Volviendo a los jóvenes estudiantes de Historia que, esa mañana de enero de 2016, dijeron desconocer lo ocurrido a los tres estudiantes que les mencioné. Llama poderosamente la atención el olvido y el desconocimiento que se tiene de los hechos y de las circunstancias vividas en el país durante la dictadura cívico-militar.
Ciertamente que los estudiantes de hoy no nacieron en dictadura ni fueron reprimidos ni violentados como lo pudieron haber sido sus padres, abuelos o familiares. Sin embargo, se espera que toda persona con formación universitaria y profesional conozca aspectos de la historia pasada del país. Ahora, si ello no se ha logrado, significa que el sistema educativo nacional y las universidades están en deuda en materia de derechos humanos. María Cristina, Félix y Herbit fueron estudiantes de la misma carrera que ellos estudian y estuvieron en las mismas aulas donde actualmente reciben sus clases. Seguramente, la gran politización de aquellos años que impregnaba toda la vida estudiantil, es totalmente diferente a las inquietudes y motivaciones que pueden tener los jóvenes de hoy.
Escribo para que los jóvenes de hoy se enteren y no olviden, para que puedan informarse de lo ocurrido y para que conozcan también lo valioso que había María Cristina, Félix y Herbit. Amaban intensamente lo que hacían, amaban a sus familias, a Chile y su gente. Su compromiso estuvo dirigido hacia las personas más humildes y necesitadas de este país.
Para conocer las circunstancias en que ellos fueron víctimas de la dictadura, fue necesario revisar las publicaciones referidas a sus vidas, hilar ciertos hechos o situaciones con las actuales investigaciones sobre detenidos desaparecidos y resoluciones judiciales que se han ido resolviendo en el último tiempo. A veces no hay mayor material documental o se repite el mismo en diversas páginas web y, en esos casos, se ha preferido conocer las circunstancias y los lugares donde estuvieron detenidos, lugares que también tienen su propia historia, la mayor de las veces, horrorosa.
La investigación se hizo mediante consulta bibliográfica, visitas reiteradas a las páginas web de sitios referidos a detenidos desaparecidos y textos de consulta publicados por diversas editoriales. También se realizó visita a los memoriales de los lugares de detención como «Villa Grimaldi» y «Casa de José Domingo Cañas». Hay otros lugares que aun pasan inadvertidos para el resto de la población, como «Simón Bolívar» y «La venda sexy», Irán 3037, comuna de Macul. A la investigación se sumó el relato de aspectos vivenciales ocurridos en la época de estudiantes universitarios con quienes fueron compañeros de curso y de ello, el recuerdo de las experiencias compartidas.
Departamento de Historia de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, UMCE, enero 2016.
Capítulo II: El 11 de septiembre en el Pedagógico
Habíamos ingresado a la universidad en 1970. Los primeros años fueron años muy complejos debido al clima de alta tensión política que vivía el país. La lucha ideológica se manifestaba en la calle, en los sindicatos, en el trabajo, en la prensa y, también, en la vida universitaria y académica. Sin embargo, independiente de las posturas que tuviera cada persona, la universidad todavía era un mundo donde la amistad, el compañerismo y el saber académico se valoraban de manera especial.
Durante las clases fuimos conociendo a nuestros compañeros de curso: Eduardo Murillo, Enrique Poblete, María Cristina López, Félix de La Jara, Constanza Racz, Andrés Recasens, etc., por nombrar algunos alumnos sobresalientes y brillantes, intelectualmente superiores. Había otros que destacaban por el tipo de liderazgo que poseían, sea político o de opinión. Algunos dedicaban gran parte de su tiempo al estudios y a la investigación y otros se entregaban de lleno a la vida política partidaria.
Los partidos y movimientos políticos abrían las puertas de sus instituciones para que los jóvenes nos adhiriéramos a ellos. Se hacía mediante el contacto directo entre militantes y futuros adherentes. Algunos compañeros ingresaron a las Juventudes Comunistas (JJCC), grupo mayoritario, muy cohesionado, fácilmente identificable en esos años, por sus camisas color amaranto y la verticalidad que tenía su organización política; controlaban la mayoría de los centros de alumnos y la federación de estudiantes. Otros lo hicieron ingresando a las Juventudes Socialistas (JS),también numerosos, grupo más bien disperso, cuyo símbolo de distinción eran las camisas de color pardo y como característica esencial, las divergencias o grupos que existían en el seno de su organización. De esta organización, recordamos al presidente del centro de alumnos de Historia de esa época, al compañero Iván Párvex, un dirigente de gran carisma y sensibilidad social. ¿Que fue de él? Nunca tuvimos noticias. Otro grupo no menos importante de estudiantes adhirió al MIR, entre ellos, María Cristina, Herbit y Félix. El MIR tenía sus centros operativos dentro de la universidad, en el departamento de Filosofía y en el Pabellón «J», del pensionado universitario. Un grupo importante de estudiantes se mantuvo independiente, aunque la mayoría simpatizaba con el ideario del gobierno de la Unidad Popular. Era mi caso y el de otros compañeros. Por su parte, los Demócratas Cristianos (JDC) con su vestimenta característica, las camisas azules, eran minoría dentro de los estudiantes de Historia, pero no por ello dejaban de ser importantes. La gente de derecha también tenía presencia universitaria aunque era un grupo minoritario, que no se expresaba mayormente, pero eran apoyados por algunos docentes. Se recuerda que alumnos de derecha y demócrata cristianos más algunos profesores se fueron a la sede Poniente de la universidad de Chile, donde
había otra facultad de Ciencias Sociales, que funcionaba adherida a la actual Escuela de Ingeniería. El clima revolucionario y la defensa del gobierno, presente en todos los rincones del pedagógico, los hizo emigrar a la nueva Facultad junto a algunos connotados docentes, entre ellos, Sergio Villalobos.
Ante la posibilidad cierta de un «Golpe de Estado», los militantes de los partidos de la Unidad Popular y movimientos revolucionarios asumieron distintas responsabilidades para la defensa del gobierno y del pueblo. Había un compromiso de la juventud con las tareas del Gobierno, y la construcción de una sociedad con características revolucionarias. La facultad de Educación, es decir, el Pedagógico, previo al golpe de Estado, era a nivel nacional, junto a la Universidad Técnica del Estado (UTE) lugares de gran actividad político partidista. Servían de centros de formación a personas y grupos políticos de izquierda. Los partidos de la Unidad Popular trabajaban desde ahí incansablemente para realizar la defensa del Gobierno. Se efectuaba el trabajo de hacer conciencia de la amenaza fascista que se cernía sobre el país, especialmente en los sindicatos y en los sectores poblacionales. El MIR por su parte preparaba, «la defensa armada del pueblo y del gobierno». Se trabajaba en la organización de la autodefensa del pueblo frente a la reacción, aumentando su presencia en los cordones establecidos en torno a centros productivos, los llamados «Frentes de masas»: Vicuña Mackenna, Cerrillos, Macul, Sumar, etc.
La derecha, apoyada por EEUU, realizaba acciones paramilitares y atentados terroristas y, también, huelgas propiciadas por los gremios empresariales coludidos con algunos sindicatos poderosos de la gran minería del cobre, lo que se tradujo en una gran escasez y desabastecimiento. Se planificaba el fatídico golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
Para quienes éramos estudiantes universitarios, estos hechos marcaron totalmente nuestras vidas. Fueron días muy agitados y la posibilidad cierta de un golpe de estado era cada vez más mayor. «Compadres, ¡váyanse! Los marinos están dando el golpe en Valparaíso a esta hora», nos dijo de madrugada un amigo estudiante de Historia y residente ocasional del pensionado universitario y al que dábamos el nombre de «Sammy» por su parecido al actor norteamericano de apellido Davis. Eran las 5:00 a.m. del día 11 de septiembre de 1973.
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