Rafael Jiménez - Inchaurrondo Blues

Здесь есть возможность читать онлайн «Rafael Jiménez - Inchaurrondo Blues» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Inchaurrondo Blues: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Inchaurrondo Blues»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A principios de los años ochenta, el cuartel de la Guardia Civil en Inchaurrondo, en San Sebastián, es para Eloy, hijo del teniente Navarro, casi una prisión. Eloy tiene poco contacto con el exterior hasta que en una visita al médico conoce a otro chico, Ander. Ambos son apasionados del fútbol y junto a otros chavales organizan partidos dentro y fuera del cuartel, inspirados por la gran Real Sociedad de aquellos años y ajenos a las fronteras ideológicas y casi físicas que imponen los adultos. La amistad, el amor, los descubrimientos infantiles y la magia del fútbol son el nexo de unión entre dos mundos opuestos que amenazan con destruir la frágil felicidad de la infancia.

Inchaurrondo Blues — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Inchaurrondo Blues», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El último día en Atarfe fue muy triste. Todavía hoy no se le habían secado las lágrimas. Es más, desde aquel día le dolían los ojos y consideraba que de continuar así, se le iba a desfigurar la cara y cuando volviera a ver a Belén, porque un día volvería a verla, ella no le reconocería. La última tarde en Atarfe la pasó con su madre, su padre y su hermano en Granada, donde fueron a comprar todo lo que necesitaban para emprender el más largo, triste y absurdo viaje de su vida. Recorrieron toda la ciudad en busca de ropa de abrigo, zapatos, comida y compraron los billetes del tren que les tenía que llevar hasta Inchaurrondo. Decía su padre que era mejor ir en tren porque el coche no lo iba a utilizar allí. Decía que era muy peligroso, algo que Eloy no acababa de comprender.

—¿Por qué es peligroso conducir en Inchaurrondo? —dijo en voz baja, pero su hermano lo escuchó.

—Pero, ¿no ves que no eres más que un enano? —insistía Sergio.

—A ver, ¿por qué soy un enano? ¿Se puede saber? ¿Son malas las carreteras?

Le faltó tiempo a su madre para decirle a Sergio que se callara. Y Eloy se quedó sin saber por qué era peligroso conducir en Inchaurrondo.

El viaje en tren fue más largo que un día en la cama con anginas. Antes de partir de la estación de Granada, llegó a pensar en irse, esconderse en los lavabos, y esperar allí hasta que el tren hubiera partido. No se atrevió. Tan sólo se acercó a la entrada de la estación y vio a lo lejos las Alpujarras con sus casas blancas reflejando el sol. Durante un rato anduvo a solas por la estación como perdido.

—Eloy, ¿dónde estabas? ¿No ves que está a punto de salir el tren? —le dijo su madre entre enfadada y cómplice.

«¿Y por qué se tienen que complicar siempre las cosas?», se decía una y otra vez mientras subía las escaleras del tren ante la atenta mirada de su padre, que no sabía si reñirle o volver a insistir en que en Inchaurrondo estarían bien.

Con un gesto de mal humor se sentó en su asiento dispuesto a cerrar los ojos y no volver a abrirlos hasta que llegaran a San Sebastián, aunque no aguantó demasiado por el sobresalto que se produjo cuando el tren se puso en marcha. Los vagones se movían de manera brusca, como si también se resistieran a marcharse de allí. Abrió los ojos y Granada estaba ahí, al otro lado de la ventanilla. Con las horas había ido perdiendo su color entre dorado y azul, pero vio a la gente caminar por sus calles y a los autobuses que iban al pueblo pasando con el largo quejido de motor. Supo que nunca iba a olvidar Granada. Pensó que algún día sería el dueño de su propia vida y volvería al pueblo para no salir de él. Jamás.

El viaje duró unas veinte horas y tuvieron que hacer dos transbordos caóticos con las maletas y el sueño a cuestas. El trayecto le suscitaba cientos de preguntas mientras se quedaba con la cara pegada al cristal del pasillo del tren, donde los paisajes se sucedían en lo que le parecía una velocidad de vértigo y que, sin embargo, era muy limitada, con constantes paradas en medio de la nada sin saber muy bien por qué, hasta que de pronto pasaba un tren por la otra vía a toda velocidad y entonces sí, emprendían de nuevo la marcha. Era como si el tren fuera el último de la clase y, como Blas, tuviera que esperar a que todos fueran saliendo mientras él se quedaba castigado.

El tren producía hambre. Al menos eso pensaba Eloy, a quien las tripas le hacían un extraño ruido. La gente comía de todo, desde bocadillos sin más arte que un trozo de mendrugo con algo en medio, hasta, como la madre de Eloy, manjares venidos a menos por el mero hecho de no poderlos comer en casa. Fiambreras con bacalao o pollo empanado dejaban impregnado el tren de un profundo olor que, con el paso de las horas, se hizo irrespirable.

En alguna parada de madrugada, adormilado en la litera, oyó las voces de trabajadores de alguna estación olvidada. Sus acentos y sus risas le produjeron una tremenda envidia, pues sabía que ellos, después de pasar el tren, volverían a sus casas, a su cama, a sus vidas.

Cuando ya no pudo dormir, se levantó y observó cómo comenzaba a llover. El agua se deslizaba por los cristales de la ventana como queriendo entrar a limpiar las almas de tantas caras tristes que había en el tren. No todo el mundo viajaba en litera y había bastantes personas que iban de pie, pero que, sin embargo, no emitían ningún lamento y casi ni se apoyaban en la pared. Eloy pensó que quizá alguno de ellos también iba a Inchaurrondo. Había visto a su padre hablar con algunos de los hombres que, sentados en sus maletas, escuchaban a su padre como si fuera el jefe de una extraña expedición.

También oyó música en algunas paradas en medio de algún pueblo. Sí, ahora los veía, eran dos o tres hombres con una gorra y pajarita negras que tocaban la flauta y el acordeón mientras el tren estaba parado y rápidamente pasaban la gorra negra entre los viajeros, antes de que viniera el revisor y el tren se pusiera en marcha de nuevo.

A medida que pasaban las horas, los tristes viajeros se dormían y el sol andaluz continuaba impertérrito, intratable, adorándolos como si fuera una madre que despide a su hijo. Las cortinillas no servían para nada y el sudor caía como una espesa capa que volvía la cara brillante, convirtiéndose el abanico en algo necesario ante tanto ímpetu del sol. Y si no tenías un abanico, un diario o un trozo de cartón también servían. El maquillaje de alguna mujer se derretía lentamente sobre sus mejillas.

El tren continuaba avanzando lentamente con largas paradas inexplicables. Ya se había convertido en un inmenso cuarto en el que veía desfilar las montañas y los últimos olivos de Andalucía entre un ruidoso silencio que sólo rompía los chirridos metálicos de los raíles. Su corazón continuaba pensando en el día que haría el viaje de vuelta, mirando a los habitantes de los vagones para saber si en sus ojos podría adivinar los que algún día regresarían a casa. Pensó que en aquel tren no viajaba nadie por placer o por gusto o de vacaciones.

Sin embargo, el paso de las horas poco tenía que ver con lo que realmente avanzaba el tren, como si el paso del tiempo no tuviera relación con el espacio recorrido y cuando el viaje parecía poner a prueba la capacidad de resistencia de sus ocupantes, llegaban los túneles, alguno como el de Despeñaperros, larguísimo, que, obstinados, sembraban de oscuridad y casi de asfixia el silencio de los viajeros. Cuando finalizaba el túnel, respiraban como si hubiera faltado el aire, abrían las ventanas y corrían las cortinas desde las que se veían los desgarbados picos de Jaén que, sin apenas vegetación, se iban terminando para dar paso al tedioso paisaje de Alcázar de San Juan, donde probablemente se hacía el cambio de vías más largo de la historia ferroviaria mundial.

Lo que sí trataba de evitar Eloy era ir al lavabo. No sólo porque había uno cada dos vagones y las colas eran interminables, sino porque los retretes tenían la cerradura averiada y la deseada soledad para mear era una quimera. Además estaban sucios y malolientes. Una suciedad irreductible, perenne e ingrata. La huella de los efluvios de todos los tiempos se habían enquistado en su interior, adobándolo todo con un color negruzco impertinente. Y echar agua era lo peor que se podía hacer porque o bien subía toda la marea atascando el váter o se inundaba el suelo.

Se preguntaba qué clase de ciudad sería San Sebastián. La aproximación con unos túneles interminables, polígonos industriales sin más vida que el convencimiento de estar viendo la nada, barrios periféricos sin alma, edificios impersonales en medio del paisaje urbano, le creó cierto desánimo ante su idea de la ciudad. Él creía que San Sebastián era Atocha, el campo de fútbol de la Real Sociedad, que por lo que sabía era pequeño pero albergaba al mejor equipo de España. Aunque les tenía un poco de rencor, porque el año pasado no pudo completar la colección de cromos de la liga porque los de la Real Sociedad no le salían nunca. Decía Blas que los cromos de la Real no llegaban a Atarfe, que estaba demasiado lejos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Inchaurrondo Blues»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Inchaurrondo Blues» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Inchaurrondo Blues»

Обсуждение, отзывы о книге «Inchaurrondo Blues» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x