En enero de 1963 dejaron de remitirle la mensualidad a Adriana. Con un segundo fracaso de convivencia a cuestas, Nicolás buscaba una nueva salida. Proyectó viajar a fin de año a Illapel, libre de presiones externas, ya que “pensaba deshacerme de Aurora y del niño, cuya presencia se me estaba haciendo insoportable (…) en varias oportunidades traté de separarme de ellos, pero Aurora me lo impedía con ruegos y exigencias de las que finalmente me sentí hastiado” (PDI, 2009: 5). En esta determinación “influyó también, y en gran forma, la precaria situación económica por la que atravesaba y de la que no podía sobreponerme, por sentirme prácticamente atado por Aurora y su hijo (…) en forma preponderante influyó en esta actitud mía, mi propia madre que no soportaba a Aurora en su casa y le hacía la vida imposible” (PDI, 2009: 5).
Considerando la lentitud de los procedimientos administrativos a mediados del siglo pasado, tras autorizar los dos meses sin goce de sueldo, sus remuneraciones no se vieron afectadas a fines de 1962, pero en la escuela de Illapel se recibió la orden de descontárselo de su sueldo en enero y febrero. De esta manera, marzo lo recibió sin dinero y con dos bocas desamparadas. Ello reafirmó su decisión de deshacerse de Aurora y del pequeño Percy.
Optó por trasladarse a Illapel junto a su mujer y su hijo, lugar donde sería más fácil librarse de ellos y ejercer su cargo como docente libre de apuros económicos. Pocas veces se le vio regresar, salvo en pequeñas ocasiones donde iba en busca de algunas pertenencias en compañía de Aurora. Nadie sabía lo que hacía al interior de la pieza y al retirarse siempre tenía la precaución de dejarla con llave.
Aurora, de amor limpio e incondicional, siempre acompañaba a Nicolás, a todos lados. Él trataba de darle su espacio para así también tomar el propio, pero ella siempre lo seguía. En repetidas ocasiones Aurora le manifestó que no se separaría jamás de él y eso lo ahogaba.
Con esta idea maquinándose en su cabeza, el 15 de febrero de 1963 Nicolás adquirió un tarro lechero en la compraventa de metales de calle Rawson. Conocía las características herméticas de este tipo de contenedores, cuya utilidad le permitiría esconder el crimen. Para que sus vecinos y familiares no lo vieran llegar con este adminículo, lo envolvió en papel café y esperó hasta altas horas de la madrugada para llegar a casa sin ser descubierto. Solo Aurora, inocente y pueril, se sorprendió por ver llegar a Nicolás con este tarro de gran tamaño, quien le habría explicado “es para hacer una compresora de aire”, en circunstancias que se trataba de la primera parte de su plan. Solo faltaba ejecutar las desapariciones.
El domingo 3 de marzo, Nicolás intentó dejar a Aurora donde su abuelita en Limache valiéndose de mentiras, pretextos y raras insinuaciones. Trató de dejarla allá, pero no la pudo convencer con sus falsas expectativas. Lo cierto es que en casa de su abuela “habían puras calamidades y la misma falta de medios de subsistencia”, según lo declaró el propio Nicolás (PDI, 2009: 6). Optó así por regresar a la pieza que le ofrecían sus padres y esperar el momento.
El miércoles 6 de marzo, Nicolás llegó a casa pasada la una de la madrugada, con evidente hálito alcohólico. Se acostó junto a Aurora y discutieron los mismos problemas de siempre. Tratando de encontrar una solución a sus dificultades, ella lo abrazó y le reiteró cuánto lo amaba, diciéndole que la única forma en que se podrían separar sería matándola. En palabras de Nicolás, Aurora incluso le habría manifestado en reiteradas ocasiones que le comprara veneno para ingerirlo y suministrarle también al pequeño Percy.
A las cinco de la mañana, volvió a manifestarle lo mismo, agregando que sabía las intenciones de Nicolás de quitarle la vida, envalentonándolo a proceder con su macabro plan. Como su brazo estaba alrededor de su cuello, lo apretó haciendo palanca entre el brazo y el antebrazo, hasta que la reconoció muerta. Ella nada hizo por defenderse.
De esta manera, Nicolás había eliminado un problema, pero restaba el otro. Fue hasta el catre blanco, donde dormía Percy, y, tratando de no mirarlo, volteó su cabeza hacia la ventana y apretó su cuello con su mano izquierda. Mientras ejecutaba la asfixia sintió que el niño pataleaba un poco, ante lo cual lo apretó con las dos manos. Luego, nada más. “En un lapso de 30 minutos había eliminado a mi mujer y al niño” (declaración de Nicolás Arancibia).
En la oscura soledad de la pieza, entre las 05:30 y 09:30 horas, se quedó junto a los cuerpos inertes de su esposa y su hijo. Para asegurarse del deceso, descolgó el alambre que cruzaba la habitación cumpliendo la función de tendedero de ropa, y premunido del mismo alicate que usara para construir juguetes fabricó un vínculo de doble hebra metálica galvanizada y lo ubicó alrededor del cuello del pequeño Percy. Giró varias veces el alicate, tornando el alambre en terrorífica horca, hasta asegurarse de que el oxígeno no volviera a ingresar a sus pulmones. Lo mismo hizo en el cuello de Aurora.
En cuanto se fue su vecina de pieza, Luisa Carrasco Gatica, continuó con su siniestro plan. Intentó introducir el cuerpo de Aurora en el tarro lechero, comprobando que no cabía completo. Debió así modificar su plan y cercenó el cuerpo de Aurora por la mitad. Primero lo intentó con un cuchillo de mesa, pero ante lo difícil de la tarea, al tropezar con el hueso de la espina dorsal, que tampoco pudo quebrar con las manos, probó con una sierra que sacó a hurtadillas desde la pieza de su padre. Efectuado el corte, y procurando mantener la parte superior boca abajo para evitar el derramamiento de vísceras, introdujo en el recipiente la parte superior de Aurora y en el pequeño espacio que quedaba colocó a Percy. La tarea fue difícil por la rigidez de los cuerpos, por lo que tuvo que amarrar los brazos de Percy a la espalda. Cubrió su cabeza con una mantilla y tapó todo con una frazada azul, como queriendo protegerlo cuando cruzara el umbral celestial.
Tras ocultar bajo la cama los restos inferiores del cadáver de Aurora, la tarea del día fue adquirir un nuevo tarro lechero para esconder el resto. Lo compró en el mismo negocio de la calle Rawson y lo dejó en custodia en un restaurante de esa misma calle. Cerca de las 21:00 horas, y comprobando que no había testigos, retiró el tarro y se fue donde el Che, conocido taxista del Cerro Barón. Le pidió que lo trasladara a su casa para cargar el tarro con aparente contrabando, pero ese día había una paralización de vehículos de alquiler en el marco de las actividades y campañas presidenciales, por lo que debía esperar hasta la madrugada. Con ese acuerdo, guardaron el tarro lechero en el portamaletas.
El taxista tenía una actividad lúdica con sus amigos, y al ver a Nicolás solo en la garita esperando el momento para cursar la carrera lo invitó a divertirse juntos en la “Boite la Rueda” de Viña del Mar. La parranda comenzó a las 23:00 horas y se extendió hasta las tres de la madrugada. Medio despierto y medio dormido, enfilaron a la casa del profesor. Al llegar, Nicolás entró con el tarro vacío para cargarlo con el resto del cadáver que tenía escondido bajo el catre, y así llevaría los dos recipientes a Limache, donde sería más fácil enterrarlos en cualquier lugar despoblado.
Mientras el taxista dormía en su auto estacionado en la calle, Nicolás se esforzaba en ocultar las rígidas piernas dentro del recipiente.
Como este no estaba rebajado en la estrecha apertura, no pudo concretar sus intenciones, ante lo cual decidió trasladar únicamente el tarro lechero que cargó en la mañana, modificando su plan y aumentando la espera.
A las 05:30 horas se dirigió a Viña junto al Che”, en dirección a la casa de Exson Herrera, alias “el Crespo”. Él era soldador en el Garaje Uruguay, a quien conoció cuando fabricaba juguetes. El Crespo Herrera fue el mismo que acondicionó el tarro para rebajar la apertura. Por llegar de amanecida, esperó hasta las 07:00 horas para golpear la puerta. Le pidió finalizar el trabajo que ya habían comenzado y en el mismo taxi se fueron hasta el taller.El Crespo Herrera y “del Che”se fueron en los asientos de adelante, y en el asiento trasero se fue el profesor, abrazando el tarro que contenía los cadáveres de Aurora y de su hijo Percy.
Читать дальше