Pero, gracias a Dios, ése no es el final de la historia. Como cristianos, Dios nos está restaurando a la misma comunión y libertad que Adán y Eva conocieron, primero con Él y después entre ellos. La muerte de Jesucristo es el medio que Dios ha usado para derribar la pared de separación entre nosotros (Romanos 5:1). Aunque nunca tendremos lo que ellos tuvieron, porque siempre lucharemos con nuestro pecado, no obstante podemos conocer el gozo y paz significativos.
Con Temor al Peligro —Abraham
Antes mencioné que hasta los grandes héroes de la Biblia experimentaron el temor y sus consecuencias. Unos pocos capítulos después de Adán y Eva conocemos a Abraham, un hombre que a menudo se pone como ejemplo de uno que tuvo una gran fe. En ciertos momentos vemos a Abraham estar al máximo: voluntaria y obedientemente dejando su país y viajando a una tierra desconocida; levantando el cuchillo para el sacrificio que le quitaría la vida a su hijo prometido, Isaac. Sí, realmente hay victorias importantes en la vida de Abraham, ¿o no?
Pero después vemos otra faceta de él. Tal vez ésta sea la faceta de Abraham con la que más te identifiques. En dos ocasiones durante sus viajes, uno a Egipto y otro hacia una tierra llamada Gerar, Abraham mintió a hombres poderosos sobre Sara, su hermosa esposa. Él les dijo a estos hombres que era su hermana. ¿Por qué? Porque pensó que si los reyes de estas tierras la veían y sabían que ella era su esposa, lo matarían para tomarla para ellos. Para decirlo sin rodeos, quería salvar su propio pellejo.
Abraham sabía que Sara sería la madre del pueblo escogido por Dios, pero él ignoró los planes de Dios y a ella la puso en peligro. Fue sólo por la gracia coercitiva de Dios que no terminó en un harén. 7Por su miedo, pecó contra su esposa, engañó a los gobernantes, fue una fuente de problemas para ellos y, sobre todo, deshonró a Dios. ¿Fue lógico el miedo de Abraham? Sí, probablemente sí. ¿Fue pecaminoso? Sí, sin duda. ¿Todavía pudo Dios usarlo y cambiarlo en un hombre de fe? Sí, y Él puede hacer lo mismo con cualquiera de nosotras.
El Temor Causado por la Duda —Sara
En 1 Pedro a las mujeres se les dice que sigan los pasos de la esposa de Abraham, Sara. En algunas maneras ella es un modelo a seguir para las mujeres piadosas: Ella siguió a su esposo, dejó su hogar y partió a la tierra de la promesa —una tierra que nunca había visto.
Pero Sara luchaba con sus propios temores. Su esposo le había dicho sobre la promesa de Dios de darles un hijo y conforme pasaban los años y ella seguía estéril, se volvió más y más miedosa. No sólo el tiempo de su reloj biológico estaba avanzando, sino que ya se había detenido. La Biblia dice que su vientre “estaba muerto.” Y entonces, con miedo, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Abraham necesitaba un heredero, ella anhelaba un hijo, así que se le ocurrió un plan. Ella le dio a su marido su sierva, Agar, para que la embarazara y se cumpliera la promesa. ¡Qué torbellino de problemas generaron sus acciones! De hecho, el problema entre los hijos de Israel y los hijos de Agar, que comenzó con el nacimiento de Ismael, el hijo de Agar, ha continuado por siglos.
Después, el Señor llegó a visitar a Abraham. “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo,” dijo. Sara, que escuchaba detrás de la puerta de la tienda, se rió. Ésta no fue una risa de gozo o alegría, fue la risa de la incredulidad y el cinismo. El Señor confrontó su risa de incredulidad y dijo, “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” Pero Sara negó que se estuviera riendo diciendo, “No me reí.” ¿Por qué? Porque tuvo miedo (Génesis 18:10-15).
Abraham y Sara se muestran en las Escrituras como ejemplos de personas de fe. ¿Puedes ver cómo, por sí mismos, en sus propias fuerzas, no fueron tales grandes ejemplos? ¿Qué, entonces, los hace ejemplos de fe? La gracia de Dios. Gracia es el favor inmerecido de Dios hacia Sus hijos a pesar de sus fallas. En el capítulo 11 estudiaremos a conciencia el papel que juega la gracia en los miedos por vencer, pero por ahora sólo quiero que vislumbres lo fuerte y amoroso que Dios es. Él obró de maneras poderosas a través de Abraham y Sara a pesar de sus debilidades y Él puede hacer lo mismo a través de ti y de mí.
“No soy lo suficientemente bueno” —Moisés
La historia de Moisés es muy conocida por la mayoría de las personas. Fue rescatado de ahogarse por la hija del Faraón y criado en el palacio del Faraón como su hijo. Pero, cuando Dios comenzó a hablarle de liberar a Su pueblo, Moisés tomó el asunto en sus propias manos y mató a un egipcio que oprimía a uno de sus compañeros israelitas. Entonces Moisés tuvo que huir al desierto para salvar su vida. Los años pasaron y, con el tiempo, los sueños de Moisés de ser un libertador se desvanecieron. Después tuvo un encuentro con una zarza ardiendo. Mientras Dios le esbozaba Su plan para la liberación de Su pueblo, Moisés más se amedrentó. Ciertamente era intimidante pensar que debía volver a la nación más poderosa de la tierra y exigir la libertad de los esclavos. A medida que Moisés consideraba el llamado de Dios, su mente se llenó de temores—principalmente los temores de que no tendría éxito o de que no sería capaz de terminar la tarea. Considera lo que le dijo a Dios y ve si sus inquietudes resuenan en tu corazón.
• “ Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Éxodo 3:11)
• “Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.” (Éxodo 4:1)
• “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.” (Éxodo 4:10)
• “Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.” (Éxodo 4:13).
Confía en Dios, No en Ti
Yo verdaderamente me identifico con el temor de Moisés, ¿tú no? No puedo hacer eso...No soy buena hablando en público... pero si no me creen . ¿Puedes visualizarlo? Yo sí. De hecho, creo que he tenido ese tipo de conversación con el Señor. Dios estaba alentando a Moisés siempre. Le aseguró Su presencia y Su poder para cumplir Su voluntad. Pero todo lo que Moisés podía ver era su propia insuficiencia, temor e incredulidad.
Observa que Dios no invirtió tiempo tratando de levantarle a Moisés la seguridad en sí mismo. Más bien, Dios seguía recordándole que debía poner su confianza en Él. Siempre que pasamos tiempo tratando de convencernos de que realmente somos mejores o más fuertes o más sabias de lo que sabemos que somos, estamos condenadas al fracaso. Dios no quiere que crezcamos en la seguridad en nosotras mismas. Quiere que pongamos toda nuestra confianza en Él. Después de todo, Él es el único lo suficientemente poderoso para vencer a los faraones en nuestras vidas.
A medida que Moisés crecía en su confianza en el Señor, Dios lo usó para lograr una gran liberación. De hecho, Moisés se conoce hoy como uno de los mayores líderes de la historia bíblica. Pero eso no fue porque él fuera un hombre valiente por su cuenta, ¿verdad? Fue sólo por el gran poder de Dios y Su determinación de cumplir Su propósito. Y lo que Dios hizo por Moisés, lo puede hacer por ti. Puedes descansar sabiendo que si Dios te está llamando a hacer algo, incluso si es sólo ser lo suficientemente valiente para ir a la iglesia o hablarles a las personas, entonces Su gracia también será efectiva en tu vida.
La Clase Equivocada del Temor de Dios
Los hijos de Israel habían sido esclavos en Egipto más o menos por 400 años cuando Moisés los libertó de la esclavitud y los llevó en un viaje por el desierto que los llevaría a la Tierra Prometida. Tres meses después, Dios le dijo a Moisés que le dijera al pueblo que se presentaría a ellos. Moisés le dijo al pueblo sobre de los límites que tendrían que respetar porque la presencia de Dios, que infunde temor reverencial, iba a estar cerca de ellos. Con mucho gusto aceptaron encontrarse con Dios. Pero cuando vieron realmente la manifestación de Dios tan cerca, se llenaron de terror.
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