©Copyright 2019, by Claudio Espínola Lobos
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Colección In Memoriam
Los detenidos desaparecidos del Pedagógico: El caso de Historia
Investigación, 106 páginas
Primera edición: junio de 2019
Edita y distribuye editorial Santa Inés
Santa Inés 2430, La Campiña de Nos, San Bernardo de Chile
(56-2) 229335746
librosdelaeditorial@gmail.comFacebook: Editorial Santa Inés www.editorialsantaines.clRegistro de Propiedad Intelectual N° 288.171 ISBN: 978-956-8675-64-6 eISBN: 9789568675806 Edición Gráfica, Literaria y de Estilo: Editorial Santa Inés Ilustración de Portada e interiores: Juan Pablo Espínola Ilustración de Portada: Juan Pablo Espínola Fotografía de Autor: Patricio Isaías Fotografías: Claudio Espínola Edición electrónica: Sergio Cruz Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados
A las familias y amigos de María Cristina López Stewart, Félix de La Jara Goyeneche, Herbit Ríos Soto y del profesor Fernando Ortiz Letelier. Me uno al recuerdo de una memoria compartida. A los compañeros del instituto Pedagógico que compartimos con ellos las aulas universitarias y que las circunstancias de la vida, nos hicieron ir por caminos diversos. A todos los familiares de los Detenidos Desaparecidos, que siguen buscando a su ser querido y que continúan luchando por la verdad y la justicia. Claudio Espínola Lobos
Esa mañana de enero de 2016, decidí volver a la universidad. Caminé bajo la sombra de esos enormes y añosos árboles tan característicos de la avenida José Pedro Alessandri o Macul, como algunos la llaman. Lo hice desde Irarrázabal hasta el número 458, la actual UMCE (Universdad Metropolitana de Ciencias de la Educación), el mismo lugar donde se asentaba el antiguo Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Era cerca del mediodía. Me había propuesto no volver a ese lugar mientras el país viviese en dictadura; sin embargo, los años fueron pasando y la dictadura permaneciendo, hasta que, finalmente fue reemplazada por los gobiernos democráticos. A pesar de ello, no sé, pero aún tengo la impresión de que la dictadura está presente. Sobrevive en hechos que la evidencian cada día. Un ejemplo de ello es el manto de impunidad que otorga a los victimarios en el caso de derechos humanos.
Mientras me dirigía al Pedagógico, recordaba a mis tres compañeros de estudios, hoy detenidos desaparecidos y al distinguido profesor Fernando Ortiz Letelier, del cual un pequeño resto oseo permitió su identificación. Los cuatro corrieron la misma suerte en esos primeros años de violencia extrema: primero los detuvieron, luego los encarcelaron en recintos clandestinos. Posteriormente, se les torturó al extremo y, más tarde, se los hizo desaparecer. Son hechos que indudablemente, para quienes vivimos esa época y compartimos con ellos las aulas universitarias es algo muy difícil de olvidar. De esto trata este libro. Siento que debía empezarla por ahí, el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
A nuestra generación, le tocó vivir los años previos y posteriores al golpe de Estado. Los primeros como estudiantes. En mi caso y el de Herbit, como residente del Pabellón «J» del pensionado universitario, el que tuvimos que abandonar de manera inmediata ese 11 de septiembre del año 1973. Y, luego, como egresado y docente titulado de esa casa de estudios. Debimos vivir en un país intervenido militarmente, con una represión desatada y el nulo respeto a los derechos del hombre, una situación extrema. Un país controlado militarmente, un estado policial y, a todas luces, una dictadura que aparentaba ser legal, situación que se extendió hasta marzo de 1990.
El país que conocimos en nuestra juventud cambió radicalmente por la eferiremos brevemente en los próximos párrafos, sin descuidar lo esencial del tema.
La sociedad chilena, desde mi particular punto de vista, se fue transformando a partir a del golpe de 1973 en una sociedad de carácter individualista. Ya en los primeros meses de dictadura, se fue manifestando esta característica cuando la delación dejó de lado la solidaridad, la prepotencia al compañerismo, el abuso al trabajo compartido, todo lo cual se tradujo en el nulo respeto a los derechos de las personas. Este período se inició con el apresamiento de numerosos trabajadores, estudiantes, dueñas de casa, dirigentes sociales y políticos, los cuales fueron encarcelados en el estadio Nacional y otros recintos masivos de detención como el estadio Chile, estadio Collao de Concepción, oficinas salitreras, isla Dawson, Quiriquina, buque Escuela Esmeralda, regimientos, comisarías, etc. Las cifras establecen que fueron más de 40 mil las víctimas directas de la dictadura de Augusto Pinochet: abusos, detenciones arbitrarias, torturas, prisión, muerte y desaparición de personas. A lo anterior, se añadió el temor generalizado causado a la población por patrullas militares, tanques en las calles y grandes operativos de amedrentamiento que incluían allanamientos y detenciones masivas. La implantación de los denominados «Estados de excepción»: Estado de sitio y de Guerra interior, más la aplicación del toque de queda durante la noche, aumentaron la represión, la impunidad y el miedo a la ciudadanía. En esas condiciones, cada persona buscó salvar su propia vida. A lo anterior, habría que añadir el cierre del Congreso Nacional, la proscripción de los partidos políticos, la disolución de las organizaciones populares y de trabajadores, los despidos masivos, el término del derecho a huelga en las empresas, eliminación de la libertad de prensa y la clausura de medios de comunicación considerados de oposición, la confiscación de bienes de partidos políticos, de dirigentes de partidos, organizaciones sindicales, sociales y culturales. No fue fácil sobrevivir en esa época.
Regresé después de 40 años a la que fuera nuestra alma mater: «El Departamento de Historia del Instituto Pedagógico», de la que era nuestra Universidad de Chile. Desde este lugar, comenzaría a escribir esta historia referida a tres jóvenes estudiantes de pedagogía, todos ellos compañeros de un mismo curso, que optaron por integrarse a la lucha frontal que realizaron algunos contra la dictadura de Pinochet.
Originalmente, era la historia de María Cristina López Stewart, «La Chica Alejandra» entre sus compañeros del MIR, la de Félix de La Jara Goyeneche conocido como «Diego de La Peña» y la de Herbit Ríos Soto llamado «El Chico Rubén». Luego se incluyó la referida al profesor Fernando Ortiz Letelier, quien vivió las mismas circunstancias de brutalidad que recibieron los jovenes opositores al gobierno de facto.
Es una Crónica pensada para los jóvenes de hoy, para que conozcan la situación vivida en Chile antes y después del golpe cívico-militar y se enteren cómo algunos jóvenes, dejando de lado intereses personales, se embarcaron en una lucha frontal contra la dictadura, contra un enemigo inmensamente superior, extremadamente cruel y brutal, amparado por la institucionalidad del Estado.
Fui testigo de cómo ellos, apenas ingresaron a la universidad, se comprometieron con los valores del socialismo y el interés del pueblo chileno por establecerlo en el país. La mayor parte de la ciudadanía había optado por los cambios estructurales y la vía pacifica al socialismo en la elección presidencial de 1970; Situación que el fascismo chileno y el imperialismo norteamericano rechazaron de plano, pues veían una amenaza cierta a sus intereses económicos y de clase. Vino el golpe de Estado y la más despiadada represión de la que se tenga memoria.
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