Museo portátil del ingenio y el olvido
se terminó de editar en agosto de 2020 en las oficinas de la Editorial Universidad de Guadalajara, José Bonifacio Andrada 2679, Lomas de Guevara, 44657. Guadalajara, Jalisco.
Índice
Sala temporal: Nosotros y la innovación
Avisos del fin del mundo
La medida de las cosas
Un edificio flotante
Una temporada de TERREMOTOS
Rayos catódicos
azotea con telescopios
Krónika de la řebolusión ortográfika
colección de nombres propios
Fuentes de información
agradecimientos
Los museos debieran confundirse con la vida misma.Alfonso Reyes
Nota bene
Las notas bibliográficas —ya sea al pie de página o al final de un texto— componen un ecosistema de dulcísima complejidad. Anthony Grafton1 ha dedicado varios años a pergeñar una inquietante historia de la nota al pie de página2 para establecer con precisión el valor de estos instrumentos científicos en la esfera académica: “dan legitimidad”3 y “confieren al autor un aire de autoridad”,4 porque su principal virtud radica en su naturaleza testimonial: “En el mundo moderno, dicen los manuales para redactores de tesis, los historiadores realizan dos tareas complementarias. Deben estudiar todas las fuentes referentes a la solución de un problema y a partir de ellas elaborar una nueva narración o argumento. La nota a pie es la prueba de que se han realizado las dos tareas”.5,6 Pero el mismo Grafton delata el riesgo de que las notas adopten la frágil forma de un espejismo: “tanto la experiencia como la lógica sugieren que la nota al pie es incapaz de realizar todas las tareas que le atribuyen los manuales: ninguna acumulación de notas puede demostrar que cada afirmación del texto descansa sobre una montaña inatacable de hechos demostrados”.7 Otros autores como Julio Hubard8 señalan que las notas, los aparatos técnicos, las bibliografías, “estorban al lector y afean el libro”.9 Por eso existe quien nos recuerda10 que el Barón Tennyson11 sabía que las notas al pie de página son “Piojos en el cabello de la literatura” y que Nöel Coward12 las evitaba porque “leer la nota al pie es similar a verse obligado a dejar de hacer el amor porque han llamado a la puerta”.13,14,15
Hemos decidido evitarle al lector cualquier distracción, lo mismo piojos que golpes en la puerta: las principales fuentes de información de las que estos ensayos abrevan aparecen al final del libro.
1Anthony Thomas Grafton, nacido en New Haven, Connecticut, en 1950; uno de los historiadores especializados en el Renacimiento de mayor renombre global.
2Grafton, Anthony, Los orígenes trágicos de la erudición. Breve tratado sobre la nota al pie de página. México: Fondo de Cultura Económica, 2015. Traducción de Daniel Zadunaisky.
3Ibid., p.15.
4Loc. cit.
5Supra.
6Cfr. Zerby, Chuck. The devil’s details: A history of footnotes. Nueva York: Touchstone, 2002.
7Infra.
8Paz, Octavio. También soy escritura. Octavio Paz cuenta de sí mismo; edición y selección de Julio Hubard. México: Fondo de Cultura Económica, 2014.
9Ibid., p. 9.
10Patricio Pron, “La nota a pie de página”, Letras Libres, mayo 2016, 48.
11Alfred Tennyson, aristócrata, poeta y dramaturgo inglés del siglo XIX.
12Sir Nöel Pierce Coward, dramaturgo, compositor, actor y cantante nacido en un suburbio de Londres en 1899, murió a causa de una arterioesclerosis.
13Grafton, op.cit., p. 51.
14B. Hilbert. “Elegy of Excursus: The Descent of the Footnote” en College English, 51, 1989, p. 401.
15G. W. Bowersock en The American Scholar v. 53, n. 1 (Winter 1984), p. 54.
A Carol
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