Ernest Klassen
Jonathan Edwards: Un teólogo del corazón (Simonson)
Prefacio
Introducción
Uno: La historia de la conversión de Edwards
1. El corazón que despierta
2. Locke y el empirismo
Dos: Edwards y el Gran Despertar
1. Vislumbres
2. La justificación solo por fe
3. El brillante valle del Connecticut
4. Triunfo y tragedia
Tres: La imaginación y la visión
1. La imaginación y la epistemología
2. La imaginación natural
3. La imaginación santificada
4. La visión
Cuatro: El lenguaje religioso
1. Problemas introductorios
2. El reto de Locke
3. Limitaciones del lenguaje
4. El lenguaje como causa “ocasional”
5. El sermón
Cinco: El pecado
1. El lenguaje del púlpito
2. El concepto de Edwards del pecado
3. El infierno como visión e imagen
4. “Pecadores en manos de un Dios airado”
Seis: La salvación
1. Preludio
2. La gracia y la salvación personal
3. La naturaleza y la historia
4. La gloria de Dios
Conclusión
Apéndices por Ernest Klassen
Apéndice 1 – Edwards y su relevancia para el avivamiento en el contexto latino
Apéndice 2 – Descubriendo la vida de Jonathan Edwards
PRÓLOGO por DR. KENNETH MINKEMA
Es infrecuente que se pueda decir esto de un libro, pero lo que tiene usted entre las manos es un instrumento tremendamente útil para beneficiar tanto a su intelecto como a su espíritu. Habla de Jonathan Edwards, un teólogo norteamericano del siglo XVIII, un personaje que ha conformado en gran medida la vida intelectual y religiosa de muchas personas hasta nuestros tiempos, y que ha influido en ella. Aunque Edwards, encuadrado en una época, un lugar y una tradición concretos, puede parecer una figura muy lejana para muchos lectores de habla hispana, el vigor y la relevancia de su pensamiento hacen que resulte atractivo para creyentes que proceden de diversos trasfondos.
En este estudio, el profesor Simonson se centra en diversas maneras esenciales para comprender y describir el camino a la salvación tal como lo expuso Edwards, incluyendo la narrativa, la experiencia y, un rasgo aún más distintivo de Edwards, “los afectos”. El lenguaje es el medio por el que transmitimos a nosotros mismos y a otros cuál es nuestro estado religioso, forjando así un contexto emocional; el propio Edwards fue un factor esencial para reformular el lenguaje religioso antiguo dándole una forma nueva y moderna de auto-revelación. La experiencia, junto con las Escrituras y la razón, fue para Edwards uno de los pilares de la vía del conocimiento. Por medio de la experiencia de la gracia, los peregrinos tienen un “sentido”, un sentido nuevo, un sentido espiritual de la realidad de las cosas divinas, un conocimiento regenerado que está por encima de lo que puedan saber las personas “naturales”. Y mientras que muchos teólogos colocan la mente o las emociones en una posición primordial como canal de la experiencia religiosa, Edwards consideraba que es toda la persona, combinando el corazón y la mente como afectos, la que participa de toda experiencia religiosa genuina.
Confío en que esta introducción a los paradigmas de Edwards transmitirá algunos de los conceptos esenciales de su visión, hasta tal punto que usted se sienta lo bastante intrigado como para leer sus obras. Le prometo que será un viaje tan desafiante como gratificante.
Dr. Kenneth Minkema
Jonathan Edwards Center Universidad de Yale
PRÓLOGO por DOUGLAS A. SWEENEY
Me alegra mucho ver la traducción al español de esta obra clásica sobre Edwards y el corazón del cristiano, porque nos enseña mucho sobre lo que quiere hacer Dios en nosotros por medio del Espíritu Santo.
Como leerá en las páginas siguientes, Jonathan Edwards enseñaba, basándose en las Escrituras, que cuando Dios convierte a los pecadores, lo más importante que hace es renovar sus corazones. Les llena de su Espíritu; altera sus “afectos”. Insufla en sus almas el anhelo profundo de caminar con Él, de conocerle mejor y de honrarle en todo lo que hagan.
De modo que cuando Edwards aconsejó a las personas sobre la posición que tenían delante de Dios, no les habló principalmente de los aspectos externos de la religión. Les preguntó qué cosas amaban, cómo deseaban invertir su tiempo, a qué aspiraban en la vida. De hecho, el núcleo central de sus 35 años de ministerio pastoral se centró en ayudar a las personas a discernir la obra del Espíritu en sus vidas, transformando sus deseos y reordenando sus amores.
Edwards afirmaba que Dios está activo, de una forma real y activa, en nuestros quehaceres cotidianos. Además, Dios diseñó a los seres humanos para cooperar en su misión de amor redentor en este mundo. Pero nosotros no podemos hacer esto bien, no podemos vivir conforme a ese plan, sin la ayuda del propio Espíritu de Dios. En realidad, el Espíritu juega un papel esencial en los corazones de las personas que medran en este mundo.
Edwards insistía a los suyos que la conversión es algo real. Puede concedernos un corazón nuevo. Puede mostrarnos la verdad divina. Puede liberarnos de las inclinaciones autodestructivas. Puede ayudarnos a encontrar la plenitud en las cosas que satisfacen verdaderamente. Puede ponernos en contacto con Dios, salvar nuestra alma y hacer que nuestra vida cotidiana sea emocionante e importante. ¿Qué podría ser mejor que esto, entonces o ahora?
Douglas A. Sweeney
Profesor de Historia de la Iglesia y del pensamiento cristiano
Director del Jonathan Edwards Center Trinity Evangelical Divinity School
PRÓLOGO ERNEST KLASSEN
Estoy profundamente agradecido a CLIE por su iniciativa al dar a conocer en español esta obra sobre el pensamiento de Jonathan Edwards como teólogo del corazón, una obra que se publicó originariamente como una serie de reimpresiones sobre la excelencia académica. Edwards es la personificación del dicho “la mente y el corazón van de la mano”. Sin duda, Edwards fue un teólogo brillante que tiene una influencia tremenda en nuestro mundo actual. Pero su concepto del corazón es genuino y profundo, y contiene ideas estimulantes que son muy importantes para quienes pretenden integrar la mente, el corazón y la práctica (la cabeza, el corazón y las manos, o el cerebro, el corazón y la conducta). En mi opinión, su obra clásica sobre los afectos religiosos sigue sin tener rival. Simonson hace un trabajo excelente al presentar a Edwards como un teólogo del corazón. El concepto que tiene Edwards de la conversión y del corazón avivado, su experiencia y sus reflexiones teológicas sobre el Primer Gran Despertar (donde fue tanto protagonista como crítico), además de su visión sobre la gracia y la gloria de Dios, justifican por entero el dinero invertido en este libro.
Edwards habla de conceptos como la belleza y la imaginación santificada de una manera que sigue resultando útil tanto para los académicos como para cualquier otra persona. Su tratamiento del lenguaje y del papel que este juega en los sermones es importante, así como muy útil.
Me siento honrado porque CLIE me haya solicitado que presente al mundo hispanohablante el pensamiento de Edwards; encontrará mi aportación en los dos apéndices de esta obra. En el primero intento demostrar su importancia para una comprensión más plena del avivamiento. Edwards, por sus cualidades de equilibrio, apertura y sabiduría, resulta especialmente útil para quienes anhelan un tipo de avivamiento que refuerce los valores esenciales de la Reforma. En el segundo apéndice he tenido la intención de destacar algunas de las maneras únicas en las que Edwards habla al mundo de habla hispana moderno. Creo que Edwards es especialmente importante para ese ámbito en asuntos tales como la relación entre mente y corazón, el valor que tiene ministrar juntos como pareja y su pasión por la gloria de Dios. Confío en que mis reflexiones sobre la relevancia que tiene Edwards para los líderes hispanohablantes le estimulen a leer las obras de Edwards. No es “de lectura fácil”, pero se verá más que compensado por perseverar y analizar las consecuencias que tiene su pensamiento para su vida y para su esfera de influencia.
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