Hábitos de conducta para cuidar la salud física
Hay un incremento significativo en el número de ancianos que viven solos; asimismo, las estructuras familiares se han modificado, ya que ahora podemos ver familias unipersonales, de homosexuales, segundas y terceras nupcias (Robles, 2006). De acuerdo con las entrevistas realizadas, fue interesante observar que cuando se vive solo se favorecen los hábitos y las conductas para cuidar la salud física o mental. Los comentarios que a continuación se presentan son personas que viven solas, ya sea por viudez o separación.
Procuro, además de mis medicamentos y a veces tomar tés, camino como 15 cuadras tres veces a la semana (YG).
Me levanto muy temprano, me baño a jicarazos con agua fría y le doy de comer a mis animalitos, y eso hace que me olvide un poco de mis dolencias (JP).
Hábitos de conducta para cuidar la salud mental
El comportamiento en relación con los hábitos para cuidar la salud mental es similar a los del cuidado físico. En términos generales, surgieron más problemas físicos que mentales; en realidad, viven con tantas limitaciones que no queda mucho tiempo para sentirse mal.
Una psicóloga me sacó de ese trauma (muerte de la pareja) como estaba; ella no me dio medicina ni chochitos ni gotitas. Me dijo que me bañara a la una o dos de la mañana con agua fría, porque yo sentía correr de los nervios (JP).
Otro aspecto que se resalta cuando se vive solo es la importancia de un cambio de actitud para no deprimirse.
En primer lugar, yo no me apuro, yo no le pongo tanto sentimiento, aparte de que me cuido con la dieta, no tomo alcohol, no fumo y hago mis ejercicios (YG).
Uso de servicios de salud
Los servicios de salud más utilizados por este grupo de adultos mayores son los del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Centro de Salud o el Seguro Popular; de los dos últimos existen clínicas en la misma colonia, no así del IMSS, por lo que el traslado se hace más complejo y en la mayoría de los casos requieren ser acompañados por algún familiar o vecino. En la situación de pobreza, la falta de acceso a los servicios de salud y la falta de recursos económicos, inclusive el trasporte, genera falta de atención médica sobre todo en enfermedades crónico–degenerativas, lo cual acelera el proceso de enfermedad y por ende los decesos.
El Seguro Popular hay cosas que cubre y cosas que no. En el Hospital Civil me hacen los estudios de laboratorio gratis, por la edad, ya que son muy caros, esos me los condona el hospital (YG).
La salud es uno de los factores de mayor relevancia para esta población, que, a pesar de las limitaciones físicas y sus dificultades de acceso a los servicios, cuenta con redes de apoyo y estrategias de afrontamiento que los hace seguir adelante. En síntesis, se puede decir que la importancia de promover en la persona adulta mayor que su salud física y mental sea satisfactoria, es un trabajo que involucra a la persona, la familia y la sociedad.
Estilos de afrontamiento: ilustra cómo resuelven sus problemas cotidianos
Existen muchas definiciones y clasificaciones sobre el concepto de afrontamiento. En este estudio se usó la clasificación de estilos que hace Lazarus y Folkman (1986). Como se puede observar en esta dimensión, es frecuente el estilo de afrontamiento activo, principalmente cuando no se cuenta con ningún familiar.
Como yo vivo sola, tengo que cuidar mi salud y le echo muchas ganas a la vida, trato de no apachurrarme y salir adelante. Estoy terminando de estudiar mi secundaria. También salgo a trabajar allá cerca del estadio (YG).
Me levanto muy temprano, le doy de comer a mis animalitos y riego mis plantas (JP).
Cuando se cuenta con alguien, existe una actitud más demandante hacia los familiares: “Los hijos deben de atenderlo a uno”, como es el caso de MR; o en el que se pierde la autoridad y se toma una actitud “sumisa y pasiva” ante el hijo, quien es ahora quien toma las decisiones; como sucedió a MG, la cual recurre a la evasión como una forma de protección ante situaciones estresantes: “Pos mi hijo me trajo y no quiere que me regrese al rancho”.
CONCLUSIONES
Las trasformaciones demográficas y epidemiológicas, al igual que el factor de pobreza, son aspectos que impactan los estilos de vida de los ancianos y su bienestar. Si bien la población está envejeciendo a nivel mundial, cada cultura y grupo social define qué aspectos de su cotidianidad son relevantes para lograr su bienestar, de manera independiente de su situación socioeconómica, que, aunque es importante, existen otros factores relevantes. Todos los participantes, con excepción de uno, provienen de áreas rurales y en situación de pobreza económica, por lo cual, la pobreza en la que actualmente viven, no la perciben como una limitante para vivir “bien”. Sus momentos más felices están relacionados con el campo, la siembra, hacer tortillas, entre otras actividades.
Se encontraron 12 factores de bienestar agrupados en tres dimensiones:
1. Realidad concreta: relacionada con el contexto sociocultural de los ancianos, que incluye los factores de vivienda, recursos económicos, problemática social del entorno y redes de apoyo.
2. Creencias y valores: se enfatizan los valores familiares y culturales, y los factores son su concepto de vejez, los roles culturales determinados por su familia, la religión y sus metas de vida.
3. Factibilidad de cambio psicológico y de salud: en esta dimensión es más factible que el adulto mayor realice cambios para mejorar su bienestar, y en ella se incluye la afectividad, diversión u ocio, salud y los estilos de afrontamiento.
Con respecto a la dimensión de la realidad concreta, se concluye que la vivienda es un aspecto a resaltar, ya que ninguno de los participantes rentaba: su casa era propia o de alguno de los hijos. Si se considera que los participantes eran migrantes nacionales, el hogar propio se convirtió en un reto de vida. Es interesante observar cómo a pesar de su nivel de pobreza y las condiciones mismas de la vivienda, el tener un techo propio es fundamental sobre todo para aquellos que viven solos. De los nueve ancianos entrevistados, cuatro viven solos, lo cual representa 44.4% de la muestra. Este porcentaje es superior al de un estudio reciente realizado por Enríquez, Maldonado, Aldrete, Ibarra, Palomar y Pantoja (2008), en el cual se reporta que, en una muestra de ancianos pobres de la ZMG, 13.3% de las mujeres y 10.5% de los hombres vivían solos.
En su totalidad, han crecido con limitaciones económicas, aunado al hecho de ser migrantes de zonas rurales, a la falta de educación y su fuerte arraigo a los valores familiares y sus creencias religiosas; esto da una especificidad a sus estilos de vida centrados en la satisfacción con la vida, para lo cual es importante considerar: recursos personales y sociales, roles culturales, metas en esta etapa de la vida (principalmente el imperativo de conservar la salud) y sentido de pertenecía (ya sea a la familia o a un grupo social, lo importante es no sentirse solo ni abandonado, en especial si se vive solo).
Si bien existe una problemática social (violencia, alcoholismo, pandillerismo, entre otras) en el entorno donde viven, han aprendido a lidiar con esa situación ya que es parte de su cotidianidad.
Las redes de apoyo, al igual que las anteriores dimensiones, son un aspecto relevante para su bienestar. En muchos casos, en particular cuando se vive solo, los vecinos son las personas que ven por el anciano, ya sea haciendo favores o llevándole de comer, es decir “estar al pendiente de”. La religión, aunada a la red vecinal, se ve reflejada en el caso de quien haya tomado el rol de ir a los sepelios de la colonia a rezar el rosario. Estas redes de apoyo también son recíprocas, y los hijos son una fuente de apoyo importante: “A ver con qué hija me arrimo, pero esta es la mera buena (la hija que vive al otro lado); también tengo una nuera muy buena, la otra hija es bien renegada. Cuando se tiene hijos, uno tiene de todo. Los hijos sirven muchísimo (MR).
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