Como se ve, en otras épocas quienes estudiaban ganaban buenos sueldos y se daban la buena vida 72.
De finales del segundo mileno egipcio, antes de la era cristiana, tenemos “El informe de Wenamun” sobre sus actividades en Biblos, Fenicia, enviado a las autoridades de la época. La historia se localiza en el tiempo del rey Smendes (1075–1049 a.C.). Wenamun llega a Biblos para comprar cedro del Líbano para la construcción de una barca para el dios egipcio Amun. Pero a Wenamun todo le sale mal; no termina de salir de un problema cuando ya ha caído en otro. Primero, y acabando de llegar, le roban el dinero de la compra y nadie lo ayuda a capturar el ladrón. Después, el príncipe de Biblos no reconoce a los dioses ni a los reyes egipcios como para entregarle la madera sin dinero. Después de varios meses y cuando finalmente lo convence de que le dé la madera y está listo para zarpar, aparecen barcos de unos extranjeros (Tjeker) y lo mandan a capturar.
A Wenamun no le queda más que llorar. El príncipe de Biblos le manda vino, comida y alguien que le cante para calmarlo; le dice a los extranjeros que no pueden apresar a Wenamun en su territorio, sino en altamar. Así, Wenamun se escapa y llega (probablemente) a Chipre (Alasiya), donde la reina Hatiba le da asilo 73. Desafortunadamente, el final de la historia no se ha preservado, pero se puede observar la ironía y la sátira política donde un egipcio representa a Egipto y a sus dioses sin poder y sin credibilidad internacional por medio de las penurias que sufren los emisarios del mismo faraón. Están totalmente desprotegidos.
Ahora pasemos a Mesopotamia. Rivkah Harris ha argumentado recientemente que la inversión de la pirámide de los roles de los sexos en la Épica de Gilgames es “una característica esencial del humor y la comedia en esta época, lo cual debió haber sido muy atractivo para los antiguos”. Lo que ocurre es una especie de carnaval en donde se celebra temporalmente la anarquía 74. Veamos sólo un ejemplo: en la literatura de Mesopotamia, la prostituta tiene muy mala reputación; pero en la Épica de Guilgames, Shamhat la prostituta es maternal, benévola y sabia; todo lo opuesto de lo “normal” en una prostituta mesopotámica, que es engañosa, lujuriosa y seductora 75.
Humor en el arte antiguo
El humor existe tanto en la literatura como en el arte. Todos estamos familiarizados con los grandes monumentos del Medio Oriente antiguo: las pirámides de Egipto, las murallas de Asiria y Babilonia, las grandes esculturas. Estas impresionantes obras representan el poder de los dioses, los imperios, los reyes. Los grandes museos del mundo están llenos de ellos, lo cual es motivo de interminables disputas de repatriación. Junto con esto, pero no tan a la vista, hay representaciones artísticas (algunas no “oficiales”) que dan la impresión, bastante segura, de ser humorísticas.
Existe una representación gráfica egipcia donde se muestra una elegante mujer vomitando. Se observa allí la incongruencia entre la dignidad del vestido con lo indigno de la situación 76. Este podría clasificarse como un caso de sátira social si se supone que la mujer es alguien de “la alta sociedad”.
Bes, el dios egipcio del humor, es representado como un hombre enano supremamente gordo con una expresión en el rostro que da risa. Además, hay en Egipto representaciones de animales desarrollando actividades humanas; sentados en sillas con las patas traseras al aire, jugando juegos de mesa; un gato pastoreando ganzos; una familia de micos (monos) conduciendo una carroza tirada por caballos; unos gatos atendiendo a una ratona y a su hijo; un gato dirigiendo una procesión de patos 77.
Otra representación cómica es la de la reina de Punt (s. xv a.C.), quien es supremamente gorda, con un derrière enorme y aparece seguida de un asno supremamente pequeño con una leyenda: “El asno que tuvo que cargar a la reina” 78. El episodio aparentemente resultaba chistoso, pues se han encontrado copias en varios lugares.
Así como en el arte egipcio, se ha reconocido también el humor en el de Mesopotamia; este último se caracteriza por ser bastante escatológico, craso y hasta vulgar, pero no sin propósito. El humor coprológico, por ejemplo, siempre trata de desenmascarar tabúes sociales y se utiliza para ridiculizar la sofisticación de algunos 79.
Humor en la literatura universal
Sería iluso pretender abarcar aquí toda la literatura universal. A lo único que podemos aspirar es a dar unas muestras representativas con el objeto de comprender de qué manera han usado los escritores el humor para comunicar mensajes claros y contundentes. Esta es una tarea que ya otros han emprendido con mucho más detalle y envergadura 80.
Con la siguiente muestra de obras, pretendemos simplemente explorar cómo autores tan antiguos como Aristófanes y tan actuales como Saramago se han servido del humor en la literatura para hacer serios análisis de la sociedad al tiempo que lanzan críticas mordaces.
“Las ranas”, de Aristófanes
En su obra Las ranas, Aristófanes (s. v a.C.) hace mofa de los dramas de Eurípides y se burla de los dioses del Olimpo, especialmente de Dioniso: “El dios tutelar del arte dramático aparece cobarde y fanfarrón, sujeto a las contingencias del más débil de los mortales; y su hermano, el esforzado Heracles, da muestras de aquella glotonería que también le caracteriza en [su otra obra] Las aves” 81. El objetivo de Aristófanes es “satirizar a dioses y poetas”, probablemente con una intención política.
El diálogo inicial en Las ranas entre Dioniso y Jantias es muy divertido. Se critica a los malos escritores y se ridiculiza la falta de sentido común de Jantias. En otro episodio, Dioniso le explica a Heracles por qué necesita ir al infierno a buscar a Eurípides: “Me hace falta un buen poeta, y no hay ninguno, pues los vivos todos son detestables”. El deseo de Dioniso por encontrar un buen poeta es tan grande como la glotonería de Heracles, quien aparentemente sólo entiende cuando le hablan de comida. Luego pasan por toda una lista de autores que Heracles le presenta, para luego concluir Dioniso diciendo que son “ramillos sin savia, verdaderos poetas-golondrinas, gárrulos e insustanciales, peste del arte”.
Más tarde, en un vasto cenagal, lleno de inmundicias, se hallan sumergidos todos los que faltaron a los deberes de la hospitalidad, quienes negaron el salario a su bardaje, y los que maltrataron a su madre, abofetearon a su padre, o copiaron algún pasaje de Mórsimo. Aparentemente Mórsimo era tan mal poeta que haber copiado uno de sus poemas era tan grave como la lista de pecados impensables. Es decir, leer esos poemas era castigo comparable al que le dijeron que si cometía algún delito lo encerrarían en un calabozo con un vendedor de seguros.
Dioniso mismo es objeto de burla cuando le dicen que se siente en el remo (es decir, el puesto del remador) y él se sienta sobre el remo. Aparentemente, las preposiciones del griego clásico tampoco eran tan precisas.
El episodio con las ranas es bastante breve. Ocurre cuando Dioniso es trasladado al infierno por Caronte en una barca. Deben atravesar una laguna llena de ranas cuyo permanente graznar saca de quicio a Dioniso, quien se pone a discutir con las ranas para que se callen. Al ver que no logra nada discutiendo, termina en una competencia para ver quién ensordece al otro. Dioniso termina croando como las ranas.
En una escena de miedo, Dioniso se hace en las ropas y luego se ofende porque Jantias le dice que no ha conocido dios tan cobarde. Dioniso responde: “¡Yo cobarde! ¡y te he pedido una esponja! [para limpiarse]. Nadie en mi lugar hubiera hecho otro tanto”. Y luego añade: “Un cobarde hubiera quedado tendido sobre su propia inmundicia y yo me he levantado y me he limpiado”. A lo cual Jantias responde: “¡Gran hazaña, por Posidón!”.
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