Holly Ordway - Dios no va conmigo

Здесь есть возможность читать онлайн «Holly Ordway - Dios no va conmigo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dios no va conmigo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dios no va conmigo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta no es la historia de una chica que tuvo un sueño, que vio la luz y al día siguiente se levantó de la cama cantando alabanzas al Señor, tan renovada como quien sale de las aguas del Jordán. Tampoco es el relato de una joven conversa que nos cuenta sus vivencias para justificar su fe y llenarse de razones, en su opinión apabullantes, para que todos creamos en Dios.
Esta es la historia de una académica, una intelectual sin influencias religiosas evidentes de ninguna clase, que llega a un momento de silencio interior en su vida sin que medie ninguna situación especialmente traumática y se plantea el interrogante, con mayúsculas, al que se enfrenta el ser humano: ¿qué hay después de la muerte?

Dios no va conmigo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dios no va conmigo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

¿Qué creía yo, entonces?

Pues sostenía que yo era producto de la obra del ciego azar a lo largo de millones de años, miembro de una especie que resultaba ser más inteligente que los demás mamíferos, pero no era única. Creía ser una criatura social porque así era como evolucionaban los seres humanos; el lenguaje con cuyo uso me deleitaba no era más que una herramienta que los seres humanos habían ido desarrollando por el camino.

De haber sido coherente, habría abrazado las teorías de la crítica literaria que trataban los relatos y los poemas como juegos lingüísticos sin un sentido fuera del propio texto, o que declaraban que el propio lenguaje era en sí contradictorio y carente de sentido, pero no lo hice; uno de los motivos de que escribiese mi tesis doctoral sobre el minusvalorado género de la fantasía era que deseaba evitar aquel tipo de teoría literaria y quedarme con una interpretación de los libros más tradicional y basada en el sentido. Aunque al hacerlo contradijese los principios que apuntalaban mi ateísmo, traté el arte, la música y la literatura como su tuvieran un verdadero significado. Me guardé muy bien de pensar en los motivos por los que lo hacía.

No creía que los seres humanos tuviesen un alma. Pensaba que cuando yo me muriese, mi conciencia se apagaría sin más y que la única inmortalidad que me aguardaba era la de el deterioro de mi cuerpo y el retorno de sus átomos constituyentes para que otros seres vivos se valiesen de ellos; a veces incluso pensaba que tal perspectiva era un consuelo y era bella. De manera vaga pensaba en la condición de persona en los términos en que la definen la conciencia del yo y la inteligencia, aunque sí me parecía que aquella postura planteaba cuestiones perturbadoras. Pensaba que el aborto era aceptable, pero ¿por qué era aquello tan distinto del infanticidio? Si lo que constituía una verdadera persona eran un cuerpo y una mente funcionales, ¿tenían algún sentido, siquiera, las vidas de las personas seriamente discapacitadas, física o mentalmente? Una vez desaparecida la actividad mental, ¿tenía una persona derecho a la vida? Un día me sorprendí a mí misma pensando de manera favorable sobre la eutanasia para las personas con mayor grado de discapacidad. Aunque me eché atrás inmediatamente al respecto de aquella idea, me hizo sentir inquietud el hecho de habérmela tomado en serio aunque solo fuera un momento. Era consciente de que había algo en el razonamiento que conducía a ideas como aquella que no me cuadraba en absoluto, pero prefería no pensar en el motivo.

Todas mis opiniones articuladas de manera consciente venían respaldadas por la misma premisa: no hay un Dios, no hay un sentido último más allá de nosotros mismos.

Si nuestra vida no tiene un verdadero sentido, ¿qué sentido tiene vivirla? Este problema ya lo había reconocido allá por la época del instituto. Recuerdo estar en clase de Latín en segundo año, leyendo a algunos de los poetas más filosóficamente desconsolados, y preguntarle al profesor que, si les parecía que la vida no tenía sentido, ¿por qué no se suicidaban sin más? «Muchos de ellos lo hicieron», me respondió el profesor.

Aun así, creía que era posible y deseable ser una buena persona (dejemos a un lado la cuestión de la procedencia de mi criterio de bondad ). Pensaba que merecía la pena vivir la vida aunque fuera difícil. ¿Cómo podía ser de ese modo y aun así carecer de sentido?

El ateísmo conduce al autoengaño o a la desesperación cuando se vive de manera coherente. El sentido construido por uno mismo no es más que un recurso provisional: solo es real de la misma manera en que un decorado del castillo de Elsinore es un lugar real. Uno puede suspender la incredulidad mientras se está representando Hamlet , pero en algún momento habrá que salir del teatro. ¿Qué se hace cuando uno reconoce que ayudar a los demás, hacer buenas obras y amistades no constituye sino un decorado y unos trucos de luces?

Era tentador convertir el ateísmo en una causa de mayor alcance en beneficio de la humanidad. Tal vez mereciese la pena dedicar la propia vida a la creación de un mundo sin religión, placenteramente libre de las cadenas de la superstición. Esa es la imagen que John Lennon capta en Imagine , y es hermosa… mientras te esfuerces en no pensar demasiado en serio sobre ella. Tal y como lo expone Francis Spufford:

Pensemos en ese monumento al pomposo artificio estético que es Imagine: es sin duda el «pequeño poni» de las declaraciones filosóficas […]. Imagina que no hay un cielo. Imagina que no hay un infierno. Imagínate a todo el mundo viviendo la vida en… ¿Cómo? ¿Perdone? ¿Que quitemos la religión de la foto y todo el mundo se pondrá a vivir en paz de manera espontánea? No sé qué pensarás tú, pero en mi experiencia la paz no es el estado natural del ser humano a falta de otro.

Me bastaba con mirarme y con echar un vistazo a la gente que me rodeaba para reconocer la ira, los celos, la inseguridad, la envidia, el desprecio, el egoísmo, el temor y la avaricia que hundían sus profundas raíces en la tierra de ser humano. Se me antojaba que una aceptación universal del ateísmo dejaría a la gente con los mismos problemas de antes, si no peores (no desconocía que el historial de derechos humanos de los países dogmáticamente ateos, digamos, dejaba mucho que desear). Conocía la diferencia entre la imaginación y hacerse ilusiones. El ateísmo podría ser cierto, pero fingir que era una causa humanitaria no ofrecía ninguna solución a mis problemas.

¿Qué hacer?

Cuando la alternativa es sucumbir a la oscuridad, parece que merece la pena probarlo todo. En su poema La playa de Dover , Matthew Arnold se sitúa ante un mundo en el que la belleza y el sentido han resultado ser meros deseos y falsas esperanzas:

El mundo, que parece

extenderse ante nosotros como una tierra de ensueño,

tan diversa, tan bella, tan nueva,

en realidad carece de gozo, de amor, de luz,

de certeza o de alivio del dolor;

y aquí estamos como en un páramo que oscurece,

barrido por el confuso griterío del forcejeo y la huida,

donde unos ignorantes ejércitos se enfrentan en la noche

Ante esta triste visión, exclama: «¡Oh, amor, seamos sinceros / el uno con el otro!». Para alguien joven y con aspiraciones románticas, esto tiene pinta de ser una buena solución. El único problema es que cualquier pareja en la que sus miembros se apoyen únicamente el uno en el otro para su plena realización y su sentido se ahogará sin duda, como dice Shakespeare, «como dos nadadores exhaustos que se aferran el uno al otro / y traban su destreza».

En cuanto a mí, traté de mantener la oscuridad a raya buscando el sentido en actividades que consideraba que merecían la pena: la enseñanza, apreciar la literatura, ganar torneos de esgrima, escribir un libro, ahorrar e invertir dinero. Todas estas cosas era buenas en sí mismas, al menos hasta cierto punto, y no había ninguna desventaja obvia en buscar en ellas el sentido de mi vida.

Y, aun así, me dedicara a lo que me dedicase, nada me satisfacía. Quería ser una buena profesora, pero me daba la sensación de que mis alumnos no cooperaban. Quería que fuesen agradecidos y lo valorasen, pero en cambio estaban demasiado necesitados y exigían una paciencia y un autocontrol y preocupación que superaban la capacidad de lo que yo podía dar. Me sentí frustrada; rehuía mis responsabilidades y las dejaba en manos de mis colegas; me ofendía con la mala conducta de mis alumnos. Un día me sorprendí a mí misma gritando encendida de ira a unos alumnos de primer año que no querían dejar de hablar en el aula simplemente porque no les daba la gana. Con una claridad terrible, vi y desprecié a la persona en que me estaba convirtiendo, y me sentía incapaz de detener aquel cambio.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dios no va conmigo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dios no va conmigo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Charles Dickens
Mary Balogh - Cásate Conmigo
Mary Balogh
Holly Black - Valiant
Holly Black
Mariolina Ceriotti Migliarese - Cásate conmigo... de nuevo
Mariolina Ceriotti Migliarese
Ignacio Larrañaga Orbegozo - Sube conmigo
Ignacio Larrañaga Orbegozo
Paula Escalera Fernández - Quédate conmigo
Paula Escalera Fernández
Holly Jacobs - A Father's Name
Holly Jacobs
Отзывы о книге «Dios no va conmigo»

Обсуждение, отзывы о книге «Dios no va conmigo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x