EL LIBRO
DE LOS MITOS
PROHIBIDOS
EL LIBRO DE LOS MITOS PROHIBIDOS
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Iª edición
© Editorial La Calle, 2022.
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ISBN: 978-84-16164-81-3
Paula Guadalupe
EL LIBRO
DE LOS MITOS
PROHIBIDOS
Editorial La Calle
ANTEQUERA 2022
A Raúl, y a quienes deconstruyen
mitos cuando hablan de amor.
Índice
Prólogo PRÓLOGO Supongo que este libro va de deconstruir mitos. ¿Pero cómo romper la imagen de un dios? ¿Cómo cambiar los pilares sobre los que construimos nuestro mundo incluso a sabiendas de que están formados para justificar una determinada idea, un modo estable de configurar la vida? Pues esa es, al fin y al cabo, la función del mito: crear un discurso. Y no se trata de una explicación aleatoria del mundo. Todo argumento conlleva un fin funcional que crea una estructuración determinada del universo, por lo que cada mito es válido para explicar una sociedad y una distribución de poder determinadas. Y lo adoptamos porque romper con él sería tan doloroso como sentirnos perdidos y desamparados. Porque al final del día, cuando no entendemos qué sucede dentro del caos de uno mismo, el mito es algo a lo que aferrarnos. Una fuerza superior, un esquema jerárquico, la tradición, el pasado, el origen del mundo. En términos filosóficos, el mito es el símil de un plato precocinado. Estas páginas van contra todos los oráculos y, sin embargo, suponen nuestra violenta aceptación y lucha por perseguir nuestro propio destino y, trasgrediendo las explicaciones míticas, escribir un nuevo logos que nos permita emprender un camino para transformarnos. ¡Apócrifa muerte a Zeus! Toda narración nace de un propósito, de la manera en la que tú decides contarla. Aquí va, pues, la mía.
I. Los amores de Afrodita
II. La historia de Cleopatra y Rufo Galo
III. El mito de Eurídice
IV. La caja de Pandora
V. Ariadna y el minotauro
VI. Calisto y Artemisa
VII. Las moiras y el hilo de la vida
VIII. Penélope y la cárcel de Ítaca
IX. Gorgo de Esparta
X. La forma oculta de Atenea
Epílogo
PRÓLOGO
Supongo que este libro va de deconstruir mitos. ¿Pero cómo romper la imagen de un dios? ¿Cómo cambiar los pilares sobre los que construimos nuestro mundo incluso a sabiendas de que están formados para justificar una determinada idea, un modo estable de configurar la vida? Pues esa es, al fin y al cabo, la función del mito: crear un discurso. Y no se trata de una explicación aleatoria del mundo. Todo argumento conlleva un fin funcional que crea una estructuración determinada del universo, por lo que cada mito es válido para explicar una sociedad y una distribución de poder determinadas.
Y lo adoptamos porque romper con él sería tan doloroso como sentirnos perdidos y desamparados. Porque al final del día, cuando no entendemos qué sucede dentro del caos de uno mismo, el mito es algo a lo que aferrarnos. Una fuerza superior, un esquema jerárquico, la tradición, el pasado, el origen del mundo. En términos filosóficos, el mito es el símil de un plato precocinado.
Estas páginas van contra todos los oráculos y, sin embargo, suponen nuestra violenta aceptación y lucha por perseguir nuestro propio destino y, trasgrediendo las explicaciones míticas, escribir un nuevo logos que nos permita emprender un camino para transformarnos.
¡Apócrifa muerte a Zeus! Toda narración nace de un propósito, de la manera en la que tú decides contarla. Aquí va, pues, la mía.
I. LOS AMORES DE AFRODITA
¿Quién entiende el amor? Dulce locura, amargo sueño, torrente cálido y frío invierno. Caos desenfrenado, alegría sin sentido, piel con piel, tormenta divina y plenitud de uno mismo. Vida sin igual, vida maldita la del enamorado. Delicioso deseo, compañía fiel, alma amiga. Y todas y cada una de estas palabras nos parezcan tal vez vacías, si al leerlas en mi mente no aparecen tus ojos y en tu boca la mía.
¿En quién has pensado tú mientras las leías?
Si de amor voy a hablar, me encomiendo a la ruina, la pasión y la suerte de haberte amado de forma vehemente, mi diosa Afrodita.
Hay personas a quienes amar es devastador. Hay personas a quienes amar está prohibido. Otras te atraen a descubrir todo el amor que desconoces, otras a descubrirte a ti por dentro, tal como eres. Tal vez si algo he aprendido del amor es que nace del caos para terminar siendo algo más. En qué nos convierte, sin embargo, es un total misterio.
Siempre he sido un alma errante, nunca he vivido buscando nada en concreto. Una transeúnte por un mundo que veía a mis pies, con infinitos tesoros que ofrecerme. Y entre mi vagar y mis viajes, y el azar y la suerte, conocí una tarde de verano a un hombre que llevaba la tragedia escrita en los lunares de la piel y vivía con la pasión de un loco, o tal vez de un sabio.
Una tormenta cálida, de esas de las que uno no puede escapar jamás, me abordó en plena calle. Empapada por la lluvia y sin decidirme a volver a casa, quise resguardarme en un pequeño bar, donde sonaba música de los ochenta. Un billar, una diana para jugar a los dardos y cuatro máquinas tragaperras adornaban el lugar. En las paredes, sin embargo, viejas guitarras de antiguas glorias del rock and roll se mostraban en expositores de cristal que hacía mucho tiempo que no se limpiaban. En una vieja estantería de madera se amontonaban cientos de discos, como si el tiempo los hubiera ido dejando allí, de manera tan desordenada como los sentimientos que, un día, habían hecho aflorar en quienes los escuchaban. Era una noche de domingo, de esas en las que la gente se empeña en quedarse en casa, buscando una melancolía en sus vidas que en realidad no sienten. Y en la barra del bar, limpiando vasos y moviendo los pies como bailan aquellas personas cuando piensan que nadie las está mirando, estaba un hombre de pelo corto, pendientes y algún tatuaje escondido. Cuando alzó la vista, pude comprobar que tenía la mirada clara y ojos de viejo amigo, de esos que te invitan a quedarte, para sentirte arropada por una voz familiar. Así fue como conocí a Dioniso.
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