En la actualidad, la edad promedio de la mujer para casarse es de 27 años. La cantidad de hijos por mujer es de 2,2. Los roles están compartidos y a veces invertidos en relación a la familia tradicional. Hay más mujeres jefas de hogar. Baja el número de casamientos y de divorcios, crecen las uniones consensuadas. Nos encontramos con un gran incremento de familias monoparentales y hogares sin hijos. Se consolidan las familias ensambladas. Hay madres solas, parejas sin papeles, hijos fuera del matrimonio, uniones de parejas gays y lesbianas, estructuras de familias ensambladas donde se integran hijos de parejas anteriores y nuevos hijos. Hoy las familias constituidas por una pareja e hijos representan menos del 40% de los hogares. En los noventa eran el 46,8%. En apenas dos décadas aumentó la proporción de mujeres que son jefas de hogar del 21% al 29%. El 80% de quienes se separan forman nuevas parejas. Hay una pérdida del modelo de la familia nuclear.
Esto nos lleva a que, si las nominaciones definen lugares establecidos, en esta época de transición no hay nombres para definir relaciones que ya son habituales: ¿Cuál es el nombre para un niño de la pareja del papá y/o de la mamá? Si esta pareja tiene hijos de anteriores matrimonios ¿Cuál es el nombre de esa relación entre sus hijos? Y si la pareja tiene hijos ¿Nombrarlos como medio hermanos no alude al modelo de la familia nuclear patriarcal? En el caso de las familias homoparentales ¿Si son dos mujeres el niño tiene dos mamas y si son dos hombres dos papas? Y podríamos seguir en toda la línea de filiación con abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc. Esto pone en evidencia la dificultad para dar cuenta de los procesos de subjetivación que se dan en la actualidad y la necesidad de reformular los instrumentos teóricos y clínicos que tiene el psicoanálisis.
La novela familiar freudiana
En los componentes de la representación judeo-cristiana el padre es el lugar del logos, de la cultura y fuente de la libertad. La madre es la naturaleza hecha de sentimientos. Estos lugares fijos e inamovibles que están sustentados en el derecho natural de origen divino comienzan a ser cuestionados ya que actualmente está cediendo el lugar a otras combinaciones de las relaciones entre los sexos y de las formas de poder.
La novela familiar freudiana plantea que amor y deseo, sexo y muerte se inscriben en el núcleo de la institución del matrimonio patriarcal y heterosexual. Su concepción de familia se sostiene en una organización de leyes de alianzas y filiación basadas en la prohibición del incesto donde cada sujeto se descubre portador de un deseo inconsciente. 5Sin embargo, como dice Elisabeth Roudinesco: a lo largo del Siglo XX la invención freudiana fue objeto de interpretaciones diferentes. Los libertarios y las feministas la vieron como un intento de salvamento de la familia patriarcal. Los conservadores como un proyecto de destrucción pansexualista de la familia y el Estado. Por último, muchos psicoanalistas como un modelo psicológico capaz de restaurar un orden familiar normalizador en el cual las figuras del padre y la madre serían determinadas por la primacía de la diferencia sexual. Según este enfoque, cada varón estaba destinado a convertirse en el rival del padre, cada mujer, en la competidora de la madre, y todos los hijos, en el producto de una escena primitiva, recuerdo fantaseado de un coito irrepresentable. Es que las corrientes psicoanalíticas hegemónicas, al tomar como modo de interpretación la psicología del complejo de Edipo -que responde a factores históricos-sociales-, siguen sosteniendo el lugar del hombrepadre como logos separador y la mujer-madre como sentimiento. De esta manera han dejado de lado los cambios históricos que se han producido en las funciones paterna y materna y, fundamentalmente el sentido trágico que plantea este mito en la constitución de nuestra organización psíquica: el deseo como deseo imposible de ser realizado. Es decir, lo que denominamos factores estructurantes primarios. 6
Si la obra de Freud produce diferentes lecturas es porque, a la vez que le asigna un lugar de consideración a la familia patriarcal como soporte de la subjetividad, pone en evidencia sus contradicciones al afirmar la importancia del deseo en la constitución del sujeto, reconoce la diferencia de la mujer, considera a los niños como sujetos y hace desaparecer las fronteras entre la normalidad y anormalidad. De allí la importancia que tiene su obra, a mediados del siglo XX, cuando se aceleran cambios significativos en la vida cotidiana. 7
Luego de la segunda guerra mundial el proceso de transformación capitalista hace sucumbir los usos y costumbres que aún quedaban de principios de siglo. Pero es en los ’60 y ’70 donde la modernidad modifica el imaginario social tradicional, cuyos efectos ponen en cuestionamiento la familia patriarcal. Este proceso con características diferentes en cada país, si bien incluía a una minoría de la población, expresaba ideas, fantasías y deseos de la época cuya significación producen transformaciones en la corposubjetividad que llegan hasta la actualidad.
Puntualicemos cuales son los factores históricos-sociales que permitieron estos cambios.
1º) La transformación de la economía y el mercado laboral a partir de la globalización capitalista -fundamentalmente en los países desarrollados- hace que se pase de la familia como unidad de reproducción de la mano de obra a la familia consumo, en especial en los sectores medios donde adquiere una gran importancia el confort y el consumo. De la familia extensa se pasa a la familia nuclear que debe convivir con otras formas de organizaciones familiares. De la mujer madre a la mujer integrada a las nuevas modalidades del trabajo.
2º) En las sociedades tradicionales la mortalidad infantil era muy elevada, lo cual llevaba a la necesidad de tener muchos hijos/as. El avance de la medicina, la biotecnología y la farmacología han permitido el control creciente sobre el embarazo y la reproducción de la especie humana en los países y las clases sociales con poder adquisitivo. Es así como el nacimiento de los hijos/as se plantea, en esos sectores sociales, en términos de una decisión racional de índole estratégica e instrumentada a partir de la planificación de la pareja.
3º) La píldora anticonceptiva, de venta autorizada a partir de 1960, permitió libertades donde la familia dejaba de ser el fin último de la pareja. El placer del acto sexual se separó definitivamente de la procreación. En esta perspectiva, el desarrollo de las técnicas de fertilización asistida fue llevando a que la filiación adquiera una nueva entidad que desplaza un acto privado a lo social y lo político.
4º) La familia como base para la transmisión de la herencia y la continuidad de la línea familiar impone el sometimiento y la doble moral a la mujer para asegurar la certeza de sus herederos: madre cierta, padre incierto. Este lema, a partir del análisis de filiación por el ADN, ha quedado caduco ya que permite identificar con absoluta precisión quiénes son los padres. Este hecho adquiere una gran importancia por los efectos imaginarios y simbólicos en el conjunto de la sociedad.
5º) Es a partir de lo desarrollado anteriormente que los movimientos feministas y de gays y lesbianas adquieren una gran fuerzasocial y política. Los estudios de género y de la teoría feminista denuncian a la familia patriarcal como ámbito de dominación masculina a partir de un orden construido desde un sistema sexual binarista y jerárquico: mujeres/femeninas/inferiores y hombres/masculinos/superiores. Desde esta perspectiva ponen en evidencia las relaciones de poder, las jerarquías por edad y sexo, la división sexual del trabajo y la reproducción estereotipada de género en el proceso de socialización.
6º) Los movimientos de gays y lesbianas refuerzan su lucha contra la discriminación e inferiorización de toda orientación sexual disidente del modelo heteronormativo: travestis, gays, lesbianas, transgéneros, transexuales, intersexuales y bisexuales. La discusión sobre el matrimonio de gays y lesbianas y su derecho a adoptar se ha transformado en un hecho social y político que cuestiona la familia patriarcal y su fundamento basado en el derecho natural. Al desplazar la norma del matrimonio heterosexual inaugura un parentesco por lazo de afinidad y no de sangre. En este sentido, lo que está en juego son las normas históricas de la relación entre los sujetos a partir de cómo se constituyen el género y la sexualidad, en tanto éstas ya no tienen que ver con un orden natural pues dependen de una elección política.
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