A continuación Ana Barahona presenta el texto "Introducción e institucionalización de la genética en México en la primera mitad del siglo XX". El trabajo apunta hacia la conformación del campo disciplinario de la genética en México, entendida como la creación de las instituciones alrededor y en las que las actividades científicas se llevaron a cabo. La ciencia es concebida como un fenómeno social en el cual la aceptación o rechazo de nuevas teorías, el uso o la introducción de técnicas nuevas, no depende exclusivamente de su objetividad, sino de la manera como se ha recibido por una comunidad científica en un momento histórico particular. Esta reconstrucción histórica permite entender, por un lado, la estructura de los conceptos y teorías de la genética, y por el otro, cómo se establecieron en una sociedad y finalmente se consolidaron en las instituciones.
La primera etapa de desarrollo de la investigación acerca de la genética aplicada al mejoramiento general fue liderada por Edmundo Taboada durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Sus objetivos estuvieron influenciados por el movimiento revolucionario de 1910, buscando el beneficio de pequeños agricultores y logrando la creación del Instituto de Investigaciones Agrícolas. La segunda etapa corresponde a una mirada más capitalista y se da durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Ésta buscaba incrementar la producción en el próspero sector privado de la agricultura, dando lugar a la creación de la Oficina de Estudios Especiales, con la colaboración de la Fundación Rockefeller y sus investigadores norteamericanos.
Estas dos tendencias compartían los mismos objetivos; lograr un aumento en la producción de alimentos básicos en México. Sin embargo, las dos líneas enfocaban la investigación agrícola de manera diferente, con objetivos, apoyos económicos e intereses políticos diferentes, que propiciaron una relación distante entre ellas y que son muestra de la incidencia que el contexto y la política tienen en los procesos de investigación y desarrollo científico con miras al beneficio social o a intereses particulares.
Rafael Guevara Fefer es autor del artículo "El imperio francés, el emperador austriaco y la tradición científica mexicana". Considera que resulta pertinente estudiar las condiciones sociales e intelectuales en las que los científicos crean conocimientos y desempeñan su quehacer. El caso de las políticas científicas del Segundo Imperio y de Francia ayuda a esclarecer los términos de la relación entre ciencia y sociedad, pues los hombres que las pusieron en marcha, a su modo, construían la nación y el imperio, al tiempo que inventaban las nuevas disciplinas científicas y daban forma a la asimetría de las prácticas científicas que imperaba entre los países del norte y del sur.
Este texto es una reflexión sobre las políticas científicas a través del uso parcial y personal de la diversa historiografía de la ciencia mexicana, una sugerencia sobre lo que hoy entendemos y aceptamos que es y que debe ser la política científica en los países como el nuestro. La revisión historiográfica permite valorar el estudio de las políticas científicas de México y Francia durante el Segundo Imperio como una ruta crítica para explicar el devenir de las ciencias en general y de las de México en particular. Al conocer y comparar la situación científica de dos países decimonónicos que participaron al mismo tiempo y de forma harto distinta en la gestación de las ciencias contemporáneas, estaremos en condiciones de construir un punto de vista privilegiado para observar cómo se imaginaron e inventaron las ciencias y cómo éstas lograron adquirir un lugar tan importante en el espacio social de nuestros tiempos.
Acercarse al ambiente científico del Segundo Imperio a través de los trabajos y los días de la Comission Scientifique de Mexique, de la Comisión Científica, Artística y Literaria, así como de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura, permite conocer la forma en que se fueron configurando las nuevas disciplinas científicas al abrigo de los imperios y las naciones.
Edna Suárez Díaz presenta el trabajo "Determinismo tecnológico revisitado: algunas ideas en torno al impacto de la biotecnología en nuestras vidas –¿o viceversa?" Señala que la discusión en torno al determinismo tecnológico ha sido constante en los estudios sobre la tecnología. La idea cobra interés, e incluso vigencia, en el marco de los numerosos problemas que hoy enfrentan las sociedades ante los avances científicos y tecnológicos, pese a que difícilmente exista hoy en día algún pensador que defienda estrictamente el determinismo. Entre las razones para que el tema, sin embargo, continúe vigente, destacan dos. La primera tiene que ver con una experiencia generalizada en las sociedades industrializadas: la influencia y peso innegables que el desarrollo tecnológico tiene en las formas de vida. La segunda tiene un carácter epistémico. Se trata de una cuestión de interés fundamental y general en el ámbito de las ciencias sociales: la naturaleza de sus explicaciones. Una reflexión acerca de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad difícilmente puede, aún hoy en día, eludir el problema del determinismo tecnológico. Se plantean ejemplos relacionados con las Técnicas de Reproducción Asistida para considerar las consecuencias sociales que irremediablemente tienen los desarrollos tecnológicos.
Los estudios sociales de la ciencia y la tecnología nos han mostrado, con diferentes argumentos y desde diferentes ángulos, que la visión dicotómica tradicional, que separa a éstas como esferas autónomas del resto de la vida social, es insostenible. Las barreras de lo social y lo natural se encuentran en constante redefinición, y el caso de las tra no es más que uno de los ejemplos más extremos que nos muestran que aquello que asumíamos como natural –por citar el más extremo, la maternidad biológica– se ha convertido en el producto de una serie de prácticas materiales (esto es, técnicas) y sociales.
Finalmente, Carlos López Beltrán y Francisco Vergara Silva presentan "La construcción política del genoma del mestizo mexicano", en donde hablan sobre cómo la Genómica Humana se ha convertido en un núcleo de problemáticas bioéticas y biopolíticas sumamente activo y controvertido. Entre los efectos de la poderosa nueva tecnología de secuenciación genética y genotipado está un impulso renovado a la racialización de las categorías empleadas en la antropología y la biomedicina. En México esto cobró impulso a partir del año 2004 cuando un grupo de influyentes médicos y políticos decidieron impulsar la creación del Instituto Nacional de Genómica Médica (INMEGEN). Liderados por Guillermo Soberón Acevedo, y como cabeza visible Gerardo Jiménez Sánchez, este grupo empleó estrategias retóricas y científicas diversas para consolidar su proyecto. Este trabajo intenta describir, contextualizar y analizar el episodio reciente en el que el grupo de biomédicos que conformaron el INMEGEN en los primeros años de su existencia (2005-2009), dirigieron sus mayores esfuerzos hacia un proyecto de investigación poblacional que sus impulsores llamaron el "genoma mestizo de los mexicanos". Con el fin explícito de enfrentar importantes problemas nacionales de salud putativamente asociados a enfermedades comunes que, se afirmó, son consecuencia de las particularidades genómicas de los mexicanos. Se hacen aquí algunas críticas sobre las estrategias retóricas, políticas y metodológicas que aquel pequeño grupo de científicos mexicanos fue utilizando en esos años para convencer a varios sectores del público, de que un constructo teórico como el "genoma del mestizo mexicano" es un hecho biológico y un recurso económico, y que la fundación de una institución especial de investigación valía la pena, pues ésta le daría con el tiempo el poder patrimonial a los mexicanos sobre tal "recurso". En el contexto de las muchas críticas y contra críticas que en las últimas décadas se han venido dando en relación al uso de "raza" como una categoría válida dentro de la investigación biomédica, este ejemplo mexicano permite desarrollar una serie de cuestionamientos sobre la validez científica y ética de la creación y la inserción en el discurso científico de constructos teóricos racialistas imaginarios, como el "genoma mestizo", que sólo sirven al propósito de apuntalar los intereses de ciertos grupos particulares de médicos y genetistas.
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