Las plataformas humanas también suelen ser de adaptación y no de auto-ejecución, ya que la base principal de cualquier lógica es que tenemos que aprender cómo funciona la creación para adaptarnos a ella, no asumimos que somos los creadores, entonces todas las cosas establecidas por otro toman las decisiones que tendría que tomar cada uno de nosotros. Las plataformas auto-ejecutables, por el contrario, parten del reconocimiento del Ser como un creador que se va auto-ejecutando a sí mismo, entonces no depende de nada externo porque todo lo va formando desde dentro. En este curso, las dos que usamos son auto-ejecutables, tanto la plataforma andina como la plataforma cristal. La primera nos ofrece los siete códigos (también genéticos) que nos permiten auto-ejecutarnos de manera simple, y la segunda la aceleración o ralentización de los procesos a nuestro antojo; es decir, elegir conscientemente el tiempo en el que queremos crecer.
CAPITULO III
LA PLATAFORMA DE CONSCIENCIA ANDINA
LOS CóDIGOS ANDINOS
En cada uno de nosotros el hemisferio izquierdo del cerebro es la mente y el derecho lo divino. Y para entrar en este último necesitamos primero una estructura mental que lo sostenga, es decir, el permiso del hemisferio izquierdo. Los códigos andinos son un mito con origen en la Nación Q’ero, Perú, que da forma a una estructura mental propicia para sostener y manejar la energía a través de herramientas, algunas de las cuales veremos en este libro. Son códigos que permiten a cada persona no buscar la existencia ni la verdad sino integrarlas todas; entender el amor, cómo funciona el lenguaje inconsciente a través de simbologías y de construcciones, el tiempo y la reciprocidad. Los códigos andinos son un mito, pero nos sacan del mito. Como las personas necesitamos un proceso lógico para alcanzar algo, estos códigos conforman una estructura que la mente comprende a través de la cual hacer magia. Hay cada vez más casos de gente que está elevando su vibración, sintiendo cosas desconocidas y teniendo poderes de manifestación y creación grandísimos, pero al no tener una estructura lógica no saben si lo que les está pasando es normal, si se están volviendo locos o si lo están haciendo de la manera correcta. El mito permite una estructura lógica desde donde expresar la existencia, para elegir por ejemplo mediante qué programa ha de expresarse la vibración propia para alcanzar un resultado específico. Es el molde por el cual transita la propia existencia, el recorrido que hace. Por tanto, si elegimos el mito de los códigos andinos nuestra existencia recorrerá esa estructura, del mismo modo que si nuestra estructura mental es científica –o zen, o budista- nuestra existencia recorrerá esa otra. En conclusión, la existencia de cada uno genera recorridos: las estructuras mentales con las que caminamos. Por eso, si queremos que nuestra existencia genere un recorrido hasta la magia necesitamos darle al psiquismo una estructura mental que nos lleve hacia ella. Una vez que esa estructura mental esté preparada se puede existir desde el mundo de la magia, que de todas formas continúa siendo un mito.
KAWSAY
En el camino iniciático la base y el fin de nuestra vida es la existencia y el código Kawsay nos permite reconocerla. Claro que para ello primero hemos de asumir cada uno de nosotros que no existimos y que las acciones, sensaciones, pensamientos y la vida que creíamos tener no están siendo dirigidos por nosotros mismos. ¿Por qué? Porque si no nos sentimos como queremos y no tenemos la vida que queremos, no somos dueños de ella. Simplemente, si fuéramos dueños de nuestra vida cada uno tendría exactamente la vida que desea. Darse cuenta de eso implica encontrarse ante un vacío existencial, pero es eso mismo lo que nos llevará hacia la propia existencia, es decir, a asumirnos cada uno como un dios, sin límites. Y esto no es una creencia, sino un camino que habrá que trascender de a poco y en el que habrá que romper límites, condicionamientos y programaciones para comenzar a tener cada uno las emociones que quiera, sentirnos como queramos y pensar lo que elijamos.
Si yo estoy enojado y no decidí estar enojado, ese enojo no es mío. Si soy pobre y no lo decidí, esa pobreza no es mía. Si estoy resentido con mi padre y no lo decidí, ese resentimiento no es mío. |
Nada que uno no elija es de uno, de uno es lo que uno decide. Así:
Tu personalidad será tuya cuando tú decidas qué personalidad quieres tener.
Tus emociones serán tuyas cuando decidas qué emociones quieres tener.
Tu tiempo será tuyo cuando decidas tu pasado, tu presente y tu futuro.
Un iniciado no vive para ser mejor ni peor que otra persona y tampoco para servir a dios, a la Tierra ni a nadie, sino para su propia existencia. Nosotros no servimos: compartimos. La diferencia entre ambos conceptos está en que servir significa dejar de ser para entregarse a otro, mientras que compartir significa simplemente dar lo que uno es, ni más ni menos. Entonces, el primer paso de un iniciado es asumir la propia existencia y tras reconocerla, reconocer la existencia de lo demás e interrelacionarse con todo lo que hay: la Tierra, los Apus, los seres de luz, las plantas, los objetos, el Sol, el agua... Un iniciado se interrelaciona con todo pero no depende de nada ni de nadie, ni permite que nada ni nadie tome decisiones por él.
Por más que ame a la Tierra y esté en una resonancia constante con ella, no le preguntaré qué es lo que quiero o tengo que hacer, porque he venido aquí a ser yo, por lo tanto decidiré qué quiero hacer. |
En caso de preguntarle algo a la Tierra, será cuál es el mejor proceso o camino para llegar a lo que quiero. Lo mismo sucede con los Apus, ángeles o cualquier guía. Un iniciado se asume dios y entiende que no hay nada más grande ni más pequeño que él. No adora a nada ni a nadie y tampoco permite ser adorado, pues tal cual define la Real Academia Española (RAE), adorar es “reverenciar o rendir culto a un ser que se considera de naturaleza divina”, y un iniciado asume que de naturaleza divina somos todos. En esta sociedad, al adorar la gente se arrodilla y pide a algo externo, pero lo que hacemos los iniciados es amar, hablar e interactuar con el ser que sea, siempre con naturalidad.
Reconocer la existencia de todo es fundamental en el camino iniciático porque ahí comienza la interrelación entre el adentro y el afuera: todo lo que uno puede tocar, sentir, oler… existe. Si vivimos en una plataforma de muerte (como es el caso de la mayoría de la humanidad) no podremos reconocer vida en las cosas; la gente camina sin darse cuenta de que el suelo está vivo, respira sin sentir que el aire está vivo y mira la tele sin saber que está viva. Sin embargo, cada una de esas cosas tiene una manera de vibrar y es al reconocerla que accedemos a la posibilidad de modificarlas. De esta forma, si reconocemos la existencia del agua podemos transformarla en lo que queramos, sea medicina, cafeína u oro. Y del mismo modo, no podemos modificar algo que no reconocemos, siendo válido esto no sólo en lo físico.
Si uno no admite que tiene un patrón genético que le está haciendo daño, no puede cambiarlo. Si no reconocemos que tenemos una emoción que nos está generando un conflicto, no podremos removerla. Si tenemos una empresa y un empleado nos está robando, hasta que no lo reconozcamos no podremos despedirlo para coger a otro mejor.
Solamente podré modificar aquello que logre reconocer.
Si fumo un cigarro sin reconocer su existencia y vibración y por ende sin cambiar su programación, me va a hacer mal porque en lo colectivo está programado como veneno. |
Que existen los Apus son sólo cuentos, pero cuando tú los reconoces y te empiezas a interrelacionar con ellos se hacen reales para ti y ese mito te funciona. |
Un cuento es una historia y toda historia es un mito. En un nivel de consciencia el mito no existe, en otro sí y en otro más elevado todo es imaginación de uno. Sucede que cuando no podemos asumir algo dentro lo proyectamos afuera para interrelacionarnos con ello, entonces a medida que vamos integrando todo y le damos función a cada cosa, vamos ganando en existencia.
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