Carlos Villalobos - El libro de los gozos

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Villalobos - El libro de los gozos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El libro de los gozos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El libro de los gozos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"Esta novela se fundamenta en una experiencia personal del autor, cuando conoció a un predicador callejero que aseguraba tener contacto directo con Dios y negaba que las escrituras sagradas fueran fundamento de verdad. Algunas partes de su prédica tenían un tinte de locura extrema que desbordaba lo verosímil. Surgió entonces la idea de escribir un relato, tipo sermón, en clave de una locura religiosa que aprovechara estos giros insólitos. Este es El libro de los gozos. Es una novela polifónica y polisemántica. No recuerdo haber leído una obra literaria que me produjera tanto gozo. Me divertí tanto que no dejaba de reírme aún tiempo después de haberla leído y de veras que deseaba y aún mantengo esa convicción, que todos leyeran esa novela." – Benedicto Víquez Guzmán.

El libro de los gozos — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El libro de los gozos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

He aquí, hermanos, que los visitantes nunca dejaban de llegar, excepto en la época de los enormes aguaceros que nos manda Santata para avisarnos que él todavía está vivo y coleando en su reino celestial. Pero en la época de los ardientes días que prepara el propio Cocodrilo Leviatán, los peregrinos aparecían como plaga. Gracias a ellos sabíamos lo que pasaba en el mundo, sabíamos quiénes eran los pastores con más estafas y cuáles ya habían caído en la cárcel, sabíamos, hermanos, quiénes eran los curas más depravados y cuántos monaguillos habían perdido la inocencia. Nos enterábamos, por los mismos ladrones, de todos los detalles de cualquier asalto bancario. Era lógico, hermanos míos, los bandoleros huían hacia estos rumbos, pues una vez cometido el robo, y botín en mano, lo único que se les ocurría era darse el lujo de una deliciosa ollecarne de Abuela la Profeta. Era el modo más gozoso de gastar lo robado. Nada tontos, hermanos, nada tontos. Así quedaban perdonados de toda culpa, pues la ollecarne de mi Abuera era bendita y benditos son los que la han probado. El que peca y reza, empata.

A veces también llegaban soldados malheridos que venían desde alguna guerra. Llegaban en forma clandestina tan solo por las ollecarnes curanderas de mi Abuela la Profeta. Comían hasta saciarse y quedar curados. Una vez sanos, hermanos míos, regresaban al combate protegidos para siempre.

Un día llegaron unos forasteros tan de repente, que las brasas del fogón no tuvieron tiempo de advertirnos nada. Traían un apetito de fuego que no se habría apagado ni con un ejército de bomberos, si no hubiera sido por la audacia de Abuela la Profeta y su habilidad milagrosa de hacer que una misma olla alcanzara para dos personas o bastara y sobrara para alimentar un ejército. Esa vez los recién llegados resultaron ser de un pueblo que andaba en busca de un lugar donde no hubiera malentendidos, ni políticos; mas he aquí, amadísimos hermanos clemencianos, que se habían perdido tratando de encontrarlo. Desesperados, vinieron hasta Santalucía para consultarle a mi Abuela. Por fortuna, la Profeta, siempre mañosa, se acordaba de un paraje donde ni siquiera el pecado que es tan común y tal salvaje había podido llegar.

—¿Y cómo se llama ese sitio? –le preguntó un tipo bastante viejo y barbado que parecía ser el jefe.

—Paraíso Terrenal –respondió Abuela y siguió barriendo el patio, mientras un alboroto de chompipes

[3] y gallinas despedía a la comitiva que se dirigió hacia el lugar que ella les indicó.

Después supe, amados clemencianos, que nunca pudieron llegar al sitio pues unos metros antes de entrar se llevaron la sorpresa. El lugar estaba habitado por turistas y a los turistas, hermanos míos, les molesta que los nativos comunes y corrientes se les acerquen mucho. No les quedó más remedio que armar unos ranchos a la orilla de río y dedicarse, para siempre, a la pesca de billeteras.

Por aquel tiempo, amadísimos hermanos, a mí me gustaba el fútbol y la fiesta. No me da vergüenza confesarlo: era un mundano que aún no había recibido la gracia clemenciana. Y sucedió que un día salí con unos amigos. De esos compas de diabluras que uno tiene en la niñez. Pues bien, estos amigos, que no son aquí parábola sino hechos de mi vida, según nuestros nombres de iniciación, se llamaban Pulgaloca y Jacharrata. ¿Te acuerdas, Jacharrata? No se rían, hermanos, estoy hablando en serio. No te pongas rojo, hermano Jacharrata. Bendiciones, hermano. Que los grandes senos de Abuela la Profeta te llenen siempre de gozo. ¿No sabían ustedes que al hermano Antonio le decíamos Jacharrata? No se rían, eran nombres de cariño, cosas de niños. A Abuela, por cierto, no le gustaba mucho que nos dijéramos así. ¿Qué cosa? ¿Que cómo me decían a mí? ¿Para qué quiere saberlo, hermano? Mejor dejémoslo así. No, no lo voy a decir. Jacharrata, cuidado con decirlo. En serio. Mejor déjenme seguir, que me están embarrialando la cancha. No quiero que nadie nunca lo sepa. Es mi sagrada voluntad. ¿Oyeron?

Los tres éramos fiesteros como chiborras en Semana Santa. Y he aquí, amadísimos hermanos, que fuimos a una cantina con el propósito de tomarnos un jugo de zanahoria y tal vez una cajeta hecha con miel de abeja. No se rían, hermanos, por Abuela la Profeta, que debe estar tirándose palanganadas de agua bendita a los pies de Santata, les juro que es cierto. ¿Verdad, Jacharrata? No puedo explicar cómo, pero entre trago y trago, la zanahoria y la miel de abeja nos hicieron un efecto paranormal. No lo sé, pero salimos completamente borrachos. Sin duda, como le decía yo a Abuela, culpa del maldito Cocodrilo. Abuela que ha sido tan sabia y mañosa no pudo explicar cómo sucedió aquello. Mas la vieja, angustiada por aquel sospechoso hecho, tomó una decisión que le agradezco, le agradeceré y le seguiré agradeciendo por los siglos de los siglos. Decidió encomendarnos a las Santas Ánimas del Santo Purgatorio, para que estas nos guiaran y de ahora en adelante ni las zanahorias ni las cajetas de miel de abeja nos volvieran a producir trastornos espirituales.

Y he aquí, amadísimos hermanos míos, que las Santas Ánimas del Santo Purgatorio son efectivas y afectivas con los de aquí abajo. Y así fue como gracias a ellas y a los rezos milagrosos de la vieja, que Pulgaloca, Jacharrata y quien les predica nos recuperamos para siempre. ¡Gloria a los yigüirros celestiales que protegen a mi Abuela en las alturas! ¡Gloria! Cada vez que por alguna razón somos tentados por las fuerzas del vicio y queremos pedir un jugo de zanahoria un ánima acude y se posesiona de nuestras bocas y de ellas brotan otras palabras como guaro, aguardiente o licor de contrabando; o bien ocurre que se posesiona del cantinero y cuando nosotros decimos jugo de zanahoria, él levanta la mano en señal de alto y dice con firmeza: «Aquí no vendemos jugos de zanahoria», aunque tal vez, hermanos, por casualidad, sí vendan de verdad. Y he aquí que entonces tomamos cualquier otra bebida. Pero jugos de zanahoria mezcladas con cajetas de miel de abeja de ninguna manera, nunca más, gracias a Santata y a mi Abuela la Profeta. Estos milagros hermanos, los cuento como testimonio de la gracia clemenciana que libera del pecado, que libera, hermanos, de la culpa.

En verdad, esto que cuento es para que oigan los pecadores de estos siglos leviatánicos, para que sepan que los milagros existen, que la fe es poderosa y obra cambios en el alma más perdida. Y es que está escrito, decía la cangreja alborotada de mi tía, que llegará el momento en que hasta los dioses hagan fila de oficina en oficina con una sola idea: pensionarse. Y miles de perros hambrientos recorrerán por las calles en busca de algún ojo, algún hígado, algún corazón, cualquier cosa para seguir viviendo entre los muertos. Escuchen hermanos, escuchen que el que todo lo ve, está viendo y nos ve.

Mas en este mundo de pecado nadie dirá nada. Todo el mundo fingirá que no ocurre nada. Porque he aquí que solo nosotros estamos despiertos y he aquí que somos los únicos que andamos con la verdad en el corazón. El mundo habrá de terminar y habrá de terminar muy pronto. Pobres de los que no oigan mi mensaje. Nada más les digo, ¡Pobres!

Yo soy, hermanos, el Elegido. Yo soy, Juanelí Ortuño y soy nieto de mi Abuela la Profeta, y he aquí que yo soy su seguidor, el que la anuncia, el que ha sido puesto en el mundo para abrirle el camino a la verdad. He sido llamado por el Soberano Rey de las alturas, hermanos, para ser el primer pastor de esta iglesia verdadera. La que jamás será vencida, hermanos, jamás será vencida, hermanos, porque una iglesia unida, jamás será vencida, hermanos, porque tiene una profeta viva. Repitan conmigo, hermanos, jamás será vencida.

El que todo lo puede así lo ha querido y si alguno de ustedes, hermanos, quiere contradecirme no podrá porque estas cosas no son mías. Santata y la Profeta Osejo las escribieron en mi corazón. Y he aquí que he sido llamado a predicar para que aquellos que puedan oír oigan, para que oigan los jueces que juzgan, que oigan que yo tengo autoridad para juzgarlos a ellos. ¡Gloria a los yigüirros celestiales que están haciendo nido a la derecha de mi Abuela la Profeta!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El libro de los gozos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El libro de los gozos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Silverberg - El libro de los cráneos
Robert Silverberg
libcat.ru: книга без обложки
Bruce Sterling
Juan Carlos Padilla Monroy - Los bordes del tiempo
Juan Carlos Padilla Monroy
Yael Eylat-Tanaka - El Libro De Los Valores
Yael Eylat-Tanaka
Carlos Redó Viudez - Los sueños de Tavi
Carlos Redó Viudez
Diego Sánchez Aguilar - Factbook. El libro de los hechos
Diego Sánchez Aguilar
Michael Cunningham - El libro de los días
Michael Cunningham
Carlos Ernesto Laciana - Los Bidis
Carlos Ernesto Laciana
Отзывы о книге «El libro de los gozos»

Обсуждение, отзывы о книге «El libro de los gozos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x