Mirando, ese día de enero, el interior de las salas, no pude dejar de recordar a los grandes maestros de aquel tiempo: Guillermo Feliú Cruz, Mario Góngora, Sergio Villalobos, Rolando Mellafe, Eugenio Pereira Salas, Hernán Ramírez Necochea (Decano), Cristian Guerrero, Néstor Meza, Osvaldo Silva, Álvaro Jara, Ximena Bulnes (fallecida mientras dirigía el departamento de Historia), Sonia Pinto, Genaro Godoy, Mario Céspedes, Greta Mostny, Hugo Marín, Salvador Dides, Fernando Ortiz (detenido desaparecido), María Eugenia Horwitz, Hugo Cancino, Miguel Rojas Mix, Cesar de León (panameño), Julio Retamal, Pedro Cunill (exiliado en Venezuela), Eusebio Flores, Juan Francisco Araya, Reynaldo Borguel, Enrique Péndola, Carlos Andrade, Carlos Gissen, Víctor Gacitúa, Héctor Herrera Cajas (vicerrector en Valparaíso y rector delegado UMCE), Elsita Urbina, Héctor Soto, Mario Orellana y muchos otros que la memoria, después de 40 años, tiende a olvidar. Muy ilustres y destacados docentes de todas las corrientes ideológicas, filosóficas e historiográficas y religiosas. Era otra de las motivaciones que teníamos los estudiantes para estudiar esta carrera, en esta universidad.
Volviendo a la crónica. Debo señalar que nace de una reflexión personal sobre la memoria y el tiempo histórico. El interés por escribirla se fue acrecentando cada vez que caminaba por avenida José Domingo Cañas y detenerme en el número 1367, en la «Casa de la Memoria». Cuando supe que ahí estuvo detenida mi compañera María Cristina López, visité el lugar y me conmovió. Hoy solo quedan los cimientos de lo que fue el Lager como le llamó Primo Levi a los campos de concentración de Auschwitz, en la obra «Si esto es un hombre». Este interés de recabar nuevos antecedentes, me llevó, posteriormente, a visitar otros lugares de detención como «Venda sexy» (no hay memorial, solo una casa particular) y «Villa Grimaldi», hoy «Parque de la Memoria», en Peñalolén, donde estuvieron Félix y Herbit respectivamente. Posteriormente, fui a la calle Simón Bolívar 8630 de la Comuna de La Reina, lugar donde estuvo detenido el profesor Ortiz. Hoy, se emplaza una villa de hermosas viviendas en condominio para personas de altos ingresos.
Me propuse investigar y dar a conocer las circunstancias en que ellos fueron detenidos y hechos desaparecer, no sin antes dar a conocer cómo fue esa época estudiantil, cómo se vivió ese 11 de septiembre en la universidad y qué fue el MIR, como movimiento político que atrajo de manera tan especial a estos tres estudiantes.
Acogiendo la tesis de Beatriz Sarlo en la obra «Tiempo Pasado»: «La Memoria pretende transmitir una experiencia. Memoria es memoria de algo vivido y por ello requiere de dispositivo discursivo para lograr su propósito». En este caso, un yo narrativo en forma de crónica. También nos agrega: «El pasado es siempre conflictivo. A él se refieren, en competencia, la memoria y la historia. La historia no siempre puede creerle a la memoria y la memoria desconfía de una reconstrucción que no ponga en su centro los derechos del recuerdo». En estas citas está presente la dificultad de estudiar el tiempo pasado, en especial, el lugar que se le asigna a la memoria y la subjetividad en el conocimiento del ayer.
Sin embargo, lo que escribo, lo hago desde una mirada retrospectiva. La única pretensión narrativa que tiene es la de rendirles un homenaje póstumo a la lucha que ellos y muchos otros jóvenes de nuestro país emprendieron contra la dictadura de Augusto Pinochet, en aquellos dificiles años. Me mueve el deseo de que se conozca la historia de estos jóvenes luchadores: María Cristina López Stewart, Félix Santiago de La Jara Goyeneche y Herbit Guillermo Ríos Soto, quienes fueron detenidos y hechos desaparecer entre los meses de septiembre de 1974 y febrero de 1975. Fueron secuestrados por la DINA, el brazo represivo y asesino más brutal que tuvo a su disposición la dictadura para consolidar su poder.
La Junta Militar creada ese fatídico 11 de septiembre de 1973 se apoderó del país para reemplazar el gobierno constitucional del presidente Allende. Se transformó en un gobierno de facto, al servicio del gran capital y los intereses del capitalismo. Se instaló a punta de fusiles, ametralladoras, tanques y bombardeos. Lo hizo sometiendo a la población civil al temor y la prisión, eliminándole todos los derechos civiles y humanos. Para gobernar y dejar testimonio de su carácter autoritario, gobernó mediante el expediente de los «Decretos Leyes», tan propios de las dictaduras, partiendo por el Bando Nº1.
Fue una tiranía que gobernó, desde 1973, mediante el expediente, de los «Decretos Leyes», hasta 1980, cuando valiéndose de connotados abogados de derecha y gremialistas (UDI), elaboró y aprobó una constitución hecha a la medida del dictador, la que fue impuesta a la ciudadanía sin la existencia de registros electorales. Hasta hoy, las consecuencias de esa constitución se mantienen en el ámbito político, económico y social del país. De esa manera, perpetúan el sistema económico y social denominado Neoliberalismo.
Por los crímenes, la tortura y desaparición de personas, la dictadura recibió el repudio internacional. No podía ser de otra manera.
Cuesta comprender que con el pasar de los años aún no haya verdad ni justicia para con los detenidos desaparecidos, entre ellos nuestros tres compañeros de Historia y el profesor Ortiz, quienes fueron aniquilados en su intento de terminar con la tiranía. Han pasado más de 40 años y aún no se ha logrado establecer ni el paradero de sus cuerpos ni las circunstancias precisas en que fueron muertos y hechos desaparecer. Son décadas de heridas abiertas, mientras los victimarios permanecen incólumes o en el anonimato, producto de los pactos de silencio y el mutismo institucional. Muchos, incluso, siguen recibiendo beneficios de parte del Estado chileno por haber sido miembros de las Fuerza Armadas y de Orden, sin que, por lo menos, respondan ¿dónde están?
La historia de las detenciones y desapariciones de Herbit, Félix, María Cristina y Fernando Ortiz ha sido posible conocerla investigando en diferentes portales y páginas web y en publicaciones mediante consulta bibliográfica. También en documentos que existen en el Museo de la Memoria, Casa Memoria José Domingo Cañas, Villa Grimaldi, Archivo Judicial e Informe Rettig, entre otros.
En general, se puede decir que solamente en esta última década, ha sido posible conocer testimonios y documentos referidos el destino final de algunos detenidos desaparecidos. La mayoría aún se desconoce. Recordemos que, según el informe Retigg-Valech, hay 3.197 personas en calidad de muertos, desaparecidos y ejecutados políticos en el período 1973-1990. De ellos, 1.102 se encuentran actualmente en calidad de detenidos desaparecidos.
Para conocer el destino de algunos detenidos desaparecidos, ha sido necesario recurrir a la publicación de dos libros, ambos editados en esta última década y que han sido producto de una intensa labor investigativa y un gran compromiso con la verdad por parte de destacados periodistas nacionales.
Estos son los libros que han servido de base a nuestro trabajo: «La danza de los Cuervos» (2012), del periodista Javier Rebolledo, investigador especializado en derechos humanos. Relata la experiencia de los detenidos desaparecidos que pasaron por el cuartel «Simón Bolívar» de la DINA, ubicado en la calle del mismo nombre en la comuna de La Reina, a la altura del 8630-8800. Un cuartel secreto, no conocido por investigadores en derechos humanos hasta el año 2008. Según se dice, de ese lugar, ningún detenido salió con vida. Y, «Los archivos del cardenal casos reales» de Andrea Insunza y Javier Ortega (0000), este escrito explicita, entre otros casos, lo ocurrido con los quince desaparecidos de la comuna de Paine en «Los hornos de Lonquén». Se publican las confesiones del agente Andrés Valenzuela Morales a la periodista Mónica González sobre las actuaciones del «Comando conjunto» y de los servicios de inteligencia de la Fuerza Área de Chile, responsables de muchas muertes y de la desaparición de miembros del MIR y del partido Comunista.
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