Divisó un grupo de baile, todo de brujas, que bailaban alrededor del macho cabrío (demonio). En cada vuelta, por turno, las mujeres le daban un beso en el trasero. El sastre que había divisado a las dos mujeres, se puso a bailar con ellas, pero en lugar de besar al diablo, lo pinchó profundamente con una aguja de coser que se había llevado consigo.
Satanás profirió un agudo grito de dolor y dijo: “Ese que acaba de entrar en el corro que baile lo que quiera, pero que no me bese”.
Representación medieval de brujas bailando en círculo
El que lejos va a casar,
tacha lleva o va a buscar
Hemos de advertir que los campesinos gallegos han preferido siempre la endogamia parroquial, para que las tierras que aportara la esposa como dote se encontraran cerca y se las pudiera trabajar sin desplazamientos onerosos.
Cuentan que otro zapatero (y es que en Galicia por el clima, el oficio de zapatero ha sido siempre muy apreciado) cortejaba a una guapa moza, huérfana de padre y que vivía con su madre, ya anciana, en una casa solitaria alejada de la aldea, municipio de Culleredo o de Carral, que las dos versiones han sido conservadas.
El joven zapatero como no era de aquellos lares, no conocía la mala fama de las dos mujeres. Además estaba muy enamorado, porque la hija tenía un cuerpo voluptuoso digno de encomio, era risueña como un ruiseñor y bailaba de maravilla. Pero claro, con sus antecedentes, nunca había tenido novio.
Ahora le había salido un pretendiente que no tenía ni idea de las aventuras de su amada. Sin embargo, algo sospechó, cuando estaban a la puerta de su casa, la madre, poco antes de las doce decía a su hija: “Ya es muy tarde, despide al muchacho que ya no son horas”. Y si la muchacha se retrasaba algo, la vieja se ponía de mil demonios.
El zapatero pensó entonces: “¿serán meigas?”, y quiso saberlo cuanto antes.
Una noche, cuando la madre llamó a su hija, hizo ver que se despedía y fingió marcharse para volver a los pocos minutos y ocultarse en el cobertizo.
Cuidando no hacer ruido, espió por la ventana de la cocina y vio cómo la vieja sacaba de un armario disimulado en la pared una cajita de ungüentos y acto seguido se untó a la vez que lo hizo la hija. Ambas montaron a caballo en una escoba mientras la vieja recitaba:
Camiño do demo,
voa, voa,
por riba da folla.
Camino del diablo,
vuela, vuela,
por encima de la hoja.
Y raudas como centellas desaparecieron las dos por la chimenea.
Dicho y hecho, el joven hizo lo propio y como no recordaba la invocación, improvisó:
Por riba dos matos,
por riba das pedras,
quero ir onda ellas.
Por encima de las matas,
por encima de las piedras,
quiero ir junto a ellas.
Igualmente salió volando, pero por encima de las plantas con pinchos y de las piedras, quedando hecho un Ecce Homo. Cuando llegó a la cima de un monte se encontró atrapado en el círculo de baile de las brujas alrededor del demonio y cuando le tocó el turno de besarle en el trasero en lugar de hacerlo le clavó la lezna que siempre llevaba consigo encolerizado por haber descubierto a su amada en aquellos menesteres.
“¡Aaaaag!”, se retorció el cabrón de dolor, “¿quién es esa que tiene esas barbas tan duras?”.
El espíritu de la meiga va al aquelarre,
el cuerpo se queda en casa
Por eso los maridos nunca saben de sus andanzas. Así le ocurrió a un hombre de Velle-Cesures (A Coruña), hasta que un amigo le reveló las aventuras de su cónyuge: “Vigila de noche a tu muller porque es meiga”.
No bien hubo oscurecido, el marido hizo ver que dormía; al momento la mujer le puso el trasero en la cara y dijo:
Bendígote meu home
cas cachas do meu cu,
que en canto vou a Sevilla
durmes tu.
Te bendigo marido
con las nalgas de mi culo,
que mientras voy a Sevilla
duermes tú.
El marido que ya tenía preparada una azada escondida para el caso, la agarró y le propinó una paliza tremenda mientras manifestaba:
Bendígote miña muller
co rabo de miña aixada,
para que no volvas a poñer
o cu na miña cara.
Te bendigo esposa mía
con el rabo de mi azada,
Para que no vuelvas a poner
el culo en mi cara.
Son pues los espíritus los que viajan, se creía así que había desdoblamiento de la personalidad de la meiga que al regresar volvía a juntarse cuerpo y espíritu. Por eso pueden salir por la chimenea o por un agujero cualquiera, incluso por el de una cerradura.
Historia de las dos mujeres y el párroco
Había una vez dos meigas que se metían siempre para salir a hacer sus correrías por el agujero de una cerradura y por la chimenea. El párroco las visitaba todas las noches y siempre a cierta hora le decían que se marchase. Picado por la curiosidad, un día se escondió en cuanto le dijeron que se fuera y observó como se desnudaban y bien untaditas, su doble se escapaba por la chimenea.
El sacerdote decidió imitarlas. Por el camino sintieron sed (por lo visto, los espíritus también la sentían) y se metieron en una bodega. Allí se hartaron de vino hasta tal punto que cuando quisieron salir solamente lo hizo la primera, la segunda quedó atascada en medio del canuto de la chimenea, mientras el cura desde a bajo se desgañitaba a gritos:
¡Ay Jesús, comadre, que culo tiene, por culpa de
él, nos van a descubrir!
No sabemos lo que pasó. Existe una variante en San Mauro (A Coruña), en que el hombre no es un sacerdote, sino un vecino quien pide que un párroco les esconxure (exorcismo o conjuro contra las prácticas brujeriles).
Esconxuro da Quiemada de Foz
(Conjuro de la Queimada de Foz)
Lume, lume, lume
lume espallado ó vento
lume de cara ó mar
lume de cara a montaña,
lume que me has de alumar
Por Brate, pai de Breogán
arde a queimada despois do serán
Bardos que se inspiran alén das nubes
Druidas que rezan de xenollos nas lubres
Rapaza espida das Penas da Salsa
co peine de ouro bótalo cabelo a espalda.
Prombiña branca que representas a morte
apareces noi camiño cando chega a noite.
Rama de fruncho posta polo San Xoán
cacharela que de noite no chan.
Lume de entre as tebras
que as meigas contigo levas
Xarope de meu contento
bulen as meigas no meu pensamento.
Rebrincan as mozas
e xurden as fadas
ledas de que fuxan
as meigas malas
Erguede ben o cazo
Para remexela queimada,
Escádelle ben o alcohol
que non lle quede nada
Tede coidado co limón
que non vos pingüe ó caer
coas chamas da lumeirada
as roupas vos pode arder
Lume espallado ó vento
lume de cara ó mar.
lume de cara a montaña
lume que me has de alumar
Lume que abres as tebras
lume que as meigas contigo levas.
Aguardente de festa enxebre,
non hai galego que non te celebre.
Aguardente das ledicias,
Faime na gorxa as túas caricias.
Fuxide meigas da cachola de trapo
fuxide co vento que ahí vos ben baco
Pola augardente do vagazo
feita con agarimona alquitara
bebe desta queimada
e non deixedes nada
Por Brito e por Brigo
polos Baluros e Tuba de Oretón,
bótadele un grolo de queimada
e non vos fagades remolóns.
Meigas fóra.
Meigas fóra
e bebede desta queimada
que xa vai sendo hora.
Fuego, fuego, fuego
fuego esparcido al viento,
fuego de cara al mar,
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