Una tercera línea de acción es el perfeccionamiento de los sistemas de información financiera. Las decisiones de los bancos requieren de información. Para otorgar un crédito se requiere conocer la situación financiera de la empresa y proyectarla en el tiempo.
Las grandes empresas cuentan con buenos sistemas de información. Preparan sus estados financieros siguiendo un formato estandarizado. Sus informes son auditados y están disponibles con la frecuencia y oportunidad que corresponde. Muchas de estas empresas cuentan, además, con clasificaciones de riesgo otorgadas por firmas especializadas. Por ello, los bancos pueden hacer buenas evaluaciones, tomar decisiones en forma rápida y afinar las tarifas que se les aplican.
No ocurre lo mismo con las pequeñas empresas. Los sistemas de información son imperfectos. Los requerimientos efectuados por los bancos no están estandarizados. Cada banco utiliza su propio formato. La información es preparada aplicando distintas pautas y no está sometida a pruebas de validación.
La comparación de los informes de una misma empresa a lo largo del tiempo no siempre resulta posible. Tampoco es fácil efectuar comparaciones entre distintas industrias o entre empresas pertenecientes a una misma industria, lo que resultaría útil para efectos de evaluación crediticia. Todo ello torna más complejo el proceso de otorgamiento de crédito, conduce a exigencias de garantías o avales, y eleva los costos de operación, que al final pagan los clientes.
La SBIF en conjunto con la ABIF emprendimos el proyecto de crear una ficha de información financiera estandarizada precisamente para avanzar en la solución de este problema. Esta ficha, conocida como Fecu-pyme, ya fue presentada a los actores relevantes y al público en general. Esperamos que sea recogida e implementada, como efectivamente ha comenzado a ocurrir.
Pensamos que su utilización tendrá efectos muy positivos. Entre ellos se pueden mencionar los siguientes:
Reducirá los costos de preparación de la información requerida a las pequeñas empresas.
Reducirá los costos de procesamiento por parte de los bancos y permitirá que estos efectúen análisis técnicos mucho más sofisticados, como comparaciones entre empresas o entre sectores.
Promoverá por tanto la competencia entre bancos y entre estos y otros proveedores de crédito.
Generará así condiciones para que las tasas de interés aplicadas a estas empresas se aproximen a los niveles observados en países avanzados.
La realización de este seminario, al igual que otras iniciativas que hemos conocido después del lanzamiento original de esta ficha estandarizada, indica que hemos hecho una buena siembra y que podemos esperar buenos frutos en el futuro.
Ponencia efectuada en 2005 en el Instituto
Bancario Guillermo Subercaseaux, pero no
publicada con anterioridad.
Gobierno corporativo, disciplina de mercado y ética empresarial
El mundo de los negocios y la economía ha cambiado significativamente en el curso de las últimas décadas. Este se ha movido en la dirección de privilegiar la libertad de los agentes económicos y el funcionamiento de los mercados. Este es un proceso inducido por fuerzas o tendencias muy poderosas como son: la globalización, la consolidación, la desregulación y el progreso tecnológico.
Una de las características de este tiempo es el surgimiento de corporaciones de mayor tamaño y significación económica, con posibilidades de desplegar sus actividades en múltiples mercados. Todo ello nos remite con mucha fuerza a los temas de este seminario: gobernabilidad corporativa, disciplina de mercado y ética empresarial.
En lo que se refiere a la gestión de las empresas, se pueden advertir también cambios que deben ser procesados con atención por sus implicancias. Entre ellos están:
El creciente foco en los resultados de corto plazo, en parte importante por presión de los inversionistas y los mercados en general.
En esa misma línea, la búsqueda del reconocimiento de los mercados. Ello es particularmente claro en el caso de las empresas abiertas que buscan preservar su valor bursátil.
Y los nuevos sistemas de remuneraciones e incentivos, que contemplan una creciente importancia los componentes variables.
Lo que ha ocurrido con las empresas ha ocurrido también con los bancos, con un agregado importante. Los requerimientos de capital para los bancos se han tornado más estrictos. Como resultado, los bancos se han visto obligados a levantar capital y a mantener abierto el acceso a las fuentes de financiamiento de largo plazo. Esto los ha llevado a preocuparse mucho de la evaluación que de ellos hacen los mercados.
Sin desconocer los enormes beneficios que este proceso de cambios acarrea, es claro que genera condiciones favorables para el desarrollo de conductas reprochables, especialmente cuando los controles internos son débiles y la cultura corporativa no provee un marco adecuado.
Con todo, creo que el sistema financiero chileno está bien protegido, en parte, por la naturaleza de la regulación y la supervisión que se aplica y, en parte, porque pasamos por una crisis severa a principios de los años ochenta y aprendimos la lección.
La LGB, modificada después de esta crisis, se hizo cargo de algunos de estos temas. Introdujo regulaciones nuevas en varios aspectos. Así, por ejemplo, para asegurar la transparencia de los estados financieros de los bancos, estableció que la SBIF fijará las normas contables y de presentación de balances, “debiendo velar por que la aplicación de tales normas permita reflejar la real situación de la empresa”.
Enseguida, la LGB fijó sanciones penales para quienes adulteren los balances, desfiguren la contabilidad, u omitan contabilizar operaciones que afecten el patrimonio de las instituciones bancarias. Estas sanciones pueden afectar a los accionistas fundadores, directores, ejecutivos, empleados o auditores externos. Junto con ello, fijó sanciones penales para los clientes que procuren obtener créditos proporcionando datos falsos sobre sus estados financieros.
Habría que mencionar también la introducción de normas para los créditos relacionados, que se fiscalizan con atención, pero lo más importante, que están bien asimiladas en la cultura de las instituciones financieras.
En otro plano, los gobiernos corporativos de las instituciones financieras se han fortalecido en el curso de los últimos años. Los directorios han asumido nuevas responsabilidades, en parte, por propia iniciativa y, en parte, porque así se lo han exigido las normas de la SBIF. En este marco, se han creado y están en funcionamiento, por recomendación nuestra, los comités de auditoría.
El enfoque de supervisión que está aplicando la SBIF conversa muy bien con estos desarrollos. La idea es otorgar mayores grados de responsabilidad a los directorios y la alta administración. Ello ha estado presente en varias regulaciones dictadas en el curso de los últimos 2 o 3 años.
Con todo, tenemos por delante varios desafíos. El sistema de supervisión descansa todavía fuertemente en el trabajo de la SBIF. La autorregulación y la disciplina de mercado no tienen toda la fuerza que quisiéramos. Los códigos de comportamiento y conducta frente a terceros son aún algo incipiente en nuestro sistema financiero, en circunstancias que son comunes en los países industrializados.
Sobre los comités de auditoría, parece necesario revisar las recomendaciones generales que se emitieron en 1995 y 1997, perfeccionarlas a la luz de la experiencia de estos años y hacerlas exigibles, con los márgenes de flexibilidad que siempre son necesarios.
En materia de normas contables, tenemos el desafío de hacer converger nuestras disposiciones a estándares internacionales. Hemos constituido un comité con participación de representantes de la SBIF, de la banca, de los auditores externos y del instituto de auditores, que ya ha hecho un levantamiento de las normas que deben ser revisados. Es un buen paso adelante.
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