Publicado por:
www.novacasaeditorial.com
info@novacasaeditorial.com
© 2020, Meyling Soza
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Noelia Navarro
Portada
Vasco Lopes
Imagen de portada
Shutterstock
Corrección
Noelia Navarro
Primera edición en formato electrónico: Agosto de 2020
Código de registro de la propiedad OL-709-2018
ISBN: 978-84-18013-51-5
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).
Meyling Soza
DANZANDO
COn EL
DIABLO
Este ebook es para uso personal e intransferible. Cualquier copia o envío será rastreado para velar por el interés de los autores y la editorial e impedir la piratería.
PRELUDIO
AMOR
PROGRESO
NUEVOS COMIENZOS
INTENSIDAD
POTENCIAL
PRUEBA
PODER
PLENITUD
ARROGANCIA
CONFUSIÓN
BIENVENIDA
FELICIDAD
DESALOJO
SOLEDAD
UN CAMINO
OPORTUNIDAD
DECISIONES
BELLEZA
PROTECCIÓN
COMPLICIDAD
MIEDO
ASCO Y REPULSIÓN
INFIERNO
RITUAL
OBSEQUIO
FUERZA DE VOLUNTAD
UNA VEZ MÁS
FRAGILIDAD
EL MEJOR ESPECTÁCULO
¿FE?
¿AYUDA?
SEDUCCIÓN
HORA DEL SHOW
PÁNICO
ARRIBA
PROTOCOLO
REUNIÓN
DÉJALAS IR
HISTORIA
JUSTICIA
LIBERTAD
EPÍLOGO
EXTRA 1
EXTRA 2
EXTRA 3
EXTRA 4
EXTRA
Para mi familia, mis amigos y todas aquellas
personas que me dijeron que sí podía.
Y las que no lo creían, pues aquí lo tienen.
PRELUDIO
El reloj marcaba los minutos con lentitud, cada golpe de las agujas significaba un latido de mi corazón.
Detuve mi recorrido del pasillo presionada por mi mejor amiga.
—Respira —me repitió con autoridad.
Todos los reunidos parecían decirme lo mismo, siete alumnos apeñuscados en un pequeño salón, todos a la espera de que anunciaran mi turno. Este era uno de los días más decisivos de mi vida, después de mi actuación el día de hoy, mi destino tomaría un rumbo diferente.
¿Podría dar el mayor espectáculo de mi vida? Han pasado dos compañeras y audicionaron para la misma persona; las lágrimas en sus ojos no eran buen augurio, al menos no para mí. Ambas se quejaron de la falta de atención de la temida y muy famosa Heidi Griffin, decana de la facultad de danza clásica de una de las más prestigiosas universidades de arte de la ciudad. Una beca en la UNAL significaba un futuro asegurado en el mundo artístico.
Ahí estaba yo, acariciando esa posibilidad en la lentitud del reloj, que parecía arrastrar con pesadez las agujas. Solo han pasado tres minutos desde la última vez que lo miré. Reajusté una vez más mis zapatillas negras ¿Debí usar las de color piel? Llevaba un delicado vestido celeste que resaltaba mi pálida piel, quizá debía usar otro color o vestuario.
—¡Por Dios, mujer, le harás un agujero al suelo! —Lina, mi mejor amiga, ya estaba desesperada. La había contagiado con mis nervios y mi caminata en línea recta no ayudaba a amortiguarlos. Iba a responder cuando una voz afónica salió por el micrófono y anunció mi turno.
—Éxito —susurró Lina justo antes de soltarme de un fuerte abrazo.
Caminé sintiendo todo mi cuerpo sacudirse como si emitieran pequeñas descargas eléctricas bajo mi piel; un fuerte escalofrío recorrió mi espalda, pero sudaba como si hiciesen cincuenta grados.
—Respira, vamos, respira —me dije a mí misma mientras avanzaba.
Llegué al centro de la tarima de madera desgastada, tantas veces que me presenté con el auditorio lleno de alumnos y ahora temblaba por la única persona que estaba ahí.
—Cuando usted quiera. —Su voz era fuerte, autoritaria e incluso ya sonaba cansada.
El encargado del sonido obedeció su orden, las notas suaves de Claro de Luna se movieron por todo el ambiente.
Cerré mis ojos, algo dentro de mí me ayudaba a ver las notas en el aire, sentía que las podía acariciar con mis manos, así que las moví; pero ellas me tentaban y se alejaban, las seguí. Giraron alrededor de mi cuerpo y yo seguí sus movimientos, eran notas traviesas, de un amor inocente e ingenuo, con la capacidad de moverse en todo el mundo. Ese amor que, de alguna forma, hacía brillar más al sol, impregnaba la oscuridad de estrellas, un amor que yo también sentía, que yo vivía.
Entonces, todo en el salón desapareció. Entré a una profunda oscuridad, donde las notas del piano eran pequeñas luces que iluminaban poco a poco el ambiente. Me dejé guiar por ellas.
AMOR
Me encontraba en medio del centro comercial, aquel enorme lugar siempre me había abrumado y se podría decir que no soy exactamente una fanática de las compras, pero en ese momento esas compras parecían necesarias, quizás era la escapatoria perfecta para olvidar lo que ahora sentía.
Suspiré con pesadez y me coloqué de puntillas, traté de visualizar a mi mejor amiga entre el tumulto de personas que se movían de un lado a otro, conversando, gritando y apuntando los artículos que exhibían como novedad en los escaparates de las diferentes tiendas.
—Luciana. —Escuché que dijeron mi nombre y de inmediato me volteé.
Lina se abría paso entre las personas, rompía la unión de una pareja que venía delante de ella. Caminaba en su propia burbuja, de inmediato sentí la incomodidad, ese ligero hincón de envidia, después de todo, venía de romper una relación que significó mucho para mí.
—Por fin —soltó cuando llegó a mi lado y me abrazó en forma de saludo—, ¿y qué pasó? —preguntó al soltarme.
Sentí las lágrimas invadir mis pupilas y, de nuevo, mi amiga me rodeó con sus brazos. Acarició con suavidad mi cabello.
—Lo sabía, maldito estúpido —susurró en mi cuello—, pero ya no te preocupes, lo mejor es que te diste cuenta antes.
—Más de un año, Lina, todo lo compartido, todo lo que cambié por él para que al final me dijera que mira más vaginas que un ginecólogo.
—Es que todos los hombres son iguales —regañó—. Ven, vamos por un café y así me cuentas mejor.
Avanzamos entrelazadas de los brazos. Lina era mi mejor amiga desde los siete años, nos mudamos al mismo tiempo al residencial y desde entonces no nos hemos separado, aun cuando ella terminó mudándose de aquel lugar al iniciar la secundaria, siempre ha estado a mi lado.
Hemos crecido una al lado de la otra, estuvo ahí cuando probé mi primera cerveza y yo la vi dar su primer beso, nos sentimos mujeres cuando llegó nuestro periodo casi de forma sincronizada y aquí estamos ahora, con diecisiete años avanzando hacia una nueva etapa, la universidad y la vida adulta.
Entramos en una pequeña cafetería de esas que tienen un aspecto más privado dentro del mismo centro comercial, en cuanto nos sentamos, la mesera nos ofreció el menú y como un robot programado, nos mencionó los quince postres que ofrecían ese día, ordenamos café y unos cupcakes de chispas de chocolate. Según Lina, para el corazón roto el chocolate es la mejor solución, bueno, después del tequila.
Читать дальше