Dudo que resolvamos a corto plazo el problema del oportunismo de los artistas o que podamos acortar los rodeos que estos deben dar para evitar que el público invierta el significado de su obra. Es posible que la autoría colectiva sea el modo adecuado de esquivar algunas de las trampas del yo puestas por el mundo del arte. (Curiosamente, algunos recién licenciados de la FSW que trabajan en equipo han criticado a los artistas de la facultad por no hacerlo.)
A pesar de lo dicho, todas las mujeres de las que he hablado, y muchas otras, siguen realizando una obra importante. Con frecuencia, dicha importancia estriba en que señalan uno de los principios en los que insistía el feminismo de los años setenta: que la sociedad está impregnada de un poder opresivo en todos los niveles de acción, y que la interdependencia de lo «público» y lo «privado», de lo «exterior» y lo «interior», no es ilusoria sino real.
(1977)
WHAT'S YOUR NAME, LITTLE GIRL? [¿CÓMO TE LLAMAS, PEQUEÑA?]
Traducción de Gemma Deza Guil
Guion para una performance radiofónica transmitida por la emisora KPFK de Los Ángeles. La genealogía de nombres, tanto ingleses como castellanos, demuestra que la mayoría de los nombres femeninos son modificaciones, sean abreviaciones o versiones extravagantes, de nombres masculinos 22.
Título: ¿Cómo te llamas, pequeña?
Nombres.
INTÉRPRETES:
Voz masculina – lector urbano – nombres de hombres
Voz femenina – lectora urbana – nombres de mujeres
o viceversa
Voz femenina – «ponente» polémica
ATREZO/MATERIAL:
Hojas con nombres y tambor rotativo o generador de personajes
Título y tarjetas de biblioteca
Escenario: Lectura de los nombres masculinos y femeninos siguiendo el guion. A medida que se van leyendo aparecen en pantalla. Tras lo que se antoja una retahíla «inacabable», una voz más polémica (femenina) interrumpe leyendo su ponencia. Otra voz, masculina o femenina (posiblemente la misma que lee los nombres de mujer), puede formular las preguntas oportunas.
HERMENÉUTICA O INTERPRETACIÓN DE LOS NOMBRES PROPIOS
Poner nombre es un ejercicio de arte minimalista, de arte abstracto, más aún: de arte manierista, de arte simbolista. Es un arte basado en la representación, en palabras con significado, pero que niega su significado; se sustenta en una trama de estilos y asociaciones al tiempo que rechaza y se avergüenza de las especificidades que denota. Poner nombre a alguien es una poesía con una sólida referencia social sometida a todos los cambios de moda. Dar nombre a alguien es el arte de vestirlo, de otorgar a esa nueva personita o persona en ciernes, al futuro adulto, un traje social permanente tan caracterizador como la túnica de José o un pantalón de peto.
LA RETÓRICA DEL NOMBRE
El nombre anuncia a la persona al mundo social, al grupo. Reivindica a la persona para el grupo y la ata a este. Efectúa las incisiones siguientes en el patrón total de la identidad: la más contundente de ellas es definir el género, seguida por la definición del grupo étnico, del momento del nacimiento y, con frecuencia, de la religión, la clase social y la raza, a todo lo cual se suman las alusiones a heroínas y héroes ficticios, políticos y religiosos, y la sensibilidad o la necedad de los progenitores o quien quiera que sea quien bautice.
EL BAUTIZO COMO ARTE DENOTATIVO ABSTRACTO
En el que la ortografía primero y la caligrafía después asumen el papel de la floritura barroca, del volante de encaje. Así ocurre en la sustitución de la «I» por la «Y» o de la «S» por la «SS», como en S-U-S-Y o V-A-N-E-S-S-A. En la multiplicación de letras para rellenar el nombre, para completarlo y concretarlo, para suavizarlo, un correlato de la carne adicional considerada parte esencial de la mujer: VIVIENNE, LOUISETTA, DEANNE.
Las florituras ortográficas, el redondeo de las letras, el punto sobre las íes con circulitos: pequeñas burbujas simbólicas vacuas, afirman algunos, de la feminidad.
La ortografía y la caligrafía se aúnan en oposición al estándar «masculino» de rectilinealidad, firmeza, energía y economía: J-O-H-N, no J-O-H-N-N-E; L-E-N-N-Y, no L-E-N-N-Y-E ni L-E-N-N-I-E; S-A-M, no S-A-M-M-E; Jack, no Jacqueline ni Jacquenetta.
PARA QUÉ SE USA EL NOMBRE
Los nombres tienen una función privada
una función familiar
una función social
una función política
Los nombres propios son entidades lingüísticas funcionales. Su mensaje se dirige en parte al exterior, a la familia, al grupo y a la sociedad en su conjunto, y en parte al interior, a la persona que porta el nombre.
Un nombre propio tiene varias capas de significado, la menos importante de las cuales es el significado literal de las palabras y las partículas que lo componen.
¿CUÁL ES LA FUNCIÓN PÚBLICA DE UN NOMBRE PROPIO?
El nombre te identifica ante las autoridades civiles de toda índole, pero el nombre es una identificación «flexible», no absoluta, a diferencia de un número, por ejemplo, que es una identificación «rígida». Ahora bien, los nombres se complementan fácilmente con números y con características identificativas aún más absolutas, como las huellas dactilares y las huellas vocales.
El «significado» público de tu nombre propio es que funciona como tu identidad virtual, y el nombre suele bastar como identificación para la mayoría de los cometidos humanos de la vida cotidiana, a diferencia de lo que sucede en el caso de trámites administrativos o burocráticos de otra índole.
¿Cuál es la función privada de un nombre propio?
El nombre también sirve para que uno se identifique consigo mismo, a partir del primer momento en el que su identidad empieza a forjarse. Consideramos los nombres propios parte del «yo». Además de indicárselo a los demás, tener un nombre te indica a ti que eres un individuo. Asimismo, sus sonidos familiares te vinculan a una comunidad lingüística.
Los publicistas han llevado la teoría del nombre concebido como el aura de la cosa hasta el paroxismo y han llegado a invertir millones en desentrañar el nombre mágico que sostendrá la «imagen» que han inventado para envolver los productos que comercializan. La realidad del producto en sí queda relegada a una idea en segundo plano frente al poder del nombre y sus adornos.
Los anunciantes consideran el nombre parte del «alma» de los artículos comerciales.
Y nosotros hemos aprendido a contemplar los nombres propios como parte del alma de las personas.
«Washington» es un nombre sólido y formal, paternal incluso.
«Samantha» es romántico.
«Ramona» exuda un patetismo exótico.
«Jasón», «Josué» y «Jonathan» son íntimos y nostálgicos, héroes de antaño de la Edad de Oro.
«Bret» y «Bart» tienen una firmeza anglosajona al estilo del Oeste.
Iris, Alba, Aurora, Rosa, Esmeralda, Begoña, Coral, Mar, Rocío, Valle, Abril, Juno sitúan a las mujeres en el mundo natural, con las rocas, las piedras y los árboles. Las mujeres son parte de la naturaleza. Así lo demuestran sus nombres, ¿no es cierto?
Nuestra cultura permea para implantar y determinar esos significados en el seno de una persona como un método de convertir a la persona en el «hombre» deseado y en la «mujer» deseada. Y lo mejor de todo es que te cubre como una segunda piel. Y crece contigo.
CÓMO CREAR UN NOMBRE DE MUJER
Busca un hombre, ya sea real o ficticio, un religioso, un personaje de una novela o alguien por el estilo, y retoca su nombre para que suene «femenino». Feminízalo. Añádele una a, ine, ina, ette, etta, eta, ita, itha, elle, ella, ela, ille, illa, ila, inde, inda, ie, ye o ia.
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