El Plan preveía tomar un examen de ingreso a la administración que evaluara en este orden, las condiciones de los aspirantes: “los conocimientos básicos de la doctrina nacional de gobierno, honradez y capacidad”. [99]
En el capítulo XXVIII del plan que trataba sobre la racionalidad administrativa, se adoptaba como objetivo fundamental facilitar la conducción general del país mediante la concepción del gobierno y la unidad de acción del Estado a través de la planificación orientada al cumplimiento de la doctrina nacional; la unidad de acción se lograría a través de la organización simple, objetiva, estable y perfectible, coordinada por parte del gobierno
Waldmann señala que después de la reforma de la Ley de Ministerios de 1954 el gobierno debía quedar reservado a un consejo integrado por el Presidente de la República y los titulares de las secretarías que dependían directamente de él. La coordinación de las medidas para la ejecución de las decisiones tomadas por este consejo quedaba en manos de un grupo más amplio, el consejo de gabinete, en el que estaban representados todos los órganos de segundo orden, entre los que figuraban los ministros. Estas medidas tenían por objeto centralizar en el ejecutivo la dirección de la acción de gobierno
Esto fue producto de una modificación de la ley de Ministerios, sancionada el 25 de junio de 1954 como Ley Orgánica de los Ministerios, que quedaron reducidos a dieciséis: Relaciones Exteriores y Culto, Interior y Justicia, Trabajo y Previsión, Educación, Asistencia Social y Salud Pública, Comunicaciones, Obras Públicas, Transportes, Hacienda, Agricultura y Ganadería, Industria, Comercio, Finanzas, Ejército, Marina y Aeronáutica. Desaparecían los Ministerios de Defensa y Economía, se refundían Interior y Justicia, se desdoblaba Industria y Comercio, y volvían a su anterior categoría de Secretarías de la Presidencia Asuntos políticos y Asuntos Técnicos. En esta oportunidad la ley se adecuaba a la nueva constitución al recortar la potestad del poder Legislativo de interpelar a los ministros, por lo cual desaparecía la obligatoriedad de concurrir ante apelaciones realizada en el Congreso Nacional.
El anteproyecto elevado por el Poder Ejecutivo justificaba la reforma en la necesidad de racionalizar la administración pública, y evitar la burocratización de sus funciones a través de la racionalización de las mismas. [100]
La desaparición de ciertos Ministerios fue justificada por tratarse de organismos de coordinación, estudio y planificación, sin funciones ejecutivas. La fusión de Interior y Justicia, organismo éste último que se remontaba a los primeros gabinetes nacionales, cuando el país debía organizar en forma estable su sistema judicial y su legislación y codificación, habría perdido vigencia en esos momentos. La separación de Industria y Comercio, tenía por objetivo fundir en un solo organismo el comercio interior y exterior. [101]
Por último, el artículo 6º de la mencionada ley establecía que las funciones de coordinación se llevarían a cabo por parte de los organismos que determinara el Poder Ejecutivo. [102]La reforma sirvió para desplazar al Ministro de Salud, Ramón Carrillo, [103]y reemplazarlo por el más opaco Raúl Bevacqua. [104]
Los funcionarios peronistas
La ampliación del estado produjo un crecimiento numérico del cuadro administrativo, que dio lugar a numerosas interpretaciones del uso prebendario que habría hecho Perón de los puestos públicos, para consolidar su liderazgo.
En este sentido, se ha señalado que entre 1943 y 1952 el número de agentes oficiales se incrementó en un 144%, pasando de 349.000 a unos 600.000, esto es el 9% de la PEA de ese último año. [105]
En un trabajo sobre la composición de los elencos dirigentes argentinos, analizando un universo compuesto por los presidentes, ministros y secretarios de estado, presidentes de la Cámara de Diputados, gobernadores de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, Imaz [106]sintetiza así la conformación del plantel de funcionarios peronistas
En sus inicios, el elenco gobernante no conformaba un solo grupo. Al contrario, los futuros dirigentes peronistas provenían de varios y diversos orígenes. En 1946 se perfilaban cuatro, uno de ellos, el sindical, era inédito en la constitución de elites de gobierno. Todos constituían un grupo abierto, extenso, basado en un amplio reclutamiento, en el éxito personal alcanzado en uno de esos cuatro ámbitos: los negocios, las Fuerzas Armadas, la actividad gremial y la política del comité
La riqueza como canal de ascenso era solo relativamente nueva, individuos de esa extracción habían actuado en regímenes anteriores, lo novedoso es que esa riqueza era ahora producida en la industria, no en el sector importador ni en el exportador. El grupo estaba compuesto por argentinos de primera generación, y todos ellos habían tenido actuación previa en las centrales empresarias.
Ascender al poder político desde la esfera sindical era inédito en el país, sin embargo, salvo el Ministro del Interior, el de Relaciones Exteriores, el Secretario de Trabajo y Previsión y el gobernador de Santa Fe, los gremialistas solo cubrieron cargos medios, y una parte de las bancas de diputados de la Capital y la Provincia de Buenos Aires
En los elencos anteriores, los políticos de comité habían obtenido reconocimiento como expertos en el manejo político, este canal también sirvió para elevar a ciertas figuras partidarias. Muchas provenientes del radicalismo, en el que sin embargo no habían tenido una actuación de primera línea –a excepción de algunos casos provinciales–. Su mayor triunfo político había consistido en advertir la oportunidad de incorporarse a un movimiento político nuevo que les dio cabida y al que aportaron técnicas y métodos “tradicionales” para el proselitismo político
El cuarto sector lo constituían oficiales recientemente retirados de las Fuerzas Armadas. En este caso lo novedoso resultaba su número y el hecho de que sus dos representantes máximos (Perón y Mercante) [107]no habían culminado profesionalmente su carrera militar. [108]
Esta nueva clase política difería de la anterior ya que todavía en 1946 no constituía un grupo, lo integraban individuos que habían accedido a través de canales distintos, carecía de valores comunes, y un sistema de lealtades sólido.
La base de su reclutamiento era demasiado amplia como para poder sustentar un régimen político, el sistema de lealtades demasiado difuso. Poco a poco, a medida que se consolidó el rol del líder disminuyeron las responsabilidades individuales, en efecto, cuanto más se acentuó el carácter carismático de la conducción, más se burocratizó la clase política.
Las cuatro vías de reclutamiento terminaron por desaparecer fundiéndose en una sola. Entre 1950 y 1951 el grupo gobernante estaba claramente delimitado. Había elaborado sus propias pautas, normas y valores de grupo. Los antiguos méritos personales habían cedido paso a las carreras burocráticas
La hipótesis de Raanan Rein [109]sostiene que Perón necesitó de una “segunda línea” de líderes representativos en la construcción de la fuerza política que lo llevó al poder, pero que, con el tiempo, “víctima de su propia retórica” se deshizo de ellos para reemplazarlos por otros que carecían de una base de apoyo independiente, distinguiendo dos tipos de burocracia intermediadora: la de tipo representativo que gozaba de prestigio y representación por derecho propio, anclada en diversos sectores sociales, y la puramente tecnócrata y funcional, que carecía de base propia y solo sirve como instrumento del líder.
La selección del personal dirigente comenzó a hacerse sobre la base de normas que elaboró el propio régimen. Rigió la “cooptación”, hecha en forma burocrática y dentro de instancias burocratizadas. [110]
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