Las explicaciones académicas de las enseñanzas de Lucas sobre el dinero y la pobreza se dividen en cuatro categorías básicas, que podrían clasificarse como la explicación provisional, la explicación literaria, la explicación bivocacional y la explicación personalista. Examinaremos brevemente los contornos generales de cada perspectiva y cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada una. 9En el transcurso de este proceso, también destacaré cómo cada perspectiva se relaciona con el tema de la normatividad moral de Lucas (es decir, cómo las personas deben actuar a la luz de las enseñanzas de Lucas). No quiero decir con ello que los eruditos que defienden cada punto de vista lleguen a sus conclusiones para lograr una «aplicación» particular, lo que sería un insulto a su objetividad. La intención es simplemente indicar que ciertas interpretaciones se prestan más naturalmente a conclusiones éticas particulares o ayudan al lector a evitar conclusiones éticas particulares.
La explicación provisional
El argumento básico de la explicación provisional es que las enseñanzas súper radicales de Jesús sobre el despojarse no estaban destinadas a todas las personas en todos los tiempos. Por el contrario, cuando Jesús pidió que la gente renunciara a sus posesiones, solo quería que lo hicieran durante el período interino de su ministerio terrenal, antes de su muerte, mientras los discípulos andaban con él hacia Judea. Esta explicación nota que la mayoría de las declaraciones de Jesús sobre el despojarse se encuentran entre 9.51 y 19.28 (la llamada narrativa lucana itinerante de Jesús), cuando Jesús y los discípulos caminan desde Galilea hasta Jerusalén, donde Jesús sería crucificado. La inminente crucifixión de Jesús domina así la narrativa y proporciona el marco de referencia para comprender todas las enseñanzas morales encontradas allí. Justo antes de la declaración categórica de Jesús sobre la renuncia a las posesiones, él declara: «El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lc 14.27). Esto se ha entendido como que Jesús literalmente esperaba que sus discípulos murieran con él en Jerusalén.
A la luz de esa situación única y urgente (es decir, la crucifixión), se avanza el argumento que los discípulos de Jesús tuvieron que liberarse de los lazos materiales y familiares para que no vacilaran respecto a morir por fidelidad a su Señor. Después de su muerte, la gente podría reanudar la ética de la riqueza más tradicional descrita en el Antiguo Testamento: la atención a la justicia para los vulnerables, el cuidado generoso de los pobres, la pervivencia de la propiedad privada, etc. Si esto fuera así, uno podría olvidarse tranquilamente del despojarse radicalmente de las posesiones, ya que era parte de la situación única que rodeaba la inminente muerte de Jesús.
A su favor, esta lectura reconoce que la ética de Lucas es parte integral de la tarea más fundamental de seguir a Jesús, una tarea que conlleva imitar el sacrificio que Jesús hizo de sí mismo en representación de su pueblo. Esta interpretación también parece atractiva porque libera al lector de la obligación de las exigencias invasoras y al parecer ilógicas de la renuncia completa; puesto que el lector no está en la misma situación histórica de los primeros seguidores de Jesús, no necesita seguir las enseñanzas que Jesús dio a esos primeros discípulos.
Hay, sin embargo, una serie de problemas con esta explicación. En primer lugar, es erróneo ver a Lucas 14.27 como un mero mandamiento para que los primeros discípulos murieran con Jesús en Jerusalén. La primera vez que Jesús invocó este tema en particular fue cuando dijo: «Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga» (Lc 9.23). Aunque el acto de tomar la cruz diariamente no excluye la posibilidad de una muerte literal como resultado de seguir a Jesús, es evidente que uno no puede morir físicamente cada día; como tal, el versículo probablemente se enfoca en la necesidad del sufrimiento y del sacrificio para los seguidores de Jesús, muchos de los cuales, a pesar de llevar su cruz diariamente, no morirían antes de que vieran el reino de Dios (9.27). Así que no debemos pensar que el mandamiento de llevar la cruz fue anulado después de la muerte de Jesús. Por lo tanto, es problemático afirmar que el mandamiento asociado, de renunciar a las posesiones de uno, también expiró el día en que Jesús fue crucificado.
Del mismo modo, los comentarios de Lucas sobre la pobreza y la renuncia no se limitan al período en que los discípulos acompañaron a Jesús a Jerusalén. En primer lugar, la enseñanza en Lucas 6.20 («Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece») no ocurre durante la narrativa de viaje (Lc 9.51–19.28). En segundo lugar, la renuncia a las posesiones por parte de los discípulos comenzó mucho antes del viaje a Jerusalén; Pedro, Jacobo, Juan y Leví dejaron todo para seguir a Jesús al comienzo de su ministerio en Galilea (cf. 5.11, 28). De la misma manera, los discípulos continuaron practicando el despojarse de sus posesiones y propiedades después de la muerte y resurrección de Jesús (Hch 4.34-37). Si la ética de la riqueza de Jesús solo se pretendía para un período interino antes de su muerte, los cristianos de Jerusalén aparentemente no recibieron el mensaje.
Por último, la enorme cantidad de espacio que Lucas dedica a la ética en su narrativa de viaje debe alejarnos de la explicación provisional. Lucas pasa mucho más tiempo hablando de ética que Marcos y Juan juntos, y mientras que la cantidad de material moral en su evangelio es similar a la de Mateo, Lucas ubica la mayor parte de ello en esta narrativa de viaje de diez capítulos. Parece inverosímil que Lucas pasara tanto tiempo elaborando sus argumentos morales 10si no consideraba que la moral prescrita allí era obligatoria para sus lectores. Por estas razones, pocos eruditos consideran que la explicación provisional sea una interpretación convincente de las enseñanzas de Lucas sobre el dinero.
La explicación literaria
Otra manera de explicar las inconsistencias e impracticabilidades de la ética de Lucas respecto a la riqueza es la de atribuir algunos de los versículos problemáticos a otras fuentes literarias. Los eruditos del Nuevo Testamento practican a menudo lo que se llama «crítica de las fuentes» o «crítica literaria». Recurriendo a la premisa que los autores de los evangelios sinópticos utilizaron algunas fuentes escritas anteriores en la compilación de sus evangelios, los eruditos bíblicos intentan identificar cuáles elementos de los evangelios canónicos vinieron de estos textos anteriores. En algunos momentos más ambiciosos, los eruditos también tratan de imaginar qué clase de comunidad podría haber sido responsable de la fuente del texto en cuestión. Todo esto es pertinente al tema de la ética lucana de la riqueza porque algunos eruditos sugieren que las inconsistencias en las enseñanzas de Lucas derivan de textos de fuentes que él utilizó, fuentes cuyas enseñanzas son realmente incompatibles la una con la otra.
Si bien los detalles de estas explicaciones literarias difieren, sus características principales son las mismas. Sus defensores primero argumentan que algunos de los versículos particularmente «radicales» en Lucas (por ejemplo, el mandamiento de despojarse en 12.33, o las fuertes condenas contra los ricos en 6.24 y 16.19-26) no surgen necesariamente del propio Jesús, sino que por el contrario fueron parte de la enseñanza de un grupo del primer siglo que era distinto de los seguidores originales de Jesús y que más tarde llegó a ser la iglesia apostólica. (A veces el grupo reconstruido se identifica con «ebionitas» 11o «radicales carismáticos errantes» 12o la «comunidad itinerante Q»). En algún momento dado, las enseñanzas del grupo más radical se escribieron y pusieron en circulación, y Lucas utilizó esos escritos, junto con otros, en la composición de su propio Evangelio.
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