puñales de luz. Ax estaba exultante.
—Hemos hecho bien —dijo Ax en pleno proceso de asimilación de todo lo vivido en las últimas horas—. ¿Te das cuenta? ¡Seremos príncipes de un universo virtual! ¡Y con un enorme ejército bajo nuestras órdenes!
—Ax, no sé. —Ella miraba al suelo pensativa—. El único que va a dictaminar las órdenes va a ser Klauss, ni siquiera el CdC. Su corporación será la única, y me da miedo, mucho miedo. Nuestro planeta agoniza por gente como él. ¿Qué nos espera en un lugar que estará hecho a su medida?
—En dos o tres décadas estaremos de vuelta, y solo habremos pasado allí un tercio de ese tiempo, ya lo has oído. Solo hay que mantener la paz y el orden mientras el planeta recupera su habitabilidad. Y la gente nos admira, por lo que no habrá conflictos ni muertes, te lo prometo. —Él le cogió cariñosamente la mano—. Eres lo más importante para mí, Alice, sabes que no puedo hacer esto solo. ¿Me das tu confianza?
Ella lo miró con amor y tristeza, y asintió. Y cerrando un poco más sus bellos ojos grises dirigió hacia la ventanilla su mirada derrotada y desnuda de arrogancia, y observó con inquietud la gran lanza que era la Torre K-Corp, que se alzaba clavada sobre el mar de nubes rojizas como la única escapatoria posible de un mundo en llamas.
Los tres fugitivos corren por las calles desiertas. Lo hacen cubiertos por los inhibidores que les hacen invisibles ante los millares de ojos de K-Corp. Llegan hasta el puente de Brooklyn, bajo cuya estructura les espera una nave convenientemente camuflada.
—¡Mierda, mierda, mierda!
Risco no parece agradecido por haber escapado del asalto gracias a la proyección que han hecho del apartamento de Roy, en un edificio vacío, a varias manzanas de distancia de donde se encontraban realmente.
—El mismísimo Ax es el encargado de perseguirnos. ¡Estamos perdidos, joder!
Alice comprende la preocupación de su compañero y no lo contradice, pero intenta fijar prioridades ante la actual situación.
—Risco, sabíamos que corríamos un riesgo importante al volver aquí después de tanto tiempo, pero ha valido la pena, tenemos lo que buscábamos. ¡Tenemos a Roy! Y no te preocupes por Ax, llegado el momento, es una lucha que solo nos concernirá a él y a mí.
Por su parte, Roy no parece compartir ese entusiasmo, por el contrario, parece totalmente superado por los acontecimientos.
—Esto es un error, lo sé, es un error. No, un sueño, es un sueño, me lo he inventado, eso es. Todo esto solo ocurre en mi cabeza, no está pasando, y ahora mismo estoy dormido en la burbuja, y algún tipo de virus se ha colado en el sistema y me está produciendo pesadi… —Un bofetón de Alice lo envía aparatosamente al suelo.
—¡Claro que estás soñando, Roy, llevas años haciéndolo! ¡Además, sé que sientes eso mismo y sé que te corroe por dentro! ¡Y estamos sacrificándolo todo para que tú y todos los demás ciudadanos despierten! ¡Así que, maldito egoísta, levántate, tenemos un largo y peligroso camino por delante!
Empiezan a caer las primeras gotas de una tormenta de verano. Roy mira desde el suelo a su enfadada agresora, ve cómo la lluvia resbala por su rostro, que ahora mismo esgrime una dureza que intimida. Y es en ese instante cuando la reconoce por primera vez
—¡Tú! Ha sido todo tan rápido que no he caído hasta ahora. Eras del alto mando. Claro… ¡Alice! Tu rostro empezó a emitirse por las holopantallas tras el importante papel que jugaste en la batalla de Alejandría. No te había reconocido sin tu pintura de guerra. Lo contaron todo sobre ti. Entonces, el tipo que intentaba apresarnos era tu…
Risco lo interrumpe apresurado.
—Mejor déjalo ahí Roy, si no quieres perder el código de un brazo, una pierna o algo peor. Te aseguro que sería incapaz de detenerla.
Roy sigue mirando a Alice desde un suelo ya empapado por el temporal. Ella lo observa fijamente con una dureza que asusta. Su figura, contrastada por el fuerte e intermitente flash de los relámpagos, le parece ahora aún más imponente que antes. Cree notar que algo ha cambiado tras su inoportuno comentario, que algo se ha roto en el interior de la chica. En ese instante es consciente de que debe mantenerse en silencio y guardar respeto. Por un momento, aunque sabe que no es posible, piensa que las cuantiosas gotas de lluvia que resbalan por esa mejilla bien podrían confundirse con lágrimas.
El sol digital empezó a llenar de luz el dormitorio del lujoso apartamento. Alice despertó en la cama y desconectó sus nodos. Al contrario que el resto de los avatares, ella no debía recluirse cada noche en una burbuja que succionara el poder computacional de su cerebro. No dejaba de ser lo mismo, pero el sutil cableado fácilmente desmontable en cualquier momento contrastaba con la absoluta inconsciencia del resto de la población dentro de aquellos vampíricos ataúdes. Y Alice no se sentía bien por ello. Miró a Ax, recostado a su lado y todavía en stand by , con los filamentos brillando en su continuo tráfico de datos. Hacía ya cinco años desde el Gran Apagón, quince habrían pasado en el plano real de ser correctas las teorías, y no habían dejado de dirigir y comandar duras batallas y escaramuzas. Su rostro y su cuerpo seguían siendo jóvenes, era exactamente igual que cuando llegó al plano virtual, pero la experiencia acumulada pesaba como una losa en su corazón. A lo largo de todo este tiempo parte de la población se había unido contra el CdC exigiendo derechos y libre albedrío. La eArmy casi no daba abasto para ejercer su control porque muchos rebeldes habían obviado las vías migratorias más habituales a otros sistemas solares. A pesar de que las sondas originarias habían creado un mapa lo suficientemente amplio antes de que se diera el Éxodo, la cartografía del universo digital seguía creciendo en tiempo real, generándose procedimentalmente por inercia sobre un lienzo en blanco. Con una astrografía en continua expansión, era harto complicado movilizar tropas sobre la marcha hacía cuadrantes ajenos a las rutas habituales que segundos antes no existían. Al contrario que en un mismo planeta, donde uno podía teletransportarse a los lugares ya visitados en el mapa, la complejidad del cálculo de las enormes distancias hacía que se tardara días en viajar entre estrellas y meses en saltar de una punta a otra de la galaxia. En algunos casos, y a pesar de que la eArmy se encontraba instalada en los Planetas Capitales de cada sistema, este margen de tiempo era más que suficiente para perder una batalla. Se había convertido en habitual que, cuando llegaban los refuerzos a los territorios en conflicto, los rebeldes hubiesen huido con una considerable ventaja hacia regiones desconocidas del espacio. Resultaba frustrante dirigir un ejército en esas condiciones.
Читать дальше