1 ...6 7 8 10 11 12 ...23 Los argumentos contra la ley se edificaron siempre sobre el mismo pilar: dicha ley atentaba “contra la independencia del Banco Central, constituyendo esto una seria amenaza contra su lucha contra la inflación”. No sorprende que el 8 de octubre de 1993 el New York Times escribiera: “Las reformas de González, podrían ser vistas por los mercados financieros como debilitadoras de la capacidad del Banco Central para combatir la inflación”. Es decir, los bancos comerciales estaban en contra de minar la independencia del Central, porque dicha acción sería inflacionaria.
El mismo New York Times del 14 de octubre de 1993 levantaba las declaraciones de Alan Greenspan (titular de la Reserva Federal de EEUU), quien explicaba: “La falta de obligación de dar cuentas del Banco Central es un precio pequeño a pagar por evitar dejar la conducción de la política económica bajo la influencia cercana de políticos sujetos a la presión inflacionaria del ciclo electoral de corto plazo”.
En pocas palabras, se podría decir que los bancos comerciales son los principales sostenedores de la independencia de los bancos centrales basándose en la curiosa letanía que sostiene que “el público, en definitiva, está desesperadamente necesitado del control absoluto sobre el dinero por parte del Banco Central para ser salvado de sí mismo y de sus lujuriosas tentaciones proclives a la droga de la inflación”. Según este planteo, vivimos en sociedades con una fuerte adicción a la inflación, mientras el Banco Central, protegido por sus aliados los banqueros, va solo a la guerra antiinflacionaria como si fuera un incomprendido Don Quijote.
Este planteo es como mínimo curioso. De acuerdo con nuestra visión, esta lógica es hipócrita y encubridora de la verdad. Como ya dijimos, los mercados monetarios y financieros son los más intervenidos y regulados en todas las economías. Sin embargo, los regulados están luchando en favor del poder del regulador. Los bancos comerciales plantean que es imprescindible la devoción al Banco Central. ¿Alguien puede imaginar a empresas privadas alimenticias o laboratorios privados luchando por defender y otorgar poder absoluto a las agencias nacionales que los controlan y regulan? Claramente, no. Por el contrario, ¿no sería más sensato esperar que los bancos, como cualquier regulado, quisieran que el poder de su regulador, Banco Central, disminuyera?
También cabe preguntarse: ¿es verdad que los bancos centrales son los grandes luchadores contra la inflación? La respuesta es contundente: no. Ya hemos mostrado que no es cierto para el caso del BCRA, pero tampoco es verdad para el caso de la Reserva Federal de EEUU. Sin Reserva Federal, en EEUU la inflación promedió -1,0% entre 1866 y 1913. Luego, con el sistema de Reserva Federal, la inflación se cuadriplicó saltando a un promedio anual de +3,2% entre 1913 y 2018. En pocas palabras, hay más inflación con Banco Central que sin Banco Central.
Ahora bien, la inflación es un fenómeno 100% monetario. Los bancos centrales son la fuente monopólica creadora de dinero primario. Además, el Banco Central regula férreamente a los bancos que son la fuente creadora de dinero secundario. ¿Entonces quién es el responsable de la desgracia de la inflación? Simple, primero y principal, los bancos centrales que crean base monetaria y regulan férreamente la creación secundaria del dinero bancario. Luego, en segundo lugar, los bancos comerciales que multiplican dinero artificial sin respaldo.
En pocas palabras, la propaganda sostenida por los bancos comerciales de que el Banco Central nos protege de la inflación es una gran mentira, una de las mayores estafas del mundo de la ciencia económica. En realidad los bancos centrales y (sus socios) los bancos comerciales son como los ladrones que, luego de asaltar, se ponen a gritar “¡detengan al ladrón!” mientras van huyendo. Los burócratas y los banqueros son parte del mismo negocio.
La mentira es tan grande, que inclusive la independencia del poder político tampoco es 100% estrictamente cierta. Si planteamos una escala que va desde el blanco (total independencia) al negro (total dependencia política), los bancos centrales están en la zona de los grises. La falta de independencia total queda expuesta por el hecho de que los bancos centrales siempre procuran de investirse a sí mismos de un halo de misterio. Obviamente, hay grises claros, intermedios y más oscuros. Claramente, el BCRA es negro.
Al fin y al cabo, los bancos centrales, aunque lo nieguen, también tienen relaciones con el poder. El manejo del dinero no es solo una fuente de enriquecimiento para los burócratas, sino también constituye un instrumento que se utiliza para ganar elecciones y perpetuarse en el poder. A veces se utiliza, muy pocas veces no se lo usa. Depende de los jugadores y de la coyuntura económica y política. La creación de moneda y crédito artificial genera un ciclo económico en el cual hay una primera etapa de boom artificial que ayuda a ganar elecciones y es funcional al burócrata in office, pero luego sigue inexorablemente una fase recesiva que paga el sector privado como menor producción y generación de riqueza.
Pero más allá de todo, hay que entender que lo más grave de la intervención monetaria es que ensucia el proceso de la acción humana (en el sentido de von Mises). Y dado que la acción humana es el motor del desarrollo del ser humano y de la civilización, el control gubernamental del dinero atenta contra la fuerza y velocidad del desarrollo de la civilización, beneficiando a los que no producen en detrimento de los que generan riqueza y ejercen la función empresarial en el sistema de cooperación social llamado mercado. ¿Por qué? Porque la función empresarial, que consiste en identificar fines y medios que tiendan a satisfacer necesidades humanas y permitan coordinar desajustes sociales, casi siempre involucra intercambios (entre individuos) voluntarios de bienes y servicios que se pagan en dinero.
Por eso, en este marco, nosotros planteamos que el sistema monetario actual no solo es nefasto, sino que representa un paradigma socialista que atenta contra el individuo, su prosperidad y su vida en una sociedad libre. Los bancos centrales son verdaderos órganos soviéticos de planificación central monetaria (financiera) que no solo actúan en beneficio de un grupo pequeño y en detrimento de todos los restantes individuos que conforman la sociedad, sino que están condenados a fracasar.
Las autoridades monetarias gubernamentales no están en condiciones de hacerse de la información necesaria para pensar y aplicar la política monetaria más adecuada para cada momento. En este sentido, con los Bancos Centrales sucede lo mismo que con los viejos órganos de planificación económica soviética que, como explicaron Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek, no podían organizar económicamente la sociedad en base a mandatos coactivos, dado que nunca podían hacerse con la información que se necesita para dar un contenido coordinador a sus mandatos.
Por otra parte, el argumento de que “casi todos los países del mundo tienen Banco Central” no es una construcción lógica válida. Con un solo ejemplo es fácil de visualizar: nos paramos a fines del siglo XVIII y/o comienzos del siglo XIX y argumentamos: “Todos los países del mundo, incluso los más civilizados y desarrollados, tienen esclavitud; es bueno tener esclavitud, ergo; hay que tener esclavitud”. Claramente, nadie está a favor de la esclavitud a comienzos del siglo XXI. La realidad histórica ha demostrado en forma contundente (gracias a Dios) que la esclavitud está muy lejos de ser el mejor sistema de organización de la producción y de la sociedad. Estamos convencidos que sucede exactamente lo mismo con una organización monetaria construida a partir de un Banco Central estatal y monopólico (que emite moneda fiduciaria), y que actúa de prestamista de última instancia de un sistema bancario con encaje fraccionario.
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