¿Puedes ver cómo somos iguales a Pedro y Saúl? Por un lado sabemos que Dios es poderoso y está lleno de amor para nosotras, pero por el otro lado nos encontramos frecuentemente vencidas por el temor a los que nos rodean. Parece que en esta área en particular estamos llenas de contradicciones. Podemos descuidar las oportunidades de testificar a los demás o preocuparnos más por lo que nuestros compañeros de trabajo piensen que por lo que Dios piense. Todos los verdaderos cristianos anhelan tener vidas que resplandezcan brillantemente ante los demás, pero cuando se trata de realmente encender la luz, nos encontramos con frecuencia ocultándonos como Saúl o negando incluso que conocemos al Señor, como Pedro. Ya que el temor al hombre es una trampa común y molesta, la estudiaremos con más detenimiento en el capítulo 5.
De Cobardes Reacios a Héroes Fieles
Como puedes ver, hasta los grandes héroes de la Biblia como Abraham, Moisés y Pedro no siempre se caracterizaron por una gran valentía. Ahora, no estoy diciendo que todo el pueblo de Dios siempre fue vencido por sus miedos —hay suficientes Danieles, Sadracs, Marías y Pablos en la Escritura para que sepamos que Dios puede cambiar corazones y vidas. En eso te puedes gozar. Pero también puedes tener consuelo en el hecho de que Dios ama llamar a Él al corazón temeroso. Dios ha obrado en las vidas de Sus hijos consistentemente a través de la historia: les ha dado paz en medio de violentas tormentas, valor para enfrentar enemigos abrumadoramente poderosos y confianza al enfrentar acusaciones y persecución. Los ha ayudado a comparecer antes jueces y reyes hostiles. Les ha dado la audacia sobrenatural para “cerrar la boca de los leones.” Si Él puede ayudar a Sus hijos en las circunstancias extraordinariamente difíciles descritas en la Biblia, te puede dar tranquilidad y gozo para enfrentar las presiones diarias que amenazan con aplastarte. ¿Por qué Dios se deleita en ayudarnos a ser hijas fieles, llenas de paz y confianza, hijas que se apoyan en Su fortaleza? Porque cuando Él cambia corazones como los nuestros en corazones como el Suyo, Él recibe alabanza y gloria. Cuando descubrimos que podemos caminar en paz a través de las situaciones que antes nos aterrorizaban, nuestros corazones se desbordarán de gratitud y agradecimiento—y eso trae gozo a Dios. Sólo Él puede cambiar los corazones que están frecuentemente abrumados por el temor en corazones dominados por Su poder y valentía y es Su deleite hacerlo.
Para Una Reflexión Más Profunda
1. ¿En qué maneras eres como Adán y Eva, Abraham y Sara, Moisés, los israelitas, Saúl y Pedro?
2. ¿Cómo te ayuda saber que personas reconocidas de la Biblia lucharon de la misma forma en que tú lo haces?
3. ¿Crees que es posible que Dios te cambie como cambió a otros?
4. ¿Cuáles son los miedos que tienes sobre la obra de Dios en tu vida?
5. ¿Por cuáles cambios puedes orar ahora mismo?
Capítulo 3 Reemplazando Tus Temorescon el Poder de Dios
“La vara de Dios no nos castiga tan severamente
como lo hace la vara de nuestra propia imaginación....” 9—Carlos H. Spurgeon
Como gerente de operaciones de una compañía mediana, la responsabilidad de Gina era supervisar muchas de las relaciones diarias entre sus empleados y los clientes de su compañía. Gina había trabajado mucho para alcanzar su posición de autoridad. Había hecho a un lado su deseo de tener una familia para obtener su grado de maestría y seguir con su carrera. Había pulido, a un alto nivel, sus habilidades para hablar en público. Pero Gina tenía un problema. Aunque sabía que una buena administración implicaba delegar y confiar en otros, cada vez le resultaba más difícil “soltar”. Trabajaba en exceso porque sentía que no podía confiar en que los demás hicieran lo que ella quería que hicieran, estaba estresada y se sentía devaluada. Aunque reconocía que estaba rodeada de trabajadores capaces, simplemente sentía que no podía confiar en ellos. Temía que si no supervisaba cada detalle del negocio la despedirían y eso significaría, a su vez, que era una fracasada.
Su miedo también hacía que respondiera a la defensiva cuando alguno de sus subordinados sugería nuevas maneras de dirigir el negocio. Entonces, cuando le hacían ver que se ponía a la defensiva, respondía poniéndose más a la defensiva y enojándose. Aunque tenía muchos amigos en la compañía, cada vez estaba más aislada porque cuando sus empleados veían el problema y le hablaban al respecto, los acusaba de deslealtad e intentaba echarlos. Con frecuencia en la noche no podía dormir porque se imaginaba que quizá les era antipática o que la traicionarían. Su mente imaginaba horrendas ideas de la vida sin trabajo, la vergüenza de ser despedida o de volverse una “vagabunda” sin amigos. El problema alcanzó su punto crítico cuando sus supervisores inmediatos le dijeron que tenía que cambiar o que sufriría las consecuencias. Había orado de todo corazón por su problema, pero parecía que cada vez que se proponía hacerlo mejor, se encontraba en la sala de descanso de las mujeres hablando mal de cualquiera que la hubiera criticado con cualquiera que la escuchara. Las cosas se habían salido de control y cada vez estaba más y más temerosa de que su trabajo estuviera en peligro.
Como cristiana, Gina pensó que podía tener algún tipo de problema espiritual pero no podía descubrir cuál era. ¿Qué estaba pasando en su vida? ¿Por qué escogía tratar a las personas, aunque fueran personas que apreciaba y valoraba, de forma negativa? ¿Había alguna esperanza para ella?
Gina no es la única persona que ha luchado con el miedo en su trabajo. Su miedo surgió de su deseo de sentir que tenía el control. Sentir la necesidad de controlar a otros es algo con lo cual muchas personas luchan, sobre todo las personas que son competentes y ambiciosas. Algunas personas podrían inclinarse más hacia este tipo de miedo porque desde niños aprendieron que nunca podían confiar en nadie que no fueran ellos mismos. Otras podrían tener un alto concepto de sí mismas, pensando que todos los demás son incapaces. Cualquiera que sea la historia o la causa, si eres una persona que cae en esta categoría conoces el estrés y la destrucción que este deseo produce.
En el capítulo 4 vamos a ver con mayor detenimiento los problemas que enfrenta una persona controladora. Pero por ahora, sólo digamos que el deseo de tener el control es algo que se encuentra en las personas de cualquier lugar, en cualquier nivel económico y esto ocasiona mucho el temor.
Ciertamente la vida sería más fácil si nuestros miedos permanecieran aislados en ciertas áreas de nuestras vidas, ¿no? Por ejemplo, Gina podría haber estado feliz si hubiera excluido sus miedos del área de trabajo. Algunos estarían felices si pudieran ir a la tienda sin tener que enfrentar el pánico y la ansiedad. Desafortunadamente, el miedo (como las otras emociones) no es fácil de limitar a un lugar u otro. Y el pueblo de Dios, como ya hemos visto, es probable que tenga luchas muy reales con el temor. De hecho hasta los pastores, y aquéllos en el ministerio, luchan con el temor en sus púlpitos y en sus relaciones con los miembros de su iglesia. Considera el ejemplo de Timoteo.
Timoteo fue un joven discípulo de la iglesia primitiva. Hijo de padre griego y madre judía que se volvió creyente, Timoteo fue probablemente ganado para Cristo por medio del ministerio de Pablo. Acompañó a Pablo en un sin número de obras misioneras y Pablo hablaba muy bien de él. Era conocido como un hombre de lealtad, sensibilidad y celo. Pero también fue un hombre que luchó con el temor.
En dos ocasiones diferentes, Pablo específicamente trata la lucha de Timoteo con el miedo. La primera se menciona en 1 Corintios 16:10, donde Pablo les dice a los cristianos de Corinto que cuiden de Timoteo viendo que esté “con tranquilidad.” La segunda aparece en el libro de Segunda de Timoteo, donde Pablo escribe, “Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti...porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía. ..” (2 Timoteo 1:6-7 énfasis añadido).
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