Los siguientes capítulos están dedicados al estudio y descripción de cada una de las culturas que se desarrollaron en el centro de México. Teresa Uriarte lleva de la mano al lector para recorrerlas una a una y comienza con el Formativo, durante el cual se empezaron a consolidar muchos aspectos dentro del todo social que más tarde tendrán plena presencia en sociedades posteriores. Hace ver la importancia de sitios como Cuicuilco y su dramático final por la erupción del Xitle, y da prioridad a la escultura y pintura olmeca de la costa del Golfo y el actual estado de Guerrero. Quizá hubiera sido interesante que se pusiera mayor énfasis en la influencia olmeca en sitios como Tlatilco, en donde la cerámica muestra elementos de esta cultura. También extrañamos la referencia a la proliferación de formas en la producción alfarera, como se ve en Tlapacoya y Tlatilco, siendo las de este último lugar en donde encontramos verdaderas obras maestras, como las figuras de aves y otras expresiones que dejan ver la alta calidad estética de sus creadores.
Teotihuacán es, sin lugar a dudas, la gran ciudad del centro de México en la que está presente una serie de aspectos que aquí tienen su inicio y que van a influir de manera significativa en otras regiones. Su proceso de desarrollo es presentado a través de las diversas fases por las que pasó la ciudad y a continuación la autora analiza la arquitectura y el urbanismo de la metrópoli, para dar paso a la descripción de la escultura y la pintura en el lugar.
En otro capítulo se describen sitios de gran importancia como fueron Tula, Cholula, Xochicalco y Cacaxtla, que pertenecen a lo que los especialistas han llamado Epiclásico. Uriarte dice que este periodo se caracteriza por ser ecléctico y no le falta razón, pues vemos múltiples expresiones realizadas por cada uno de los pueblos que habitaron estos lugares. Es aquí en donde se hace referencia a Chichén-Itzá, pues se sabe la enorme semejanza que existe entre Tula y la ciudad de la península yucateca.
Los siguientes capítulos están dedicados a los mexicas y también se hace alusión a "La naturaleza de los dioses y los dioses de la naturaleza", aunque en este capítulo poco es lo que se refiere a las expresiones artísticas y sus características. El libro concluye con el capítulo dedicado a la herencia y las fuentes, tomando como tales a los diversos códices tanto prehispánicos como coloniales además de mencionar a cronistas como Sahagún, Durán, Torquemada y otros que por medio de sus obras nos permiten adentrarnos en el mundo prehispánico. Esta parte final más bien es como una especie de apéndice en el que el lector podrá encontrar algunas referencias de autores, crónicas y pictografías en las que se puede abrevar para un mejor conocimiento de lo tratado.
En términos generales, podemos considerar el libro como una introducción a las culturas mesoamericanas del altiplano central de México. espero que quien lea sus páginas encuentre los incentivos necesarios para tratar de profundizar en el pasado de nuestro país, pues resulta relevante conocer lo que fuimos para entender lo que somos.
Renato González Mello
La historia y el arte precolombinos del altiplano central de México han sido estudiados en forma sistemática por la arqueología, la antropología, la historia y la historia del arte. A lo largo del siglo XX, en esos estudios predominaron las historias políticas y sociales. El motivo de ese punto de vista privilegiado fue la percepción, muy longeva, de que el origen del Estado mexicano moderno podía (o debía) encontrarse en las estructuras de autoridad de los pueblos que fueron dominados por los españoles a partir del siglo XVI, y en particular los del Valle de México y el actual estado de Michoacán. La noción de "Mesoamérica", aunque originalmente pudo haber tenido otros propósitos, tuvo una evolución convergente con esta longeva tradición de pensamiento político que está atenta a las características del pasado remoto para formular ideas sobre el presente.
Este libro de María Teresa Uriarte propone una serie de interpretaciones sobre el arte de los pueblos del altiplano central. Toma una parte de la tradición, pero también articula una crítica de la misma. Al mismo tiempo, incorpora a la reflexión una variedad de monumentos arqueológicos de hallazgo reciente. Desarrolla interpretaciones y explicaciones sobre los mismos, haciendo énfasis en algunos de ellos —sobre todo en la medida en que han sido objeto de debate académico en otras disciplinas, como la propia arqueología. Ante todo, se aboca a establecer el sentido de las formas y los símbolos en un espacio social que tenía, en tiempos antiguos, características que generalmente han permitido una reflexión enriquecida sobre los espacios sociales. este ejercicio de analogía se somete aquí al rigor de la investigación especializada, que obliga a ver el arte antiguo en sus propios términos.
Al participar en esta coedición, el Instituto de Investigaciones Estéticas refrenda su compromiso con el estudio del pasado antiguo de México, que es una de las líneas de investigación que le dieron origen.
Dotar de significado a un nombre o darle nombre a un conjunto de conceptos no ha sido nunca una tarea fácil. El término Mesoamérica ha sido usado para referirnos a un área cultural cuya delimitación es una invención, ya que no existe en la realidad física. Este término fue acuñado por Paul Kirchhoff en 1943. Mesoamérica ha sido desde su origen una noción útil que nos permite a quienes estudiamos el mundo prehispánico referirnos a ese territorio y a esta idea de forma directa y unívoca.
A lo largo de los años fueron diversos los intentos por definir sus áreas culturales y su cronología. Kirchhoff propuso una terminología que en el transcurso del tiempo se ha convertido en un conocimiento aceptado y común; sin embargo, resulta evidente que el término no puede emplearse para señalar un conjunto de regiones porque en ninguna de éstas hubo a lo largo del tiempo una cultura homogénea. Tampoco es posible establecer una línea de tiempo fija porque los mismos límites de Mesoamérica son diferentes de acuerdo con la época que se estudie.
Eduardo Matos Moctezuma hizo una excelente recopilación del material referente a Mesoamérica en la obra coordinada por Linda Manzanilla y Leonardo López Luján. 1 Su enfoque está centrado en la arqueología y quien quiera consultar un texto fundamental para el tema debe buscarlo. Mi texto se centra en la historia del arte y por ello su perspectiva es complementaria.
Matos considera que hubo tres etapas en la historia mesoamericana, una de las cuales es la de los cazadores-recolectores, otra la de las sociedades agrícolas igualitarias y la tercera la de sociedades agrícolas-militaristas estatales. 2 Sin embargo, la periodización más utilizada se concibió con un criterio evolucionista que va del periodo Arcaico, pasando por el Preclásico o Formativo, posteriormente el Clásico y en algunas zonas seguido del epiclásico, hasta llegar al Posclásico, periodo anterior a la llegada de los españoles.
Lo que se ha aceptado en general es que el periodo Arcaico comprende las sociedades de cazadores-recolectores que tuvieron un sistema social, económico, político y religioso completamente distinto de lo que encontraremos en los territorios que denominamos Mesoamérica. Me ocuparé más tarde de un somero análisis de la sociedad de cazadores-recolectores y de la evolución de las sociedades mesoamericanas.
La etapa posterior al Arcaico se denomina Formativo o Preclásico (2 500 a. C.- 200 d. C.), ambos conceptos inexactos por diversas razones. La primera porque pareciera que las culturas que florecieron en esta época se están formando o son incipientes, o no tienen un grado de madurez social que corresponda a los parámetros establecidos por nuestra cultura como ideales y por lo tanto clásicos. Me pregunto, sin embargo, si las mascaritas de Arroyo Pesquero, las cabezas colosales o los tronos como el Monumento 4 de La venta, o las pinturas de San Bartolo, por mencionar sólo algunos ejemplos, son una etapa embrionaria en relación con una máscara, con una escultura monumental o con la pintura teotihuacanas. ¿Cómo clasificar dentro de una etapa formativa a los incontables objetos de jade olmecas?
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