ANYA
El código Anya nos enseña que la verdad no existe, es un mito, algo que la gente busca y no sólo eso, sino también algo por lo que las personas sufren, se pelean y hasta declaran guerras. No hay verdad, sólo puntos de vista, historias desde las cuales cada uno define su mundo. Por eso, el iniciado asume que todas las verdades son ciertas y en lugar de rechazar otras verdades o negarlas, elige la que mejor le sirva para alcanzar su terceridad o resultado. Todo es un cuento, tu vida es un cuento, la mía es otro y también el Universo.
Cada uno de nosotros somos nuestro propio cuento, que se hace realidad desde que uno comienza a interrelacionarse con él. A su vez, cada cuento es una historia, y ya hemos visto que el psiquismo se forma en base a ellas y no a las experiencias.
Todos estamos atravesados por una gran cantidad de cuentos que nos han dicho. Algunos populares son que para ganar dinero tenemos que trabajar y sacrificarnos, que fumar mata o que tenemos que ser el mejor en un área para ser respetados socialmente. En ninguno de estos casos ni en tantos otros nos han dado varias opciones para que cada uno de nosotros elijamos la que queramos. Y no lo sabemos, pero cada vez que aceptamos una de esas verdades que nos imponen desde lo externo abrimos una línea temporal, ya que la palabra crea realidad y la definición divide la unidad dándole dirección. A una misma idea podemos darle infinidad de direcciones y el dividir nos permite elegir una, produciéndose ante esa elección la existencia. En base a cómo definamos una realidad, una emoción, un trabajo, un estado, crearemos una línea temporal que nos llevará al significado que tenemos plasmado en la Tierra.
Si mis padres tuvieron una relación conflictiva, llena de peleas, puede que mi definición de la palabra “amor” implique conflictos y peleas; por lo tanto, cada vez que inicie una relación de pareja atraeré conflictos y peleas a mi vida, porque mi verdad es que el amor es eso. |
La verdad no es algo a buscar, es algo a elegir.
Primero hemos de reconocer la existencia (Kawsay), la capacidad de elegir conscientemente. Y una vez hecho eso tenemos que elegir desde qué verdad queremos que se exprese esa existencia, entendiendo que toda verdad es sólo un programa que depende de niveles de comprensión. Todas las verdades son verdad y a la vez ninguna es cien por ciento cierta; por eso tenemos que aprender a elegir cuál nos conviene, desde qué mito queremos que nuestra existencia se exprese, qué estructura lógica preferimos que sostenga lo que elegimos llevar a cabo. El código Anya, elegir la verdad propia, nos permite fijar un “desde dónde”, y en el camino iniciático todo “desde dónde” ha de ser las ganas de crecer y lo sagrado, nunca la necesidad o las ganas de tapar un vacío.
Si tengo gripe y quiero sanar preciso un mito que sostenga esa sanación, ya sea ir a un médico que trabaje desde lo científico o a uno tradicional, de medicina china por ejemplo, recibir reiki o consultar a un chamán. |
Desde la iniciación cada uno elige la verdad o el mito que le resulte más afín para alcanzar un resultado y nunca se busca la igualdad con las verdades de los demás, sino que se honra lo diferente. Si buscamos igualdad, querremos que el otro sea como nosotros y cuando no lo sea pelearemos con él o nos anularemos por considerar que se es menos sabio. Creer que tenemos la verdad nos lleva a decir cosas como “¡te estás equivocando!”, “¡te vas a hundir!” o “¡no lo estás haciendo bien!”, ¿y quiénes somos para decirle a alguien si lo está haciendo bien o mal? Precisamente, el principal problema que ha habido en la humanidad con las religiones y los sistemas de enseñanza es que han impuesto una verdad y nadie puede cuestionarla. Hemos matado a personas por defender verdades, nos hemos sacrificado y hemos muerto por dioses o ideas en vez de experimentar nuestra vida, que es la real. La verdad se ha hecho más grande que el propio Ser, y lo que nadie entiende todavía es que la verdad de cada uno es la de cada uno y a cada uno le funciona. Si pensamos que nuestra vida es sufrimiento, enfermedad y agonía, así nos va a funcionar, y si pensamos que la vida es magia y alegría también va a funcionarnos así.
Elijamos la verdad que elijamos vamos a llegar al mismo sitio, porque todos vamos finalmente a dios, sólo que podremos llegar a esta evolución a través del sufrimiento o de la armonía. Cuando respetamos la diferencia respetamos nuestra función, la del otro y la de todos los seres vivos de la Tierra. Respetamos a todas las partes de la unidad porque entendemos que crean la existencia; desde nuestra verdad tomamos lo que nos resuene de la de otros y lo que nos conecta con el corazón, a partir de ese filtro la transformamos en nuestra verdad y así evolucionamos. Integrar la verdad del otro no significa ejecutarla y ni siquiera justificarla, sino comprenderla. Si entendemos la verdad de otro, porqué piensa, siente y actúa de determinada manera, a partir de ahí podemos elegir si queremos actuar igual, tomar una parte de esa verdad o esa verdad entera. Así, cuando dos verdades inferiores se integran nace de ellas una verdad superior, que sostiene o engloba más de un mito.
La física es una verdad y la “espiritualidad” otra, pero al unirse esas dos verdades inferiores nació la física cuántica, una verdad superior que estudia la combinación de esos dos mitos o paradigmas. |
Al igual que el Kawsay, otra clave del Anya es que nos permite dejar de emitir juicios. Juzgar es determinar qué está bien o mal, y el iniciado no actúa por ningún tipo de creencia. Para nosotros lo que existe es el “desde dónde” (me caso desde el miedo a estar solo o el deseo de compartir; trabajo desde la necesidad o desde la abundancia), a partir de lo cual comprendemos que el mito que puede ser malo para uno puede ser bueno para otro y que lo que uno cree bueno para uno, desde otro lugar puede ser muy malo. Entonces, ¿qué hace un iniciado ante una experiencia en lugar de juzgarla? Le da función, pues cada cosa que sucede en nuestra vida se repite si no le encontramos un sentido y entendemos que no hay verdades ni mentiras, sólo puntos de vista.
Si estoy enfermo, en vez de automáticamente juzgar que la enfermedad es algo malo elijo transmutarla, pensar qué función le voy a dar, preguntarme qué me quiere enseñar y en qué puede hacerme evolucionar. |
Si tuve un problema con mi pareja, me separé y no le hallé sentido a la relación, viviré ese conflicto con todas mis relaciones de pareja y eso se convertirá en un patrón hasta que le dé sentido. |
RESUMEN
Toda verdad es un mito.
El iniciado elige sus mitos, el “desde dónde” se mueve hacia su objetivo.
Se incluyen las diferencias, no se busca la igualdad entre dos personas o ideas; se honran y respetan las diferencias entre ambos porque gracias a ellas yo crezco contigo y tú creces conmigo.
Integramos todas las verdades, no somos separatistas, pues entendemos que cada verdad es un nivel de comprensión.
Todo “desde dónde” iniciático ha de ser desde las ganas de crecer y no la necesidad o la intención de tapar un vacío.
El Anya nos permite entender que no existe bien ni mal, sólo el darle funcionalidad a cada experiencia.
Nos permite hacer todo desde lo sagrado.
La integración de dos verdades inferiores genera una verdad superior.
Para crear un mito ha de elegirse una verdad imaginaria y dos verdades reales que la sostengan.
EJERCICIOS
1. Escribe en una hoja los mitos en los que tu familia y amigos están atrapados.
Por ejemplo: “La calle es muy insegura, no se puede andar por ahí a altas horas”; “para tener éxito en el trabajo hay que sacrificarse”; “para realizarte como mujer tienes que ser madre” o “no puedes sanarte una enfermedad sin ir al médico”.
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