Salvadora comenzó a escribirle cartas a Radowitzky y a tejerle medias de lana. Al poco tiempo fueron amigos y se trataban como hermanos. Si la distribución de la riqueza estaba demorada, una vez que se hicieron ricos con Botana, puso el dinero en circulación y traficó influencias para ayudar a los compañeros. “Se sabía” que cuando Apolinario Barrera llegaba a la redacción de La Protesta con la plata que faltaba para imprimir el diario, venía de Salvadora. Ella lo hizo nombrar capataz general de Crítica. No sorprende, entonces, que fuera él uno de los que intentó fugar a Radowitzky de Ushuaia y que el costo de la aventura corriera a cuenta de la gran financiadora del anarquismo.
El encierro que vivió Simón hubiera desequilibrado a cualquiera. El aislamiento como castigo, las torturas en cada aniversario del atentado, el control como hostigamiento, las palizas nocturnas, el régimen del terror y las violaciones. En 1918 Marcial Belascoain Sayós publicó en la editorial de La Protesta el folleto “El Presidio de Ushuaia. Impresiones de un observador”, en el que denunció las torturas y los delitos sexuales contra el penado 155 en “La Sodoma fueguina”. Es que, desde Rosas en adelante, como podemos leer en El Matadero de Esteban Echeverría, la violación fue una de las formas del castigo, una vía de conquista del cuerpo por un poder. Tanto en El Matadero como en Amalia, de José Mármol, la violencia desbalancea la tensión entre barbarie y civilización en forma de intromisión de afuera hacia adentro, de las masas informes sobre el poeta o sobre la casa deshecha, de la carne sobre el espíritu.61
En la literatura, y en función de un proyecto de nación, se establece a partir de esa violencia qué cuerpo porta una virtud que es violada por la barbarie. Fuera de la literatura hay una invasión civilizatoria, porque si en El Matadero las masas bárbaras toman el cuerpo del joven unitario, sobre los detenidos políticos lo que cae es la ley y la restauración de un mandato de obediencia. Considerados ellos como bárbaros, irrumpe el orden que no respetaron en forma de sometimiento sexual: desvirilizar para sojuzgar, feminizar para dominar. Es un delito de género y por tanto político.
Belascoain Sayós escribió en clave: “Vayan a ti en estas líneas compendiados los afectos de los seres que te aman; de los que comienzan a preparar el magno acontecimiento de volverte a la vida arrancándote de la ferocidad de los criminales carceleros”.62 Seis meses después partió de Punta Arenas Apolinario Barrera con la pequeña tripulación del cúter Sokolo, un tipo de barco de un solo mástil, y echaron anclas el 5 de noviembre en Ushuaia. El 7, Simón saltó por la ventana del taller de hojalatería, vestido de guardiacárcel. La capa arrugada le tapaba media cara, en el apuro había dejado una pierna del pantalón adentro de la bota, y la otra, afuera. El centinela lo miró con desconfianza, pero no dio la voz de alto. La travesía hasta su recaptura duró 23 días.
Salvadora no se daba por vencida. Por lo bajo financiaba los planes de fuga, pero también le pedía a Hipólito Yrigoyen que lo indultara. “El Peludo” la llamaba “La Divina Dama” y ella le pedía favores y puestos para sus protegidos.
–Don Hipólito –pidió Salvadora–, le cambio el escándalo de Rosario por la libertad de Radowitzky, pero usted no me lo deja en Buenos Aires porque la Liga Patriótica le puede hacer algo.63 Lo indulta y me lo manda a Montevideo.
En Rosario las huelgas del transporte iban a terminar de la peor manera. Los chauffeurs y los guardas de ómnibus que estaban con las medidas de fuerza venían agarrándose a los tiros con los carneros de la patronal que conducían los vehículos.64 En abril el diario Santa Fe pronosticó una inminente huelga general y el agravamiento del conflicto.
Ella recordó ese momento: “Me fui sola a Rosario. Dormí esa noche en el hotel Italia y a la mañana me reuní con los compañeros y les propuse el trato”.65
El 15 de abril de 1930 Simón telegrafió a Salvadora: “Salgo hoy Montevideo. No entiendo lo que pasa”. Había llegado el indulto.
Crítica lo anunció como un “Triunfo del Pueblo. Triunfo de Crítica”.66 El periodista Eduardo Barbero Sarzábal estaba desde enero en Ushuaia y sus notas eran parte de la campaña del diario por la liberación. El 28 de abril Crítica reprodujo el telegrama “De la madre de Radowitzky” desde Chicago: “Congratulations answer will you come here and when family anxious see you. Mother”.67 Una vez que el presidente Hipólito Yrigoyen firmó el decreto de indulto y destierro, Simón siguió libre, pero en un calabozo, a la espera de un barco que lo sacara de la isla. Nunca sospechó que afuera era una causa popular. Los vecinos de Tierra del Fuego “lo invitan a sus respectivas casas”,68 juega partidos de football entre los otros indultados y un cuadro local,69 en los recreos de la escuela está con los niños, “para los que se ha convertido en una figura simpática”.70
El barco llevó a los indultados directamente a Montevideo. Desde allí Simón le escribió a Salvadora:“Hoy fui a ver a un médico, me revisó bien, dice que los pulmones están muy bien y el corazón... muy sano... hasta cierto punto se quedó admirado de que mi corazón esté sano, como el médico es de confianza casi casi le digo quién me curó el corazón”.71
A la ligera Salvadora pasaría como una escritora anarquista pero no es del todo exacto. En el anarquismo encontró la excusa para su propia radicalidad. Jean-Paul Sartre dio una pista involuntaria sobre Salvadora en el prólogo a El retrato del aventurero, de Roger Stéphane.72 Salvadora fue la aventurera, antes que la militante; fue la agitadora, la entusiasta, pero no sometió su individualidad a un colectivo. La aventurera destaca su heroicidad en la acción: “Los militantes han de recoger la herencia de las virtudes aventureras”, recomienda Sartre.
Para la escritora Emma Barrandeguy, fue una anarquista con collar de brillantes porque para mediados de la década de 1930 tenía amigos que habían quedado de la época de juventud y mantenía vínculos con los hijos de estos, pero sus nuevos amigos ya no eran anarquistas. Para su hija, China, era un personaje extraño, “mucha izquierda y mucha ropa cara”.73
1La escena fue reconstruida con Gloria Machado Botana y la denuncia del diario El Líder.
2Entrevista telefónica a Georgina Botana, 2003.
3Carlos Mastronardi: Memorias de un provinciano, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1967, p. 40.
4Ib.
5Ib.
6SMO: “A caballo, a pie, a nado y en bote”, Fray Mocho, 6 de marzo de 1914. Agradezco las conversaciones con Rodrigo Álvarez que alumbraron este apartado.
7Juan L. Ortiz: “Gualeguay” en Obras completas, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2005, p. 472.
8Emma Barrandeguy, citada en el hermoso artículo de Agustín Alzari: “Ese otro Ortiz: Juan L. en revista Claridad”, Orbis Tertius, vol. 15, núm. 16, 2010. Alzari también da cuenta de la coincidencia de Salvadora con Juan L. en la sección “Poemas”, del número del 26 de abril de 1930, de la revista Claridad.
9Lucía de Leone rescató y prologó este libro y Almafuerte para la colección Las Antiguas, dirigida por Mariana Docampo, de la editorial cordobesa Buena Vista.
10SMO: “A caballo, a pie, a nado y en bote”.
11Ib.
12SMO: “Luna amiga” en La rueca milagrosa, Buenos Aires, Tor, [1921], p. 98.
13La obra apareció publicada el 1° de febrero de 1914. Nuestro teatro, Revista quincenal de crítica y producciones teatrales,Buenos Aires, año I, núm. 9.
14SMO: “Imitación de Ada Negri”, La Protesta, 16 de enero de 1914.
15E. Marchini: “Sobre una nueva poetiza” [sic], La Protesta,11 de enero de 1914.
16La obra apareció publicada el 1° de febrero de 1914. Nuestro teatro, Revista quincenal de crítica y producciones teatrales, año I,núm. 9.
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