Así que Dios no quiere que hagamos todas las cosas como lo hacía la iglesia primigenia, 28pero sin duda hay algunos rasgos que deberían caracterizar también a la iglesia del siglo XXI. Estas se podrían resumir diciendo que una buena iglesia local exhibe una devoción a la enseñanza de los apóstoles, un enfoque centrado en Dios, y un interés amante por las necesidades de las personas. La presencia de esas características hizo apasionante y efectiva a la iglesia primigenia, y las mismas deben estar presentes en cualquier iglesia en nuestros días para que sea verdaderamente exitosa a los ojos de Dios.
Una Devoción a la Enseñanza de los Apóstoles
La primera característica de la iglesia primigenia que se menciona en Hechos 2:42, y el rasgo más fundamental que ha de tener cualquier iglesia que honre a Dios, es una devoción continua a la enseñanza de los apóstoles. La iglesia del Nuevo Testamento fue fundada como resultado directo de la enseñanza de los apóstoles (Hch.2:14-41), y después nuestro texto dice que los creyentes en Jerusalén “perseveraban” en ella. La palabra griega traducida como “perseveraban” (proskarterountes), significa literalmente “ser fuerte hacia”. Eso nos dice que los primeros creyentes se dedicaban de todo corazón y perpetuamente a la enseñanza de los apóstoles; también puede significar entusiasmo e interés en ello.
La palabra griega traducida como “enseñanza” (didache) engloba tanto el contenido como la manera de la enseñanza de los apóstoles. El entender ambas cosas de manera plena nos ayudará a evaluar cualquier iglesia de nuestros días.
El Contenido de la Enseñanza Apostólica
¿Qué enseñaron los apóstoles exactamente? Encontramos la respuesta a esa pregunta en el resto del libro de los Hechos, y en el resto del Nuevo Testamento, porque todo él fue escrito por los apóstoles o por aquellos que trabajaban con ellos. También se encuentran en todo el Antiguo Testamento, porque esas eran las Escrituras inspiradas que los apóstoles estudiaban y de las que enseñaban. Hechos 17:2 dice que Pablo fue según su costumbre a la sinagoga de los judíos y durante tres sábados razonó con ellos basándose en las Escrituras. Las Escrituras que él tenía en aquel momento eran el Antiguo Testamento.
Así que la enseñanza apostólica es todo lo que está contenido en la Palabra de Dios, o “todo el consejo de Dios”, como lo pone Pablo en Hechos 20:27. Esto incluye la verdad acerca del carácter de Dios: la soberanía de Dios, la justicia de Dios, el amor de Dios, el poder de Dios, la gracia de Dios, y la omnisciencia de Dios. Incluye la verdad acerca de la elección, la predestinación, la justificación, la redención, la gracia irresistible, la perseverancia de los santos, el pecado, la justicia, la salvación, el juicio, el perdón, el nacimiento virginal de Cristo, la vida sin pecado de Jesucristo, la expiación sustitutoria, Su gloriosa resurrección, y Su ascensión a la diestra de Dios el Padre.
La enseñanza apostólica también incluye amonestaciones prácticas e instrucciones sobre el matrimonio, las finanzas, las relaciones empleador-empleado, las relaciones padre-hijo, las misiones, y la manera de responder a las autoridades. En resumen, la enseñanza apostólica incluye “todas las cosas pertenecientes a la vida y a la piedad” (2 Pe. 1:3). Así que cuando abordamos cualquier tema que cae dentro de la categoría de “la vida y la piedad”, el asunto principal no es qué es lo que dicen los grandes teólogos de la iglesia, no es lo que dice la tradición, no es lo que dicen las personas educadas de nuestros días, y tampoco es lo que dicen los predicadores muy conocidos de la iglesia. En lugar de eso, el asunto es ¿qué es lo que dice la Palabra de Dios? De eso es de lo que se ocupaba la iglesia primigenia, y ese debe ser el énfasis de nuestras iglesias hoy. John MacArthur ha escrito:
La función principal de la iglesia es proclamar la Palabra de Dios. He oído a personas criticar a la Grace Church (Iglesia de la Gracia) diciendo: “Hay demasiada predicación y enseñanza en la Grace Church, y no lo suficiente de otras cosas.” ¡No puedo ver cómo puede haber nunca demasiada predicación y enseñanza! Eso podría suceder si todas las personas conociesen todo sobre la revelación de Dios, pero eso es imposible. La razón por la que ponemos tanto énfasis en la predicación y la enseñanza es que ellas ayudan a que las demás cosas sucedan. Debemos saber lo que la Biblia dice acerca de algo antes de que podamos saber cómo actuar. No sabremos como adorar, orar, evangelizar, disciplinar, pastorear, adiestrar, o servir, a menos que sepamos lo que dice la Palabra de Dios. 29
Una buena prueba de la solidez de una iglesia en particular es si podría estar expuesta a esa clase de crítica (que hay “demasiada enseñanza”). Si ese es el caso, la iglesia probablemente comprende la importancia de comunicar la verdad y se ha comprometido con ese énfasis bíblico. Otra buena pregunta que se puede formular para evaluar una iglesia es si la enseñanza allí incluye todas las verdades enumeradas anteriormente. Si es así, ese cuerpo probablemente está haciendo un esfuerzo coordinado por darle a la enseñanza apostólica el lugar al que tiene derecho.
La Manera de la Enseñanza de los Apóstoles
¿Cómo enseñaban los apóstoles? Podemos vislumbrar la manera de su enseñanza en el sermón de Pedro registrado en Hechos 2:14-36, y deberíamos desear formar parte de una iglesia que practica el mismo tipo de enseñanza. El mensaje de Pedro fue efectivo y agradable a Dios debido a las siguientes características:
Era relevante. En los versículos 14-15, Pedro comenzó su sermón relatando los eventos que ocurrieron en su audiencia y en el entorno de la misma. Respondió a las preguntas que le estaban haciendo y proveyó la información específica que necesitaban para entender la situación que estaban viviendo.
Era bíblica y expositiva. En los versículos 16-21, 25-28, y 34-35, Pedro citó pasajes del Antiguo Testamento. Luego procedió a explicar el significado de todos aquellos pasajes e hizo una aplicación de los mismos a las vidas de sus oyentes.
Era Cristo-céntrica. El tema central del mensaje de Pedro era la persona y la obra de Jesucristo (vv. 22ss.), y el mismo tema dominó toda la predicación subsiguiente de los apóstoles (cf. 1 Co. 2:2; 15:1ss.; 2 Co. 4:5; Col. 1:28).
Era específica y personal en cuanto a su aplicación. Pedro se dirigió directamente a sus oyentes, diciendo: “vosotros mismos sabéis” (v. 22), “vosotros matasteis clavándole [a Cristo] en una cruz” (v. 23 RVA), y “sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis…” (v.36). El no se limitó meramente a darles una charla sobre unos hechos, sino que trató vigorosamente de dejar una impresión de esa verdad sobre sus almas.
Era autoritativa. Pedro no se limitó simplemente a compartir su opinión para que la audiencia la considerase. El declaró con atrevimiento los hechos innegociables del evangelio. Les ordenó “escuchar” la verdad acerca del hombre que había sido “aprobado” (o avalado) “entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales” (v. 22).
Era resueltamente con propósito. Sus palabras tenían el designio de persuadir a aquellos que le oyeron; él quería producir un efecto en ellos por medio del poder del Espíritu Santo, e incitarles a actuar sobre la verdad que escuchaban (v. 37 ss.).
Ese era el tipo de enseñanza que los apóstoles presentaron a la iglesia primigenia, y a esta clase de enseñanza es a la que se consagraron continuamente. Aquellas personas no se reunían para ser entretenidas; no se reunían para hablar de sus sentimientos en una especie de sesión de “terapia de grupo”; no se reunían para discutir sus opiniones o exhibir de alguna manera su ignorancia; y tampoco se reunían para contemplar las ideas de Sócrates, Epicuro, Platón, o cualquier otra autoridad secular. Más bien se reunían con la intención primordial de aprender de la enseñanza de los apóstoles.
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