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© 2020, Elena López
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Silvia Vallespín
Corrección
Florencia Perez Noguera
Diseño de cubierta
Vasco Lopes
(Imagen de la cubierta basada en
ilustración de Croisy / Shutterstock)
Maquetación
Vasco Lopes
Primera edición en formato electrónico: Abril 2020
ISBN:978-84-18013-19-5
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dedicatoria
A cada uno de mis lectores que me han brindado
su apoyo desde el inicio.
A los que hace poco han llegado y se han quedado.
A mi hermano, Francisco Javier; cada logro será para ti,
hasta el cielo.
Prólogo Prólogo Cuando Kairi Baker arriba a Banff, asegura que su vida se sumirá en una rutina aburrida en aquella pequeña ciudad rodeada de bosques; sin embargo, Donovan Black irrumpe en su burbuja de tranquilidad y monotonía. No obstante, ese no es su mayor problema, sino los acontecimientos que comienzan a rodearla, los cuales terminan con su tranquilidad. Secretos la rodean; una venganza la condena; la magia a su alrededor acaba con todo lo que conocía y la sumerge a un mundo sobrenatural, lleno de leyendas y seres antiguos que podrán ser su salvación y también su única esperanza.
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
Epílogo
Prólogo
Cuando Kairi Baker arriba a Banff, asegura que su vida se sumirá en una rutina aburrida en aquella pequeña ciudad rodeada de bosques; sin embargo, Donovan Black irrumpe en su burbuja de tranquilidad y monotonía.
No obstante, ese no es su mayor problema, sino los acontecimientos que comienzan a rodearla, los cuales terminan con su tranquilidad.
Secretos la rodean; una venganza la condena; la magia a su alrededor acaba con todo lo que conocía y la sumerge a un mundo sobrenatural, lleno de leyendas y seres antiguos que podrán ser su salvación y también su única esperanza.
CAPÍTULO 1
—Vamos, Kairi, se te hará tarde —la escuché gritarme con voz ansiosa y desesperada desde algún punto de la casa.
Resoplé, cogí la mochila y bajé corriendo los escalones, haciendo crujir la madera bajo mis botas.
En menos de un minuto llegué a la planta baja, arrojé la mochila sobre el sofá y me dirigí a la cocina, donde mi hermana mayor estaba sirviendo el desayuno con gesto enérgico. Era obvio que se encontraba nerviosa, y esa era su manera de dejarlo entrever.
—Buenos días, Maddy —saludé y la ayudé a poner la mesa. Aunque no era gran trabajo, solo éramos ella y yo en esa casa.
Acomodé los platos, los vasos y una taza de café para Maddy; entretanto, ella comenzó a servir los huevos con tocino para luego verter el jugo de naranja en nuestros vasos de cristal. Finalizó con un poco de café; ella lo necesitaba para mantener energía. Simplemente, si no tomaba café, su día no era bueno.
Me senté y la esperé, observándola moverse por la cocina rápidamente; los mechones de su cabello castaño, casi oscuro, se oscilaban de un lado a otro por su rostro mientras ella lo apartaba. Usaba una blusa rosa pastel de botones blancos que mi padre le había regalado. Pese al tiempo que tenía, se seguía manteniendo en buen estado, aunque podía asegurar que ella buscaría la forma de remediar cualquier desgaste que tuviera. Maddy amaba esa blusa.
—¿Estás nerviosa? —me preguntó de pronto sentándose frente a mí, sin mirarme a la cara. Su atención estaba puesta sobre el periódico mientras llevaba el cubierto repleto con comida a la boca, la cual masticaba con prisa, atenta a lo que leía.
—No —respondí despectiva imitándola con los cubiertos.
—Me alegro; ya verás que te irá bien —afirmó. Me dedicó una leve mirada; sus ojos chocolate se achicaron y nuevamente se posaron en el periódico.
Hice una mueca que ella no vio. Al menos, eso esperaba.
Todo era tan diferente allí, tan pequeño y verde, que me daba la impresión de que todos vivían dentro del bosque. Acabábamos de mudarnos a Banff, en la provincia de Alberta, Canadá, que, a decir verdad, era más un pueblo con gran turismo debido a las diferentes atracciones que tenía. Había dejado mi vida en Chicago atrás, ya que el trabajo de mi hermana así lo solicitaba, y no podíamos darnos el lujo de mantener dos casas y mis estudios en el colegio. Eran gastos que, por el momento —y aunque quisiéramos—, no podíamos costear.
No contábamos con más familia: nuestro padre había fallecido hacía dos años y la mujer que me había dado la vida se había largado en cuanto yo había llegado al mundo. Nunca habíamos sabido nada más de ella, y en realidad no hacía falta el saberlo. Éramos nosotras dos contra el mundo, y estaba bien: siempre nos mantendríamos unidas.
Maddy era mayor que yo, una doctora especializada en pediatría, graduada un poco antes de que papá falleciera. Yo, por mi parte, cursaba el tercer semestre de preparatoria y esperaba seguir los pasos de mi hermana.
—Sí, bueno, creo que es hora de irnos —dije mirando mi reloj, sin prestarle atención al plato medio vacío que había dejado. Ni siquiera tenía apetito. Me encontraba un tanto nerviosa y ansiosa, como si presintiera algo. Aunque debía de ser lógico; iba a enfrentarme a un entorno totalmente distinto al que había estado acostumbrada.
—Claro —aceptó poniéndose de pie. Ella sí que había acabado el desayuno. No sabía a dónde iba toda esa comida que ingería; por más que ella comiera, Maddy nunca subía de peso. Era muy delgada, más de lo que ella quisiera, pero no dejaba de verse bonita con esas facciones finas que heredó de algún familiar.
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